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Presentación de «Lubricán» de Tamara Orellana Valdivieso
Editorial Libros del Amanecer, 2020. 56 págs.
Por Soledad Escobar
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Lo más bonito de leer a Tamara es que uno puede adueñarse de sus palabras y así descubrirle el sentido a cada una de las metáforas y a cada una de las imágenes y si eso no se encuentra en la propia experiencia uno lo puede soñar, porque leer Lubricán es un conjunto de imágenes que juntas arman el rompecabezas de una película.
Si tuviera que describir este libro en una frase, diría, como escribe Tamara en el poema “Cuestión de naturaleza” que es monstruoso en su belleza. La poesía de Lubricán nos lleva a las tinieblas justo antes de ponerse el sol, allí donde se vive la lujuria y donde la realidad es más tenebrosa, pero más hermosa a la vez.
Los versos de Lubricán construyen una historia donde la voz principal invoca e interpela a un otro, a un mal amor. Es un libro que se atasca en los terrenos pantanosos de la pasión, donde la protagonista se lanza en caída libre, sin medir consecuencias y sin paracaídas, al amor. Un amor conservado en cenizas, donde todavía existe una vaga esperanza que se sostiene apenas en las experiencias del pasado.
Un amor que fue único, digno de relatarse, un amor tormentoso, un amor que no responde. Un texto solitario lleno de claroscuro, invocación y honestidad.
Al leer este poemario todos, o supongo que todos, podemos identificarnos y recordar a ese gran amor que pudo ser, ese amor que prometía ser un cuento intenso y sin precedentes, ese amor de otro planeta, tan particular que vivía en un mundo independiente. Pero parece que esos amores no prosperan, parece que se transforman en historias que inundan nuestras cabezas, que se rebalsan con el paso del tiempo y que se convierten en marejadas que empapan nuestra existencia y mojados es más difícil avanzar.
Lubricán nos invita a revivir un erotismo que enciende los corazones de los más escépticos. Nos enfrentamos a un erotismo que palpita debajo de las sábanas, en el crepúsculo, en las sombras, en el ayer y en la nostalgia. Esta historia podría ocurrir en una sola noche, el solsticio de invierno, la noche más larga. Después de eso sólo queda una canción que se repite en la cabeza.
Una historia que nunca fue, un amor violento, que igual que en la canción de Los Tres, nos deslumbró y nos fulminó, igual que mi poema favorito del libro, que se titula Lamia, que quiere decir figura mitológica de gran poder seductor, característica que podríamos atribuirle a la voz de este libro. El poema dice así:
No te resistas más.
Tú sabes que tu vida
luciría preciosa
en mi boca.
¿Cómo no enamorarse con esas palabras? Yo no me podría resistir ¿Qué le pasa al amor que es tan escurridizo?, ¿Qué le pasa al amor que es tan injusto? Bueno, de justicia mejor no vamos a hablar, porque ya deberíamos haber aprendido que no existe.
A Tamara le agradezco por sus palabras, por crear un mundo sutil y escandaloso, por abrirnos las puertas de los sentimientos y por dejarnos espiar su privacidad y darnos cuenta que todos hemos tenido un mal amor. Y por último por Resistir en invierno, uno de sus poemas.
La mañana más fría fue aquella
cuando tuvimos que dejar
tu hogar
y caminar juntos al paradero,
resistiendo,
cada uno con las manos
en sus bolsillos.
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