La
Stella Díaz Varín
Emblemática y
Señera
Stella Díaz Varín cerró el ciclo
”El lugar de la palabra” de la sala Shakespeare,
con una selección de
los poemas
que la convirtieron en una de las
figuras literarias más
polémicas de la generación del 50.
Por José Miguel Izquierdo S.
Su vida ha cambiado mucho. Stella Díaz Varín, poeta,
tuvo grandes ideales y en su defensa se convirtió en el
principal emblema femenino de “los escritores que, por los años 50
conservaban la esperanza de cambiar al mundo. Queríamos ser honestos,
pero la gente confundió la honestidad con la estupidez”.
Con su
libro ‘‘'Los dones previsibles' o Lenguaje y realidad en la
muerte-vida”, ganó la primera versión del Premio Consejo Nacional del
Libro, en 1993. Un año más tarde, la Casa de la Cultura de Cuba, publicó
en La Habana su selección “Poesías”.
De los años como alumna de
Gabriela Mistral, y de las experiencias como escritora polémica y
combativa, ya no quiere hablar, porque Chile “ha cambiado demasiado,
...ya no vivo en Las Condes ... y sólo me preocupa ser abuela de tiempo
completo”.
-¿Ha evolucionado también su obra?
“Evolución
temática, no. El amor siempre ha estado presente como la razón de ser de
mi obra, pero no es un tema. No existen los cambios temáticos, porque el
amor está en todas las actitudes del hombre. El amor y el dolor son
problemas de vida y no aceptan alteraciones. Son los temas fundamentales
del arte. Y si no, es el odio. Pero tienen mucho en común. Los poetas,
los músicos y todas las expresiones artísticas exaltan o minimizan el
gran sentimiento del hombre y lo que el ser humano es; para qué vive,
para qué no vive: el amor, el odio. Me parece muy frío hablar de
evoluciones. El hombre siempre se acerca a lo que intuye y trata de ser:
un hombre amante y amado. ¿Por qué escribe o por qué danza, por qué
pinta, por qué hace música? Porque tiene amor hacia lo espiritual. En
eso, sólo hay instancias”.
-¿Qué motivó a los poetas del
50?
“Comencé a escribir desde niña. Nací en La Serena ... esas
circunstancias ahora no importan. En realidad, no hubo motivos que me
indujeran a escribir. Hace algunos días, hice un taller en la Escuela
Pablo Neruda, de la población Lo Prado. Uno de los niños me preguntó:
"¿Usted escribió desde dentro cuando era niña o le pusieron un ‘pie
forzado’?.. Casi caí muerta. Le contesté que siempre he escrito desde
dentro. Esa es la maravilla más grande del mundo”.
-¿Tenían ideas
que los identificara como generación? Los jóvenes de hoy ...
“¡No hay
ninguna comparación! Nosotros todavía éramos idealistas. Los poetas de
la generación del 50 creíamos en muchas cosas, como que el hombre no
debe ser indecente. Teníamos que ser honestos, pero la gente confunde la
decencia con la estupidez. Nos sentíamos libres de polvo y paja ... los
burgueses eran lo peor. Nosotros éramos los señeros, los adalides, los
campeadores, flameando una bandera metafísica donde el espíritu estaba
sobre todas las cosas. Teníamos que vivir la maravilla y la belleza.
Ahora no me preguntes nada, porque ya no tengo 25 años y vivo en un
infierno del que trato de salir todos los días”.
-¿Se puede decir
que ha habido progresos o retrocesos en la poesía chilena?
“Neruda
dijo una vez algo elemental. Mientras la poesía exista, va a existir
poesía. ¿Progreso o retroceso? La poesía es mucho más en quien la siente
que en quien la escribe. Su ritmo lo llevas en la oreja, en la cabeza,
en el ojo, en cada yema de los dedos. Es como si estuvieras juntando los
dedos. Siempre me he negado a pensar que la poesía es un don. La poética
de 400 años atrás era diferente, porque nuestro mundo y nuestra
civilización son distintas -con posmodernismos y cuestiones-. La poesía
es diferente, aunque es la misma. Lo que dice el "Cantar de los
Cantares", lo dijo Neruda, lo dijo Huidobro, lo dijo Sancho, Perico y
Diego. Es lo mismo, no hay modalidades. Tampoco se puede definir a la
poesía. Nunca he pensado qué es la poesía, porque en el mismo momento en
que lo haga no voy a volver a escribir un poema. Es algo absolutamente
fuera de mi misma. Existen instantes poéticos en los que tú existes,
pero no se puede decir nada más, porque la poesía trasciende a todo.
Tampoco sé lo que siento cuando escribo, porque me encuentro totalmente
ida”.
-¿Cómo transmite esos instantes?
“El espacio ideal para
transmitir la poesía es donde el hombre se constituye como ser humano,
como ente amante de la belleza y de lo que le rodea, porque el hombre
vive no solamente por sí mismo, sino también por lo que le rodea. El
sitio donde el hombre puede evidenciar la poesía es justamente su
ámbito, su lugar, su lar, su estadio, su población, y donde todo el
mundo lo está esperando para escuchar la palabra. Cuando el hombre emite
su palabra, ahí está su poesía”.
-¿Qué efecto tiene la palabra
poética en el receptor?
“La de comunión con el emisor. Desde el
mismo momento en que el creador emite poesía, el receptor también hace
poesía”.