Proyecto Patrimonio - 2008 | index | Teresa Calderón | Autores |


 

Elefante
(RIL editores, 2008)

Teresa Calderón.

 

*


Un elefante entrenado
Puede aprender en pocos meses
A expresar en lengua coreana

No
Gracias
Perdón.

Presionando un poco
podría enseñarnos algún secreto
de su humanidad

Y vive 80 años


*

Un humano civilizado
es decir, entrenado
es decir, educado
puede aprender a decir:

No
Gracias
Perdón.

Pero solo expresa
en lengua indecente:
ándate al cuerno
que te parta un rayo
muérete carajo.

Y vive 80 años.


*


Un elefante sabe lo que sabe
está en su código ancestral
forma parte de sus derechos humanos.
 
Un humano no revela enigmas.
Los guarda en su hermético egoísmo.
No respeta siquiera la ley de la selva.


*


Un elefante vive 80 años.
En su memoria genética conserva el instructivo
para seguir la huella de la muerte
lejos muy lejos
donde nadie llorará lágrimas de cocodrilo
ni de elefante.


*


Es simple
se recuesta
en ese lugar remoto
sobre los restos de sus parientes de ruta
y cierra los ojos
para abrirlos en el cielo de los elefantes


*


Un elefante
lleva luto por sus parientes
presenta reacciones dramáticas
ante el cadáveres de otro elefante.

Respeta huesos y restos
de otros ejemplares de su especie.

Un elefante no necesita patio 29

Cuando reconoce un cadáver de elefante.
regresa sistemáticamente
a investigar los huesos y colmillos
regados por el camino.

Un elefante siempre visita
los huesos de sus parientes.


*


Un humano
luce orgulloso su bestialidad
Y vive 80 años.

Vive 80 años
pero maldice su transitoria inmortalidad:
muy poco tiempo para aprender
lo que le está permitido a un elefante.

Luce orgulloso su bestialidad
orondo en su libre albedrío
y en pleno desuso de sus facultades mentales


El año 1944 mi padre tenía 14 años.
Miraba catálogos de las editoriales
en el invierno de Los Ángeles.
Creía saber dónde quedaba
el cementerio de los elefantes.

Y lo sabía.
El cementerio de los elefantes
quedaba en la Editorial Nascimento
en Santiago de Chile.
El panteonero era Arnaldo Cipolla.

Mi padre vivía en Los Ángeles en 1944.
Tenía 14 años
cuando mandó a comprar
El cementerio de elefantes.


*


Mi padre era cazador de títulos.
Antes había sido cazador de moscas.


*


Y mientras tanto
La segunda guerra mundial.


*


El cementerio llegaría por tren
una mañana de neblinas y garúas
trayendo los datos del ceremonial
que tanto le intrigaba.
Y tenía 14 años.


*


Mi padre pensaba en los elefantes
pensaba en el futuro.
Papá elefante pensaba que siempre
tendría 14 años
y el tren continuaría
trayendo sus encargos.

Un elefante entra corriendo a una aldehuela de Kenya.
Las calles son estrechas y las casas frágiles.
Un cuerpo de elefante es torpe y es pesado.
La carrera de elefante arrasa con las casas y las cosas.

A eso el hombre lo llama barbarie, devastación,
lo llama violencia, agresión de bestia, lo llama.
No lo llama dolor de animal herido.
No lo llama horror de animal desamparado.
No lo llama animal perdido tras la manada.


*


Entonces el hombre grita
constata lesiones
en la comisaría más cercana a su domicilio,
que ya no existe
porque pasó un elefante desamparado.

Entonces viajan enviados especiales
la televisión se despliega
en efectos especiales.
Corresponsales del mundo
en cadena internacional
mostrarán la masacre,
el exterminio, dicen.

Nadie repara
en un elefante solitario
animal herido
que tiene hambre
y tiene sed
y está perdido
en la evolución.


*


Un elefante mira sus colmillos,
le crecen como dientes de leche.
Pero viene el hombre y se los roba
para peones de ajedrez
figuras de marfil
piezas de dominó
instrumentos musicales
mangos de cuchillo
aisladores eléctricos
bolas de billar.
En elefante blanco
lo transforman.

El resto
se lo disputan
los ilógicos zoológicos.


*


Un hombre
Asesina elefantes
sin medir consecuencias
para el resto de la manada
o desatar estallidos de dolor.


*


Eso no lo entiende el presidente Bush.
Eso no lo entiende el papa Ratzinger.
Eso no lo entendieron nunca
los dictadores latinoamericanos.


*


Los científicos sospechan
que de una generación a otra
se transmiten sentimientos de rencor
y desconfianza
hacia la raza humana
sentimientos que se remonta al archivo genético
cuando la caza furtiva.


*


Estudios apuntan que este trauma
ha creado una generación de elefantes
"adolescentes delincuentes"
kamikaze, gurkas, neonazis
talibanes fundamentalistas
frentes patrióticos, anarquistas
brazo armado del Partido por los Elefantes.


*


Sin embargo,
qué duda cabe,
son inocentes elefantes
que buscan resarcirse
de sufrimientos remotos.


*


Los elefantes
visitan a sus enfermos
como manda el cristianismo,
siente algo parecido a la compasión.
Se ayudan se acompañan
cuando están enfermos
y se rinden homenaje
cuando alguno fallece.


*


Una elefanta que agoniza
es una elefanta protagonista.
Entonces recibe asistencia
de alguna hembra de otra familia,
intenta ayudarla a incorporarse
varias veces con sus colmillos.

La elefanta muere
y allí mismo
recibió las condolencias de otras familias.
Muestran dolor por el cadáver,
lo huelen lo tocan
con sus colmillos y patas.
Es genuino interés por sus enfermos
agonizantes o ya muertos,
aun sin tener un vínculo directo.

Aquí cabe entonces
Seguir los consejos de Cortázar
el elefante argentino:
Conducta en los velorios.

 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2008 
A Página Principal
| A Archivo Teresa Calderón | A Archivo de Autores |

www.letras.s5.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez S.
e-mail: osol301@yahoo.es
Elefante, poesía de Teresa Calderón.
Ril Editores, 2008.