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Mauricio González Díaz | Autores |


 

 

 




La poesía como un órgano vital:
Una aproximación a la poesía de Susana Sánchez Rivas


Por Mauricio González Díaz


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Sobre la poeta
Susana Sánchez Rivas (1972) es una poeta chilena nacida en Puerto Montt, ha publicado los libros de poesía Goteras (1985), Una está de viaje (2002, reeditado el 2005 y 2021), Regresos y lejanías (2007), De viajes y otros poemas (2015), Viajes hacia la lluvia (2018), El viaje del Pez (2019) y Los umbrales del olvido (2022).

Lo particular es que en sus libros se reiteran poemas que han aparecido en libros anteriores, como si cada una de sus obras sea parte de una obra “mayor”, digamos que esto podría ser un acto deliberado de la poeta, pues observamos una continuidad en su lenguaje y mundo poético –o un mismo tono– que es transversal en la mayoría de sus libros, los títulos evidencian esto: el viaje como un tema. El tránsito, el viaje interior, el constante diálogo entre los recuerdos y la imaginación. Por otra parte, las portadas con cuadros de Vincent van Gogh, también es un signo que da indicios de cierta sensibilidad presente en la obra.

Sobre la subjetividad
En ocasiones, he visto a Susana leyendo y ofreciendo sus libros en restoranes a la hora de almuerzo o caminando por el centro de Puerto Montt. Un día me la encuentro por calle Rancagua con Vial y le hablo para preguntarle por su primera obra, si es posible encontrarla en algún lugar, y en la misma le pregunto por la portada de sus libros, ya que en todos he observado pinturas de Vincent van Gogh. Me dice que el único que no tiene portada del pintor es Goteras, su primera obra.  Además, me cuenta que Vincent solo vendió una pintura en su vida, por lo tanto, ella sentía que cuando vendía un libro, también vendía un van Gogh y de esa manera expresaba su solidaridad hacia el artista.

Cuento esta anécdota para aproximarnos a la sensibilidad poética que se percibe en la subjetividad construida en la obra de la poeta. En términos gruesos, observamos una sensibilidad que se asemeja a lo que expresara el pintor a su hermano mientras su vida se expiraba: “La tristeza durará por siempre”. Esta expresión expone una visión de mundo atravesada por el dolor, cuya causa es la existencia en sí misma, por esto la poesía en Susana Sánchez se transforma en un órgano vital y el acto creativo es una manera de resistir la herida en que se constituye la vida.

“El arte es para consolar a los que están quebrados por la vida” nos dice Vincent, mientras que Susana en su última obra Los umbrales del olvido (2022) nos dice “Soy un aborto / me aferré / a la entraña de la poesía. / Y me tuve… / Y la vida /me quiso!!! (p. 38). En estas palabras, la subjetividad declara su relación vital con la poesía; es decir, de qué manera el yo, cuya identidad es lo no deseado –la negación a la vida–, encuentra en el acto creativo fortaleza para sostener la vida; lo que duele es habitado por el verso, lo que duele es transformado en un acto estético. Entonces, la poesía funciona como un mecanismo reparador de intimidades quebradas, convierte la herida que es la vida en una posibilidad de reconocerse en ella y, que a la vez ella, permita florecer a través de la poesía a una subjetividad quebrada, dolida.

Insistimos, la poesía es un órgano vital que vigoriza las palpitaciones íntimas. Susana Sánchez elabora un lenguaje nutrido de intertextos, potencialidad expresiva y estados sugestivos a partir de una hablante, predominantemente, en primera persona. Asistimos a la exposición de una intimidad que da cuenta de su fractura e invita a viajar por sus recuerdos, imágenes y ensoñaciones. Es recurrente la presencia de la lluvia, a veces bajo un techo, la noche, el frío, el sueño y una serie de elementos que generan el efecto del ensueño. A esto nos referimos cuando hablamos de estados sugestivos, pues se induce a un estado con el uso recurrente de ciertas ideas. También podemos decir que la poeta halla en la palabra poética no solo un refugio, sino un lugar de resistencia ante la hostilidad del mundo.


“La maldición de vagar
Por ciudades que no me devuelven
los buenos días
ni las gracias.
La miseria de saber
Que ella misma es mi destino…
La miseria es esta madre suicidio
Que mece mi ataúd”.
. . . . . . . . . . . . (p. 13, Los umbrales del olvido)


En suma, la voz que construye el mundo poético se percibe a sí misma extraña a este mundo. Esta característica junto con su lenguaje o retórica son dispositivos que permiten la aprehensión de una zona poética en la que la hablante es un personaje esencialmente centrado en sí mismo, que expresa su viaje íntimo con “un lenguaje sensitivo y concentrado y un dominio de imágenes oníricas a través de la memoria” como dice Nelson Navarro en la presentación de Regresos y lejanías. Estas imágenes se generan por un estado de ensoñación del hablante. El acto de soñar establece una relación entre la imaginación y la memoria como componentes sustanciales a la hora de construir un mundo poético motivado por la ausencia del amado, los recuerdos de la infancia, la añoranza del paraíso perdido, imágenes de la naturaleza o la presencia del sentimiento amoroso.

Sobre el mundo poético
Aquí la casa natal se transforma en una casa onírica, lugar donde “un gran número de nuestros recuerdos tienen albergue” “el espacio que conserva el tiempo comprimido” (Bachelard, 1965, p. 56). La casa natal es un cuerpo de sueños; imagen y recuerdo; imaginación y memoria. Es el lugar que “posiciona a la hablante en una situación onírica para situarla en el umbral de un ensueño donde escarba y descansa en el pasado” (Bachelard, p. 56).


Crónicas de amor
Anoche te he soñado hasta el cansancio
como si éter mortal
hubiesen puesto en mi nariz.
Te soñé hasta que la negra arruga de la noche
despareció
con la blanca pincelada de otro día,
Anoche te he soñado, la madera estaba seca para el invierno.
Anoche te he soñado:
Hoy, cuando desperté:
TODA LA CASA ESTABA TIBIA
. . . . . . . (Uno está de viaje p. 15)


Por esto, el tránsito de la poeta es el viaje por la familia, amistad, amor, lecturas y la soledad; en definitiva, el viaje de su memoria e imaginación, donde la casa es el elemento que permite evocar y el verso la posibilidad de llegar al fondo poético del espacio de la casa. En otras palabras, la voz poética habita oníricamente la casa natal, que es más que habitarla por el recuerdo, es vivir imaginariamente en la casa desaparecida que es como la soñamos; o, dicho de otra manera, se habita la imagen de un recuerdo, el cual es como lo imaginamos y no necesariamente como fue (Bachelard, 1965).

Ahora bien, una de las preocupaciones que vemos es el paso del tiempo; por una parte, la evocación de la infancia, y por otra la realidad, el amor y la ciudad; la casa (dentro versus lo que está afuera), el tiempo de antes frente al tiempo de ahora, el mundo añorado y el mundo real; en este tránsito ocurre el quiebre de la subjetividad.


CUANDO REGRESÉ
He vuelto a sentir
que los bosques envejecen
en la profundidad del tiempo.
¡Ay! De la selva acurrucada
en brazos de los días que terminan
y ¡Ay! de todos los días que no vivimos.
Yo le digo casa a la casa
porque
ahí
aprendí a sonreír
Pero ya no estaba la felicidad
en sus maderas y soles.
Cuando regresé
otra gente había
con sus huellas marcadas en los tablones.
Mi antigua luz
era un juego de artificios
en la pared.
Ahora vengo a quejarme
de haber dejado
que el niño en mi alma creciera
Y SE LLENARA DE PÁJAROS MISERABLES”
. . . . . . (p. 6, Regresos y lejanías).


Notamos que dentro de los componentes que posee esta subjetividad o los elementos que la constituyen es predominante un sentimiento de nostalgia, lo que genera un temple de melancolía, letanía y tristeza ante el mundo que se evoca. No obstante, la casa funciona como el espacio en que la imaginación habita un lugar armónico, familiar, cálido, amoroso.


“Sueño que retorno
a la casa donde jugué.
El hermano está al fondo del patio
como un barco solo
y son australes sus aguas del silencio.
Viene el aroma azul laurel
de las ollas que revuelve la abuela,
un árbol de nubes revienta ante sus ojos.
Sueño que regreso
esta noche
todos los pájaros me llevarán en sus alas
hasta allí.
. . . . . . (p. 9, Uno está de viaje)


Como mencionamos, el habitar de la imaginación se vuelve un estado de ensoñación, donde la casa onírica posee una alta sensibilidad y el mundo poético que se expone pareciera que no se preocupara de las circunstancias contextuales, sino solamente de la historia íntima de una subjetividad. Sin embargo, creemos que, en esta poeta, el ensueño poético creador de símbolos, da a su intimidad una actividad polisimbólica potente, pues el manejo del lenguaje poético más el ahondamiento psíquico que logra la hablante al estacionarse en un tiempo, nos presenta una obra que no se agota en esta simple lectura que expongo.

Colofón
La constancia de una vida dedicada a la actividad creativa y encontrar en ella una posibilidad de florecer y hallar la gaviota en la inmensidad del océano, hace que el verso de Susana Sánchez Rivas alcance una profundidad y densidad poética notable, propia de la escritura que establece un vínculo entrañable entre la vida y el arte, propia de una sensibilidad herida que encuentra en la poesía una manera de sostener y resistir la vida.


 

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La poesía como un órgano vital:
Una aproximación a la poesía de Susana Sánchez Rivas
(Puerto Monnt, 1972).
Por Mauricio González Díaz