POEMAS SECRETOS Ediciones de los Anales
de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1965
LA PORTADORA
Y si
te amo, es porque veo en ti la Portadora, la que, sin saberlo,
trae la blanca estrella de la mañana, el anuncio del viaje a
través de días y días trenzados como las hebras de la lluvia cuya
cabellera, como la tuya, me sigue. Pues bien sé yo que el cuerpo
no es sino una palabra más, más allá del fatigado aliento
nocturno que se mezcla, la rama de canelo que los sueños agitan
tras cada muerte que nos une, pues bien sé yo que tú y yo no
somos sino una palabra más que terminará de pronunciarse tras dispensarse una a otra como los ciegos entre
ellos se dispensan el vino, ese sol que brilla para quienes nunca
verán.
Y
nuestros días son palabras pronunciadas por otros, palabras que
esconden palabras más grandes. Por eso te digo tras las pálidas
máscaras de estas palabras y antes de callar para mostrar mi
verdadero rostro: "Toma mi mano. Piensa que estamos entre la
multitud aturdida y satisfecha ante las puertas infernales, y
que ante esas puertas, por un momento, llenos de
compasión, aprisionamos amor en nuestras manos y tal vez nos
será dispensado conservar el recuerdo de una sola palabra
amada y el recuerdo de ese gesto, lo único
nuestro".
PARA HABLAR CON LOS
MUERTOS
Para hablar
con los muertos hay que elegir palabras que ellos reconozcan
tan facilmente como sus manos reconocian el pelaje de sus
perros en la oscuridad. Palabras claras y tranquilas como el
agua del torrente domesticada en la copa o las sillas ordenadas
por la madre después que se han ido los invitados. Palabras
que la noche acoja como los pantanos a los fuegos
fatuos.
Para hablar con
los muertos hay que saber esperar: ellos son miedosos como
los primeros pasos de un niño. Pero si tenemos paciencia un
dia nos responderán con una hoja de álamo atrapada por un espejo
roto, con una llama de súbito reanimada en la chimenea con un
regreso oscuro de pájaros frente a la mirada de una
muchacha que aguarda inmóvil en un umbral.
EL VINO
DERRAMADO
Cuando las
últimas casas del pueblo tienen miedo y las calles tiemblan como
mangas de camisas al viento porque se acerca el cuchillo de la
noche, aparecen cardos que traen los mensajes blancos de la
mañana desterrada.
El silencio rodea y oculta la
aldea desde la garita del guardacruzadas cuyo fantasma aún
viene a ver si pasan trenes, hasta la bodega que todavia sueña
con carretas. El silencio que sólo permite el agrio chirrido de
las norias y me acoge en la plaza como a un antiguo compañero
de curso.
El cielo es el espejo que se acerca para recoger
el aliento de un moribundo. Pero un solo cardo puede vencer la
noche. Un cardo blanco que atraviesa el pueblo esperando que
alguien lo atrape.
De pronto se oyen caballos que cruzan
el puente de madera. Hay ancianos que se despiertan para oirlos
recordando las leyendas que iluminaron el oro sombrío de los días
otoñales. Algo indecible revelan y el vino derramado de la
oscuridad significa alegria.
DONDE UNA VEZ
Donde una
vez los ríos de los días fluyeron arrastrando
luciérnagas, ahora los resecos lechos acunan duendes
burlones que en la noche descuelgan las estrellas dejadas por
los amigos aldeanos.
Donde una vez las tijeras de las
mareas rompian las rocas, ahora las cadenas de las
lluvias amarran a todos los viajeros.
Donde una vez los
niños jubilosos gritaron su descubrimiento del mar de los
delfines, ahora desiertos sin arcas no atesoran ni la plata de
un pez.
Donde una vez las trompetas de los bosques
amarillos derribaron los muros de las nieblas, ahora ni una
mano podria hallar el árbol de la buena suerte.
Ahora
solos, solitarios en el centro del espacio los proscritos que
aún no se conocen velan al borde de las hogueras esperando el
estatllido de las nuevas navidades.
DARÍA TODO EL ORO DEL
MUNDO
Daría todo el
oro del mundo por sentir de nuevo en mi camisa las frías
monedas de la lluvia.
Por oír rodar el
aro de alambre en que un niño descalzo lleva el sol a un
puente.
Por ver aparecer caballos y cometas en los
sitios vacíos de mi juventud.
Por oler otra vez los buenos
hijos de la harina que oculta bajo su delantal la
mesa.
Para gustar la leche del alba que va llenando los
pozos olvidados.
Daría no sé cuánto por descansar en la
tierra con las frías monedas de plata de la lluvia cerrándome
los ojos.
DETRAS DE LAS COLINAS
Detrás de
las colinas siempre es invierno Hay becasinas lentas sobre las
vegas y cazadores que acechan su vuelo. Hay amigos que han
esperado años para compartir un viejo vino.
Detras de las
colinas siempre hay niebla el alba no amanece sobre yermos de
ortiga ni en cuclillas al sol el sastre del tiempo cose
nuestra mortaja.
Detrás de las colinas siempre es
invierno y la muerte se abre como una mano donde cabe toda la
noche, mientras aquí sobrevivir es una vieja y gastada
historia.
Detrás de las colinas siempre es
invierno.
POEMAS ANTES DE SER
POEMAS
1 Aún quedan en el barro pequeñas huellas del
queltehue muerto esta mañana.
2 Una locomotora de hojalata abandonada entre
malezas. Una araña teje en ella su red y sólo atrapa una gota
de rocío.
3 Mosca, que sobrevives al verano, al fin tengo
alguien con quien hablar
4 Nieva, y todos en la ciudad quisieran cambiar de
nombre.
5 Un gato vagabundo instalado sobre el cerco es más
grande que el parque y la casa señorial extendidos detrás
suyo.
6 Nos dejan de herencia la Bomba. Pero ella
caerá sólo sobre nosotros.
7 Los perros rodean en el patio al invitado triste de
los domingos. Sólo los gorriones lo saludan.
8 Yo me invito a entrar a la casa del vino cuyas
puertas siempre abiertas no sirven para no
salir.
9 Bajo una misma lámpara unos escriben
poemas otros falsifican moneda.
10 Temo no verte
más cuando la pompa de jabón que impulsas por la ventana se
lleva reflejado tu rostro.
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