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Fabián Casas, Premio Anna Seghers de Literatura 2007

Discurso de Timo Berger
Academia de las Artes de Berlín, Noviembre de 2007
Traducción de Rery Maldonado

 

Estimad@s Damas y caballeros,
Hace algunos días fuimos a parar a un pequeño club en el Hamburger Berg, después de una lectura, muy cerca de la Reperbahn. Una DJ de cabellos cortos pinchaba viejos discos de vinilo. En el interior, alrededor de un metegol,  se apiñaba un grupo de Rockers vestidos de cuero. Frente a mí estaba sentado Fabián Casas, con un whisky doble on de rocks en un vaso cuadrado.

Yo no creo en un tiempo lineal, dijo Casas. Este encuentro ya tuvo lugar en realidad antes de que yo viajara a Alemania, incluso antes de que yo comenzara a escribir, dijo. De alguna manera esa afirmación era correcta – las canciones que habíamos oído incontables veces cada uno por su cuenta- la banda sonora de nuestra juventud se diría, volvían a nosotros desconocidas y nuevas.

Yo recordaba como debí haber conocido a Casas años después (¿o fue antes?), en la presentación de un documental sobre poesía argentina de los años 90; una cinta movida y subexpuesta, en la que poetas del under declamaban sus versos y discutían apasionadamente sobre poesía. El centro cultural del barrio Abasto ya no existe. La zona alrededor del mercado central es hace tiempo un lugar repleto de restaurantes trendi y edificios de departamentos bien vigilados.

Pero en aquel futuro de salas repletas de humo de improvisto estaba Casas frente a mi, detrás suyo se amontonaban los protagonistas del documental alrededor de una barra de bar demasiado pequeña. El club en Hamburgo y el centro cultura en Abasto – ahora los dos lugares se agolpan en la memoria, a pesar de los 10000 kilómetros y las 12 horas de vuelo, dos idiomas y los siete años que median entre ellos.

Si hay algo que caracteriza al autor Fabián Casas es sobre todo su maravillosa facultad para asociar personas y lugares que de primera  poco tienen en común. El no ha respetado nunca las fronteras entre la Cultura, escrita en mayúsculas, el Camp, Trash y el Pop, tampoco los beneficios atribuidos a los distintos géneros literarios, poesía,  prosa, ensayo. El dijo una vez: “La Cultura escrita con mayúsculas no existe para mi, para mi solo hay una cultura, aquella que cruza y mezcla todo lo que encuentra. Yo apuesto por que las personas se encuentren (…) y lo que a mi más me interesa es estar en uno de esos cruces ” .

En los textos de Casas, Frank Zappa, Syd Barret, Hegel, Schopenhauer, Darte Vader y Bushido no son citas sino figuras. Sus poemas son a un tiempo Ensayos-Bonsai y perfectas canciones pop, que desarrollan a lo largo de varios versos una tesis y terminan en líneas de enganche, que se quedan en la memoria durante mucho tiempo después de haberlos leído. Tanto en sus textos poéticos como en los narrativos, Casas consigue construir metáforas a partir de escenas sueltas, capaces de capturar y transmitir el sentimiento de toda una generación. Esa generación a la que le toco en suerte ser hija de la dictadura militar (1976- 1983) y que después de la “guerra sucia” de la Junta contra la propia población, empezó a preguntar: ¿Que sucedió? Y: ¿que ha quedado de los grandes planes y sueños de la izquierda brutalmente masacrada?

El escritor y crítico argentino Alan Pauls acusó a Casas hace poco de ser populista y de poseer una estética regresiva; una acusación que no ha quedado sin respuesta. Pero, y esto es lo mas interesante – así llegamos a la segunda de las cualidades que caracterizan a Casas- la respuesta no proviene de su contexto inmediato, sino de las filas de poetas jóvenes, cuya escritura ha sido considerablemente influenciada por el trabajo de Casas. Ellos refutaron al crítico con otro tipo de lectura. Una lectura que se aproxima mucho a la lógica de la cultura rock suburbana de los años 70 y 80 y a la localización de los textos en Boedo, un barrio sureño de la capital argentina, en él que en 1965 nació Casas.

Pero el Boedo de Casas no es un lugar que pueda ser comparado con el espacio geográfico homónimo. No es un reservorio, en el que uno vaya a encontrarse con los orígenes. Boedo se presta para el relato de una comunidad imaginada. Es mucho mas un lugar sentido, que sobrepasa las fronteras impuestas por el mapa, rodeado por objetos pertenecientes a la industria cultural, de consumo y ficción. Y existe tanto en el Hamburgo actual, como en Buenos Aires, en Nueva York o Tokio. Boedo es una parte de Horla-City, bautizada así por Casas, aludiendo al moustro fantástico imaginado por Guy de Maupassant. Una ciudad que es la proyección de otras muchas ciudades, que una y otra vez lleva al Yo reflexivo hasta el pánico, arrastrándolo hasta los límites de la locura, pero que al mismo tiempo lo inspira a escribir/describir  su mundo,  para asegurarlo o guardarlo en si mismo.

Percy Bysshe Shelley ha escrito en su A defense of Poetry: “Poetry lifts the veil from the hidden beauty of the world, and makes familiar objects be as if they were not familiar (...)” Objetos familiares se convierten de un momento a otro en cosas ajenas. La visión diseccionadora del poeta revela su segunda naturaleza.  Lo presupuesto conocido, lo autobiográfico, han sido siempre el punto de partida para el trabajo de Casas. No es de extrañar que ya en su primer libro de poesía aparezca la figura de “Fabián Casas”, que se observa ante el espejo. Uno de sus poemas políticos “Ezeiza”, jura sobre la imagen de un primo mayor, que introdujo al autor en la moda y la música del momento, y que después se paso a la clandestinidad con una célula izquierdista del peronismo. Pero lo cercano conocido que condiciona el principio del proceso creativo, se encuentra en la obra de Casas siempre superpuesto por al menos una segunda voz, desconocida, que transfigura lo inmediato y personal. Esa segunda voz permanente, que Casas llama su Musiquita, es la que ha dado a sus textos la posibilidad de transmitir las experiencias de sus coetáneos y es la que se ha convertido en una carga explosiva de lo político y lo poético.

Cuando Casas comenzó a escribir, la corriente predominante era la del Neobarroco. Poemas con acabados fastuosos, en los que crepitaban correspondencias tonales y que imponían el uso global de la lengua. Casas no podía ni quería seguir ese modelo. Sus poemas eran distintos, estaban compuestos sin escafandra, en versos cortados al milímetro, embebidos del argot callejero, el jergón de los reporteros de fútbol – Casas fue durante mucho tiempo periodista deportivo- e influidos por la lectura de poetas anglosajones (Ezra Pound, T.S. Elliot, William C. William) por lo general en traducciones al español. Casas dio a oír un tono original e inusual, que gobernados por una oralidad pintoresca, así como por una retórica intertextual lejana a lo florido. Fundó junto a otros poetas jóvenes (Daniel García Helder, Martín Prieto, Laura Wittner, Martín Gambarotta) un nuevo estilo, el de la poesía objetiba que siempre extralimitó los meandros rigurosamente observados del Neobarroco y eligió otros modelos que hasta entonces estaban replegados en los márgenes, releyendo por ejemplo al incomparable poeta argentino Joaquin O. Giannuzzi (*1924, †2004).

Ya el primer libro de poesía de Casas: Tuca (1990) lo convirtió en uno de los poetas contemporáneos más importantes de Argentina. Un lugar que fue confirmado con sus siguientes trabajos: El Salmón (1996), Oda (2003), El spleeen de Boedo (2003) y El hombre de ouveral (2006), así como su novela Ocio (2000) y varios tomos de cuentos. Hace poco fueron publicados sus ensayos completos bajo el título: Ensayos Bonsái, en el prestigioso sello editorial Planeta.

A pesar de su fama temprana, Casas siempre se ha expresado en tono irónico sobre los así llamados grandes escritores, abundantes en la literatura argentina, y se ha distanciado de ellos. Si algo podemos aprender de él, es a auto contemplarnos como individuos creadores que no se toman demasiado en serio a si mismos. No solamente el material de la poesía, el lenguaje, esta desde el principio subscrito a lo supraindividual, también la escritura –como es entendida por Casas- es parte de un accionar colectivo. Una discusión con lo tradicional, el texto de lo contemporáneo y la anticipación de lo venidero. En eso se basa la responsabilidad civil de los intelectuales en su opinión – idea que comunica a Casas directamente con Anna Seghers. Por eso parte de la dotación de este premio irá destinada a apoyar a José Luís Mangieri.

Mangieri, que entre tanto tiene casi 83 años, es un legendario editor comunista, que no se dejo intimidar por la dictadura militar argentina y con su editorial Libros de Tierra Firme mantuvo en alto la antorcha de la literatura durante los años del terror. El fue también el primer editor de Casas.

Déjenme leer para terminar un poema corto, en el que puede apreciarse de manera exacta la poética de Fabián Casas. Escrito originalmente después de una visita a la tumba de su madre, muerta prematuramente, en varias páginas. El texto luego fue retrabajado en un taller de escritura creativa organizado por el autor, en el que Casas se encontraba con varios amigos poetas. Al final queda un texto exento de todo sentimentalismo. El impulso personal, las ideas y los sentimientos frente a la madre están fuera del poema y lo que permanece es esa segunda voz, la ajena, que abre el poema a distintas posibles lecturas. Pero escuchen ustedes mismos:

Paso a nivel en Chacarita

Los chicos ponen monedas en las vías,
miran pasar el tren que lleva gente
hacia algún lado.
Entonces corren y sacan las monedas
alisadas por las ruedas y el acero;
se ríen, ponen más
sobre las mismas vías
y esperan el paso del próximo tren.
Bueno, eso es todo.

(de ‘Tuca’, 1990)

 

 

Referencias

-  Por qué un pibe de barrio no puede leer a Schopenhauer? Entrevista con Fabián Casas en: Página 12, Martes, 16 de Enero de 2007,
URL: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-5096-2007-01-16.html>.

-  Claudio Iglesias y Damián Selci, “A los reales seguidores de la crítica”, en Exito e-zine, Nr. 19, 2007,
URL: < http://www.revistaexito.com/n19/pauls1.html>.

-  Percy Bysshe Shelley, A Defense of Poetry, URL: <http://www.bartleby.com/27/23.html>, S. 13.


 

 

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