LO QUE EL OJO NO VE, LA IMAGINACIÓN LO ATRAVIESA «Niños en el río» de Teófilo Cid. Coedición Inubicalistas y Caxicondor.
Valparaíso, 2022.
35 páginas Por Juan Yolin
Publicado en LA ANTORCHA MAGACIN, junio 2023
Todos los vecinos de mi barrio duermen siesta pero hay chicos que golpean puertas fastidiando: piden pan y no dejan escribir los mejores poemas sobre el hambre.
Jorge Montealegre, Alta Poesía
La reedición de este poema fundamental en la obra de Teófilo Cid sugiere una feliz coincidencia: el empuje que movió a Claudio Guerrero (en co-edición de Inubicalistas y Caxicondor) a trabajar Niños en el río (1955), se cuadra con la reciente publicación de Escritos sobre literatura (Ediciones Tácitas), una gruesa compilación de 500 páginas sobre la prosa publicada por el poeta en la prensa de su tiempo. Dos ángulos que se condicen con el renacimiento actual de un goce por la poesía de alguien que se entregó, de manera radical y descreída, al mundo que le tocó vivir. El autor de este fatal poemario es así una presencia que se mantuvo en sintonía permanente con otras escrituras, sabedor de literatura francesa y del siglo de oro, pero también de sus contemporáneos. En un diario regional se dice que aún persisten textos por descubrir y es allí donde percibo la llama viva de su término: quizá la escritura del máster de la noche sea también el sueño de una odisea continua, verbal y rítmica, que seguirá configurándose conforme pasen los años.
“Los verdaderos poemas son incendios”, escribe Huidobro, pero con este libro propongo sustituir el sustantivo ‘incendios’ por ‘témpanos’. El hecho que da pie a la escritura de este poemario es, como explica Guerrero, algo que “se deduce que el poeta ha sido testigo o ha escuchado por cercanos, o simplemente es una exposición poética de un hecho recurrente hasta hace muy poco en la historia de Chile: la muerte de los niños que habitan las caleteras del Mapocho”.[1] El arte tras el diseño editorial, trabajo de Cristian Olivos, remite a una atmósfera gélida y sofocante. El retrato del autor, los grabados que muestran a unos niños arrimados bajo un techo de estalactitas, esculpidos por el frío, o bien, siendo llevados por las turbias aguas del Mapocho, todo en estricto azul, le otorgan a esta edición un aspecto bruto, de superficies irregulares que no disimulan y aprovechan su forma expresiva, destacando la sinuosidad de sus formas. “Solamente la noche los amó”, escribe el autor estremecido ante una historia que va contra la vida, va contra el amor, y sin embargo, vida y amor aquí persisten, enfrentándose a una muerte tan perecedera como el horror que puedo intuir apenas. Este libro es una suma de elementos que despliegan un cuidado pensamiento visual, lo que abre camino para una búsqueda del poema en su negatividad: la actualización del horror que no cesa de adquirir otras formas; el sometimiento a un modo de vida obstinado en mostrar sus aristas más mezquinas.
Aprovecho un breve paso por Santiago para situar la escritura de esta presentación: llego a Puente Purísima, lugar que por los años de la Patria Vieja conectaba a los barrios de La Chimba y Recoleta. Pienso que fue por acá, en la extensión del río que llega hasta Cal y Canto, donde puedo acercarme a una potencial lectura del texto. Estas coordenadas fueron también uno de los puntos más frecuentados en la llamada “Guerra de las piedras”, espacio donde acudían chimberos y santiaguinos lanzando piedras de un extremo al otro, y en caso de herir a sus contrincantes, salir en su persecución. “Esta última circunstancia era sólo favorable a los santiaguinos”, explica el músico y cronista portaliano José Zapiola, “que, llegando a los ranchos situados en el río y encontrándose abandonados, saqueaban como vencedores. No era precisamente por robar sino por imitar la guerra en todos sus pormenores y, más que todo, por el instinto de hacer daño inherente a los niños”.[2] Mapocho, cuyo nombre se cree es una contracción del vocablo mapudungun “mapucheco”, que significa “agua o río de los mapuche”. El roto Mapocho, decía Lemebel, “quizá lo único rebelde que le queda a esta ciudad”. Miro el cauce que por aquí insisten en llamar río e imagino que antes fue agua salubre, descendiendo según el eje de la tierra y los cuatro puntos cardinales. Mapocho bajando por Cerro el Plomo, serpenteando a través del valle, desembocando en el río Maipo y perdiéndose en el mar. Leo este poema y advierto la cochina lágrima en la que se ha convertido.
“Los demás también mueren/ como tú, gota a gota,/ hasta que el mar se llena”, escribe Gonzalo Rojas, a quien podríamos considerar una suerte de cuarto del grupo Mandrágora, a sabiendas de que si bien publicó tres poemas en la revista del mismo nombre, su presencia no pasaba de compartir junto a Braulio Arenas, Enrique Gómez Correa, Jorge Cáceres y Teófilo Cid como espectador en las lecturas de este movimiento surrealista y antifascista sin reservas. Visito estos tres versos rojianos para tratar, brevemente, el símbolo del agua en este libro. “Están unidos y vuestras lágrimas podrían/ separarlos./ Bajo los puentes/ Donde el río parte en dos el egoísmo”, nos lleva a pensar que cada una de estas vidas, por más olvidadas que hayan quedado, remiten a un río, cursos, grecas, es decir, son parte del flujo de las formas y su posibilidad de unión. Niños en el río te transporta a la ribera opuesta, al costado donde llegan los piedrazos, en los albores del Cementerio General, donde los carros fúnebres supieron esquivar, con algún grado de éxito, las piedras intercambiadas. Su escritura, el tiempo acumulado que arde sin excepción frente a los ojos de quien lee. Y en el borde del poema, siguiendo a Montalbetti, se encuentran los niños, en el punto exacto donde todos los ríos conducen a la mar.
Mayo de 2023 / Valparaíso.
___________________________
Notas
[1] Guerrero, Claudio. Niños en el río (1955): poética realista en Teófilo Cid. Anales de literatura chilena (2019): 209-212.
[2] Zapiola, José. Recuerdos de treinta años. Santiago: Editorial Zig Zag (1974): 74
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com LO QUE EL OJO NO VE, LA IMAGINACIÓN LO ATRAVIESA.
«Niños en el río» de Teófilo Cid. Coedición Inubicalistas y Caxicondor.
Valparaíso, 2022. 35 páginas.
Por Juan Yolin.
Publicado en LA ANTORCHA MAGACIN, junio 2023