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SERGIO
RODRÍGUEZ SAAVEDRA: POETA DE LA MEMORIA
Por
Julián Gutiérrez
"Siembro
trigo en los ojos de los muertos / pero nadie retorna entre las espigas"
Rigurosidad
y conciencia son los condimentos de una poesía de oficio, capaz de abordar
el tiempo y resistir al olvido. Y donde la memoria, esa conciencia de pérdida,
constituye la facultad que lleva al poeta a asumir
la vida en toda su extensión
y precariedad.
Sergio Rodríguez
Saavedra (Maipú, 1963), profesor, poeta y crítico literario;
editor de reseñas de periódico CARAJO y colaborador de PLUMA Y PINCEL.
Su obra refleja la porfiada búsqueda de abordar su época y reflejar
la crisis del mundo asolado por la desaparición y la muerte. Ha sido premiado
en diversos certámenes, entre ellos: Concurso Nacional Nuevos Valores
Para la Literatura Chilena (1988); Beca de Creación Para Escritores
Chilenos, Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999 y 2004); X Festival
de Todas las Artes Víctor Jara, ( 2002), Eusebio Lillo de la
comuna de El Bosque (2005) y IX Juegos Florales de Vicuña (2005).
Figura en diversas antologías chilenas y extranjeras y está parcialmente
traducido al francés y portugués. Ha publicado Suscrito en la
niebla (1995); Ciudad Poniente (2000-2001); Memorial del Confín
de la Tierra (2003); Tributo Poético a Pablo Neruda, antología
oral de 25 poetas chilenos compilados en Cd (Santiago, 2004), Antología
poética de Maipú, vol. 1 (2005) y Tractatus y Mariposa
(2006). He aquí su visión poética.
-
¿Cómo y cuándo tomas conciencia de tu vocación de
poeta?
- Esta es una pregunta evocativa pues desde que publicara
el primer poema en un diario mural de la U. de La Serena han pasado cerca de veinte
años y aún no comprendo muy bien como llegué a este estado
de oficiante. En todo caso existe el factor externo que corresponde a algunos
reconocimientos que siempre determinan una posibilidad, pero lo más importante
es que todos los intentos por tomarlo como algo ocasional, por realizar actividades
familiares o comerciales, terminaban insoslayablemente en la escritura, así
que a partir más o menos de 1988 comencé a tomarlo como un ejercicio
diario -muy íntimo por cierto- y sentí que algo podía decir
y que alguien podría escuchar. Por último este ejercicio me permitió
comenzar a entender a otros autores, dialogar con su obra, con sus textos, maravillándome
con sus aciertos, criticando sus errores, lo que llamo conversar
con los poetas muertos. El más determinante de estos fue un libro de Odiseas
Elitis que mantuve en baja estima durante un par de años, hasta que un
día vi su gigantesca construcción, ahí me convencí
que esta era una verdadera vocación.
- ¿De
qué generación te sientes parte y cómo caracterizarías
esa generación?
- De los autores nacidos pasado los 60 y,
que comenzaron a publicar a fines de los 80, a los cuales denomino generación
apagada porque desarrollan su creación bajo el signo coyuntural del llamado
"apagón cultural" y en cuyos textos primerizos se lee el desencanto
por una juventud sin mayor proyección, desilusionados de su época,
que obviamente tenía menos brillo que la anterior y pobrísimos recursos
con relación a la actual, algo así como la génesis de El
Baile de los que Sobran de Los Prisioneros. Perfil que puede ser seguido en
Malú Urriola, Bernardo Chandía, Francisco Véjar, Jaime Huenún,
etcétera, que siendo de distinta vertiente se igualan en este "desencanto
general". Ahora que como generación y por lo mismo enunciado antes,
escasamente funcionó como tal, pero queda la amistad y un trabajo que cada
día es más reconocido.
- ¿Cómo
definirías tu propuesta o proyecto poético?
- Mi propuesta
se nutre básicamente de la memoria y por lo tanto ocupa mucho la crónica
como forma de expresión. Puede estar estilizada o recubierta con un grado
de coloquialismo que la hace más cercana, pero finalmente descansa en la
crónica y por lo tanto ocupa información que puede ser rastreada
en hechos históricos, noticias o biografías que podrían,
incluso, ser las de cualquier chileno, todo ello sustentado en una armazón
de motivos o técnicas que le den coherencia. Por ejemplo, en Memorial
del Confín de la Tierra los textos hablan de lugares o personajes perdidos
y simbólicamente se organizan unitariamente de norte a sur, pero también
de presente a pasado; el hablante del primer poema podría ser un camionero
atravesando el Desierto de Atacama, mientras que el último es un navegante
español, un adelantado que divaga extraviado por las costas de los canales
polares. En este sentido la definiría como una búsqueda del pasado
que urde una trama para sostener el presente.
-
¿Qué factores son determinantes en el proceso creativo?
-
Para mí es determinante el hablante, su emoción, su historia es
lo que intento transmitir, de ahí que muchas veces ocupe diversas voces,
las que vienen a usurpar el sitio del que no pudo hablar -un boxeador, un brujo
machi, un hombre que ha perdido la ilusión. Y para establecer ese perfil
acopio toda información la que después voy personificando hasta
dar con una experiencia que se sienta viva. En resumidas cuentas si no hay historia
no hay poema.
- ¿Qué criterios consideras
importante para identificar un buen poema?
- Para mí, primero
es su coherencia interna, sentir que lo escrito es una propuesta y no un conjunto
de divagaciones sobre cualquier trauma anterior. Después está la
novedad, que se perciba una forma distinta de verificar la experiencia, no una
correcta repetición de trabajos hechos hacia el modelo aprendido en la
escuela, recordemos que solamente los Antipoemas de Nicanor Parra ya tienen más
de 55 años. Finalmente el uso de la técnica, que las palabras tengan
la tensión, el sonido que maneje el ritmo, que las figuras denoten la mano
del orfebre que une exactamente una pieza con otra.
-
¿Cuál es tu evaluación sobre el estado de la crítica
literaria en Chile?
- Es lo más deficitario de la literatura
chilena. Por una lado la ausencia de medios donde depositar las opiniones de apreciación
que conlleva la crítica tiene directa relación con la ausencia de
verdaderos críticos como lo fueron en su tiempo Alone o Ignacio Valente.
Es muy relevante a la hora de entregar opiniones verificar como revistas de ése
ámbito fueron desapareciendo y en los diarios minimizándose y, además,
entregándose en manos de periodistas que le dieron más bien una
tendencia al escándalo, que al análisis del problema. Puede haber
complotado el hecho -que aún se mantiene- de que muchos de estos trabajos
estaban intencionados para hacer pensar al autor de la obra, y no en interesar
al público lector. Creo que la tendencia sigue siendo la personalización
y los complots personales, por eso reciben pobres críticas o simplemente
no reciben, obras que resultan ser las más talentosas objetivamente, confirmadas
con premios y la sobrevivencia en el tiempo, mientras que otras, la mayoría,
son al final un trabajo de marketing.
- Finalmente,
¿por qué "escribo memoria en este embarcadero / cuando sus
redes traen más / frío del que podamos recordar"?
- Esos
versos pertenecen a un poema que se llama Boceto de bahía para Homero,
donde la argumentación es el paso del tiempo como el mejor de los legados,
pero también como una carga dolorosa, porque en última instancia
descubrir las huellas del tiempo es descubrir también el paso de la muerte.
Cuando se logra un buen poema existe una satisfacción personal maravillosa,
pero pensarlo conlleva la sensación contradictoria de ser infinitamente
más débiles: un frío que viene del pasado.
RITUAL
DE LA RESURRECCIÓN
Escogeremos el calendario viejo
para
iniciar nuestra memoria.
Escribiremos para que otro sentido herede la voz:
un
atrapa niebla de palabras ausentes
ahogadas en el río ligero del olvido.
Y
cuando este pueblo baje óvulo su invierno
a buscar nuevos hijos para
la arruga
nuestro silabear será la lluvia jugando
con dibujos que
un niño traza en la ventana.
Dejemos que estas redes
sean remendadas
por los muertos,
un hombre envejece
sólo cuando olvida su primer
sueño.
Es hora de conversar y beber con mis parientes.
Están
alrededor de la mesa:
el tío que ha de morir bajo las patas
de un
caballo loco y la abuela que conocí
a través de la altiva tristeza
de mi madre.
No tenemos medallas para este siglo.
Somos destino y sucesión:
el
tiempo suficiente
de la oruga en su arrastre
de la sílaba en su
tierra
el amor en su preñez.
Estamos bebidos hasta las sienes
pero
recogeremos el canto, porque
si algo perece estas manos sabrán forjar
nuevamente
su tierra
y cuando para uva sea, entonces
su cielo.
BOCETO
DE BAHÍA PARA HOMERO
Escribo memoria en este embarcadero
cuando
sus redes traen más
frío del que podamos recordar.
Queda sólo
el tejido de las barcas
y el grito de Ulises llamando en vano
a un perro
ahogado en otro siglo.
Rostros que hace tiempo parecen
condición
del pasado observan sospechando
que trafique el vino amargo de los naufragios.
He
cambiado de sandalias al ausente
dejándolos sumidos
en nombres que
ya nadie intenta evocar.
Tal vez la pregunta sea devolverse,
abandonar
nuestros candados a la bruma
y dejar que entre el padre
a contar otro día
como peces dispuestos para cebar,
coger esos libros que jamás leyó,
acariciar
sus lomos preguntando cuál es la tarea,
cerrar los ojos pensando
si
ha crecido la casa o es el mar quien camina más cerca,
comenzar a amar
los días porque se han ido tantos años
y se cree escuchar un
ladrido
donde revientan estos huesos
ya salados por la espuma.