En el formulario de declaración de renta que anualmente distribuye la Dirección de Impuestos Internos, se enumeran las distintas actividades rentables que existen. Hay de todo o casi de todo, porque en ella no figura la profesión de escritor.
La burocrática omisión no es una casualidad. Entre nosotros, los escritores tienen prestigio, aparecen frecuentemente citados en los diarios, se les entrevista sobre distintos tópicos, hasta a veces lo llaman para ser jurados para eventos tan trascendentales como la elección de la canción que nos representará en la OTI o para elegir a Miss Chile. Sin embargo, no se suele asociar la actividad de escritor con la del trabajo. El escritor escribe, no trabaja. Esa es la visión generalizada que, por cierto, está muy ajena a su realidad.
Para muestra algunos botones.
Un escritor amigo me contaba que había sorprendido una conversación entre la empleada de su casa con su hija profesional. "Usted —le decía la empleada— yo veo que trabaja mucho y su mamá también. Se lo pasa todo el día en su oficina. En cambio su papá... ¿Qué hace él? Escribe, escribe y escribe".
Segundo botón.
Una novelista de gran prestigio me contaba que su trabajo diario matinal era interrumpido constantemente por llamadas de amigas. "¿Qué estás haciendo?" —preguntaban las amigas. "Estoy escribiendo" respondía ella. Y ante esa respuesta las amigas se aferraban al teléfono,
contándole los últimos chismes y describiéndole el vestido que se acababan de comprar. Pero esta historia tiene un happy end. Quiso la suerte que un día, mi amiga novelista, decidiera no escribir esa mañana y dedicarse a su cuidado personal. Sonó el teléfono y la consabida pregunta "¿Qué estás haciendo?" "Me estoy lavando el pelo" contestó la novelista. Ante esto, quien llamaba se deshizo en excusas y cortó la comunicación inmediatamente. "Desde que eso ocurrió —me comentó mi amiga novelista— cada vez que interrumpen mi trabajo de escribir con una llamada telefónica, digo que me estoy lavando el pelo. Santo remedio".
Pero el problema es mayor aún. Este insólito trabajo que es el escribir no sólo se realiza cuando se está frente a la hoja de papel, escribiendo sobre ella, sino, también, cuando el escritor permanece largo tiempo en silencio, tratando de alcanzar en su imaginación la metáfora precisa, la palabra que se le escurre, la historia que se redondea... Y yo me pregunto ¿existirá la esposa y esposo de escritor o escritora que se convenza alguna vez que cuando uno está aparentemente mirando el idílico vuelo de una mosca se puede encontrar en cambio en el momento cumbre de su creación?
Lo que siempre ocurre es que al verlo o verla en ese estado semicatatónico el esposo o esposa digan "Oye... tú que no estás haciendo nada, por qué no me ayudas con...?
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com El trabajo de escribir
Por Sergio Vodanovic
Publicado en La Nación. 4 de julio de 1992
