SOLEDADES DEL BARROCO: AMÓRFOR DE SALOMÓN VALDERRAMA
AMÓRFOR, Poesía de Salomón Valderrama
Lima, Sol Negro Editores. Julio 2008. 52 págs.
Por Paul Guillén
La inclusión de cuatro epígrafes desde el plano fonético es una de las claves de este libro. Cito el primer epígrafe: “Tado peasuo bandacedo us hemucedo. / Purqoa ne hoy ciorpa qoa separto tento loz duscanecido”. No es circunstancial que así inicie su viaje Amórfor, este fonetismo apunta al lenguaje como eje generador del libro, esta experiencia no tiene punto de continuidad con las vanguardias, sea dadá, letrismo o concretismo, dicho fonetismo se resuelve, en el último poema del libro “Viti… Viti: Vida es su juego”, en el despliegue de un español andino con diversas sonoridades léxicas, semánticas y políticas que nos remiten tanto a una resistencia ideológica como simbólica: “Pistelencia labios miseria desnuda / Jaspe requisas padres envinción / Gintil camino beriló luna….”. En ese sentido, entendemos el neobarroco de Salomón Valderrama (La Libertad, Chilia, 1979) como una forma de preguntarse por las identidad(es) nacional(es) y supranacionales. En conjunción con esta idea, uno de los puntos básicos en que incide el libro es la relación entre conceptos opuestos como nacer / morir (“Poeta”), mal / bien (“Belleza helada”) o belleza / pobreza (“Despera oh Vida…”), de este último poema nos interesa remarcar uno de sus versos: “Buscador del grano de Tomás Moro en la mano”, en una de las páginas de Utopía de Tomás Moro se puede leer: “recuérdese algún año estéril e infecundo en el cual se hayan muerto de hambre muchos miles de hombres. Si se hubieran abierto los graneros de los ricos, habríase hallado en ellos tanto grano que, repartido entre los que perecieron de hambre y de indigencia, nadie habría notado las inclemencias del cielo y de la tierra”, esta apuesta de buscar el grano de Tomás Moro se plantea como una búsqueda por el lenguaje o dentro del lenguaje para expandir sus precarios límites, en esta instancia, Amórfor se nos revela como un libro de alta intensidad política, por ello podemos afirmar siguiendo a Mauricio Beuchot que: “el neobarroco responde a una crisis económica y política de inflación, a pesar de la globalización, la cual deja, de manera semejante, a muchos pobres a su paso”. Sobre la filiación neobarroca de este libro remito al ensayo “El neobarroco: una convergencia en la poesía latinoamericana” del poeta cubano José Kozer, en dicho ensayo se propugna dos líneas de escritura en la poesía latinoamericana: una línea fina y una línea espesa, para el crítico venezolano Guillermo Sucre se trataría de una línea transparente y otra línea de enmascaramiento (Cf. La máscara, la transparencia. Ensayos sobre poesía hispanoamericana). Esta línea espesa, prismática, intrincada, turbulenta, densa, no causal, no progresiva, asimétrica estaría representada por el neobarroco, pero también en obras antecesoras como Trilce de Vallejo, dentro de esta línea neobarroca, Kozer distingue tres modelos básicos: ligeros, medianamente ligeros y pesados. En esta última categoría se inscribe la poesía de Valderrama. Amórfor, en ese sentido, se engarza con las obras del español-mexicano Gerardo Deniz, del peruano Reynaldo Jiménez, del uruguayo Eduardo Espina y del brasileño Wilson Bueno.
Es interesante reparar en el nombre del libro como un eje significante de la enunciación poética. Lo “amorfo” nos remite a una forma sin forma, pero esta forma que no tiene forma, denominado como lo amorfo, en Valderrama es “amórfor”, no llega a ser lo “amorfo” es lo “amórfor”, en ese sentido es “algo” que es mucho más que lo amorfo y por ello no tiene una forma o no forma conocida ni en el mundo natural ni en el mundo de la ciencia. Así es, como este neologismo se instala en el mundo de lo a-natural o contranatural. Esta poesía es un neobarroco particular a la peruana, su tradición más cercana sería Martín Adán, Vallejo y José Pancorvo. Retomando el tema del título sería extraño hablar de este “amórfor” que no tiene forma, instalado en lo a-natural, en conjunción con el empleo del soneto en su forma tradicional: dos cuartetos y dos tercetos; o en su forma inusual: dos cuartetos, dos tercetos y un estrambote o envío compuesto por dos versos finales (“Poeta”), (“Amórfor”), etc. El empleo de la rima y del soneto sólo nos está remarcando que este mundo a-natural o contranatural no es una simple negación de la forma, sino que esta forma sirve como soporte de la idea de artificialidad respecto de este mundo antinatural. En ese sentido, los sonetos de Valderrama son perversos, autistas, instalados fuera de la razón, violadores en el amor, amorosos en la violación, pedófilos, desquiciados. El poeta de Amórfor es conciente del tiempo de violencia, corrupción y muerte que nos ha tocado vivir, de esa manera, postula un sujeto poético ambiguo, ambivalente, raro, no secuencial, no lineal, disperso, fragmentario, en esa apuesta reside, en buena parte, su luminosidad, su pasión y su ira.