HETEROTERMOS SOBRE BALDOSAS
Sin ranura alguna y puestos uno
al lado del otro, edificios, garajes
mercadería china, casas chorizo.
Delante de blandas fachadas, ausencia
de jardines; las terrazas, en cambio
amplias en los techos, se amontonan
como piezas de un juego de tablero
entre patios y pozos de ventilación
el temblar de los colectivos, el traqueteo
de la caja de cambios, cuando la ida
y vuelta de la fuerza de carga, esa
musiquita adoquinada, abre grietas
finas por arriba de la pileta, a la par
los vecinos rugientes que arrastran
como heterotermos sus cuerpos
por baldosas, mientras en algún lugar
alguien se ducha y miembros y
vajillas se hunden en detergente.
Una vez por semana viene la mujer de
la limpieza y una factura por debajo
de la puerta, un código de inquilino
con siete cifras; el reacomodado orden
de los viernes: sobre la repisa la foto
borrosa de la última pérdida, una rosa
fresada en una copa de cristal y un timbre
insistente un día que nadie baja con llaves.
MICROCLIMA
En las esquinas de las calles
que tomadas por un conjunto
formarían octaedros
se perpetuaron y siguen
perpetuándose bandas
una juventud de vagabundos
que domina únicamente
cuadras o distritos enteros
con sus preferencias musicales
y una micropolítica basada
en el barrio mental:
“¡Aguante Mataderos!”
La Renga a morir, “¡Villa
Luro, barrio rolinga!“
A veces, se lee sobre
los ladrillos marrones
ese revoque recién
pintado de amarillo
o de un blanco verdoso
sencillamente: “Amo
a mi chica/ lease más
en mi blog”.
PROFESOR DE CASTELLANO
PARA EXTRANJEROS
Fumar con los alumnos en el recreo
puede evocar recuerdos ambiguos:
alguna vez el payaso de la clase, siempre
un gnomo en vigilia con tres acordes
en la ronda alrededor de una fogata
cancionero: House of The Rising Sun o
rock nacional, las chicas más lindas/
se fueron primero. Es cierto, carpas
en el fondo, pasto, botella que gira.
Choque de labios mojados, ruborizado
él por error o por las reglas del juego
un descuido y la guitarra en llamas.
Ahora bien, veinte años más tarde
con sus dólar—discípulos de afuera
enseñando tonos y modos porteños;
a esa rubia gringa, a esa tremenda
tana de rulitos; excursiones incluidas
escort a full; una mano que se hunde
en el cabello ajeno, los ojos clavados
en las olas del Tigre, una tabla resbaladiza
en el fondo de la lancha y un salto hacia
atrás para demostrar su espíritu abierto
o las ganas de nadar en las aguas
podridas del bando argentino.
HECHO EN PERÚ
Un huayno chilla por el canal de Ayacucho TeVé
atención, son las seis de la mañana, Maicito Pelo
d’Ambrosio —el Hombre Poncho en su tapado de alpaca—
canturrea: “Ay Macito, eres peruano como yo”.
En un bar de Los Olivos (Cono Norte) por la noche
el presentador de Diana Cari y los Mágicos del Amor
pregunta al público: ¿De dónde son Ustedes? ¿Qué lugar
tachamos del mapa con el próximo pedido?
Ay Maicito, La Nueva Perú luce en un letrero de la
Panamericana.
Esta noche, te prometo, Diana Cari, todo el país será una
Fiesta Chica, tú y yo seremos Mil Melodías de Nuestra
Tierra. Y una caravana de la cordillera que deja su carga en
los lockers de Lima.
SEXO Y REVOLUCIÓN
Cuando en la Sierra Madre desconectan
el oxígeno con los nietos de Castro
en la llave de seguridad...
la boina del odio tapándote la cara
y la policía te saca la ficha
recorriéndote todo el cuerpo...
cuando Ceci en una plaza céntrica
expira Gran Performance
sos mi guerrillero preferido...
cuando echan la danza de Mussolini
en trompetas de flores, 48 horas
y con ojos de comic
y detrás de ustedes un camarero de ginebra
sobre la caja registradora
adjunta un precinto de oro...
cuando el breakbeat gotea en tu vaso
y los retazos de las fachadas modernas
relucen vuestro bozal escabulléndose
por debajo del alambre hacia jardines ministeriales...
cuando rige Piola garcha bien y la explosión
de los opuestos no evacua
ninguna crisis, recién ahí
las entradas serán bloqueadas
en una maniobra concertada y vos
podrás meter mano aunque seas filmado.