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A cien cuadras del centro y otros poemas: una primera visita
Timo Berger. Editorial Germinal, 2011. San José - Costa Rica
Por Alfredo Trejos
Cartago, Costa Rica, Julio de 2012
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La ciudad poética de esta obra de Timo Berger afortunadamente es cómplice de mi ciudad de carne y de concreto. La de a diario. La casi inadvertida. Ambas están hechas de fragmentos que se asocian en una sola sorpresa. Cada poema es un día a la vez. Es una pausa impostergable. Estos poemas se embrocan en las paredes del lector y le notifican que jamás volverá a depender de su destino. Ecuánime ante los despojos, Timo recurre a una nostalgia con trazas de crueldad y brinda presencias fantasmales que nos someten a una versión fugaz del “Método Ludovico”. Nos obliga a ver. Y entonces sí: la realidad es una prismática moneda que por incontables semanas llevamos con nosotros, manoseándola.
En A cien cuadras del centro y otros poemas hay una corriente telegráfica hospitalaria y justa. Más que justa: íntegra. Timo da la impresión de que adivinó su propia contemporaneidad años antes de que fuera un hecho manifiesto. Casi estoy convencido que este libro fue memorizado en un breve trance y escrito de un tirón. Casi. Poesía tan bien ajustada únicamente surge de un lúcido y feroz trabajo. Es algo que no deja de organizarse ante tus ojos; siempre algo mínimo pero que te dice lo que te dice a borbotones. La cotidianidad de sus líneas te involucra con el fatal vicio de vivir.
A cien cuadras del centro y otros poemas sesudamente nos informa de las mutaciones de esa ciudad que nos toca o bien podría tocarnos con algo de buena o mala suerte. Como ante un jurado de hijos de vecino expone las evidencias de su caso. Así Timo Berger quiere refundir en nuestra mente las excentricidades, las ligerezas, los divertimentos de los días que nos tocan. Con decaído humor “tropicalizado” guía la comparsa de nuestra delatora identidad.
Timo Berger en esta obra es un autor que se presta a las querencias, pero no mucho, lo que es envidiable y enigmático. Se presta lo suficiente como para quedar tablas con su propia historia y engatusarnos. La pura verdad es que uno termina queriendo tener más cosas en común con esa realidades, con ese exotismo urbano, deforestado y mal pagado del que Timo nos cuenta cosas. Lo que Timo Berger logra en este libro es inusual: incide profundamente en la vida.