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“ULTRAJADA” de SILVIA RODRÍGUEZ BRAVO
Publicado por Mago Editores. Primera edición: Julio 2020

Por Alejandra Moya Díaz

Poeta



.. .. .. .. ..

“A la mañana del tercer día,
Sarah aparece en la puerta del estudio de la plana baja,
pálida y tambaleante, pero completamente vestida.
Está lista para irse a casa, dice… él la besa en la mejilla y se va a casa a pie.
No ha habido por parte de ella ninguna reprobación ninguna exigencia;
incluso ha pagado el aborto.
De hecho, Sarah le ha dado una lección de maneras.”

Juventud de J.M. Coetzee


Ha llegado a mis manos la última publicación de Silvia Rodríguez Bravo, más conocida en el mundo de la literatura como Profeta de Bares. Para comenzar, recordemos que esta autora maulina desde hace muchos años ha llevado una empresa contra la violencia de género que se materializa en este texto el cual trata sobre el tema de la violación desde la mirada de las víctimas.

Este poemario testimonial de ocho capítulos está separado por conceptos relativos a los elementos primordiales de los que se habla en los círculos espirituales, agua, fuego, tierra y aire, además de otros conceptos en los que incluye el testimonio poético del dolor de niñas, adolescentes y adultas relativo al desgarrador acontecimiento de la violación.

¿Se han percatado que en la mayoría de las familias no son fundacionales en nuestro país, quiero decir, “del perraje”, se pierde la línea genealógica con algún abuelo o bisabuelo guacho, hijo de madre soltera?

Recuerdo que hace unos años estuve haciendo un remplazo por un par de semanas en el hogar de adolescentes embarazadas de Molina, un montón de niñas prácticamente abandonadas en el sistema SENAME. Sus críos, hijos de sus padres, hermanos, tíos o adultos que ellas creían que las amaban son los guachos frutos del dolor de la vejación. Este texto me llevó hasta allá, hacia lo prácticamente irreparable. Es un texto muy escueto, una pincelada de dolor para recordar lo que sigue estando ahí que como dice la autora:

“aquello que
no se pronuncia en la mesa
que solo se muerde
se rumia en los rincones
aunque existe no sucede”

Me pasó con los poemas que a veces niña, a veces mujer, las hablantes muestran esa inocencia desgarradora entremezclada con una madurez obligada, puestas en un lugar sin tiempo. Veamos:

“el doctor dice que tengo una gua gua
dice que está creciendo aquí,
y si no la quiero,
se muere.
Mamá no llores,
para que no muera me comeré toda la comida,
prometo que junto con mi muñeca
la bañare y peinaré
todos los días”.

O este:

“antes, solo cuando
jugaba al avión con mi papa o el me empujaba alto alto en el columpio
sentía cosquillas en el estómago,
pero desde que mi tío me lo puso aquí.
ya no siento cosquillas
y la guatita duele
duele todos los días”.

Podemos ver que los relatos parecen ser una constante de dolor en la que pareciera que nunca se podrá salir, lo que llama la autora como “la hora del ultraje”, se trae una y otra vez a la vista del que lee para recordarnos, si es que lo olvidáramos, cuan profundo cala en el alma la situación de violencia sexual, el trauma les deja tumbada, sin movimiento, en una pieza fría, la ropa, la piel, el marco de mi ventana, las sabanas tibias, el ruido de las puertas, son los escenarios que se plantean con gran destreza y de manera cinematográfica.

Todos los textos confesionales están puestos en escena desde el dolor posterior al abuso sexual, en los cuales se mantiene una constante, la del dolor actual, versus el pasado reciente que es dulce, un recuerdo sin esta herida que punza y quema.

“anhelo estar tendida en la cama como ayer,
mirar la fisura de siempre en la pared,
el vidrio trizado de la ventana,
el color tierra de los muebles”

Y no tan solo de las mujeres que han sido violadas, sino de las que son fruto de violaciones y que no se atrevieron a abortar.

“y la pronuncie
la dije “mama”
y su dolor
su dolor confirmó
la piedra que soy
para su vida”

La autora nos invita a abrir esa puerta tapeada en la que veníamos guardando sufrimiento, transformando los relatos en poemas en los que logra graficar la belleza o sentimiento estético por medio de la palabra de lo más agrio y deslucido, dirigiéndonos a la sensación y la fantasía relacionada con el dolor de la violencia sexual, que logra con creces, te lees el libro y quedas con un nudo en la garganta, aun así, el viaje tiene sus vueltas y la resurrección es resiliencia como demuestra en su último capítulo “Mujer Fénix”: 

“No fue fácil,
no fue fácil conversar,
lavar la piel
quitar ese olor ajeno,
secara bajo el sol,
soltar el muro
y volar lejos del infierno”

Sin duda un libro fundacional y auspicioso para el duro trabajo contra el machismo y la violencia en todas sus formas que ya no se puede seguir guardando bajo la alfombra.

TALCA, enero 2021



 

 

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