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Poemas de Tonino Guerra
desde Los bueyes (1972)

Versión al español de Stefano Strazzabosco


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Tonino Guerra (Santarcangelo di Romagna, Italia, 1920 - 2012; su apellido se lea como si fuera Güerra) publicó su primer libro de poesía en dialecto romañolo, I scarabocc (Los garabatos, 1946), poco después del fin de la segunda guerra mundial, casi al mismo tiempo que escribía y publicaba también los libros de narrativa La storia di Fortunato (La historia de Fortunato, 1952) y Dopo i leoni (Después de los leones, 1956). Siguieron muchas obras tanto de poesía como de prosa: entre las primeras recordamos I bu (Los bueyes, 1972), Il miele (La miel, 1982), La capanna (La cabaña, 1985), Il viaggio (El viaje, 1986), Piove sul diluvio (Llueve sobre el diluvio, 1997), Quartetto d’autunno (Cuarteto de otoño, 2001); mientras que sus obras narrativas más destacadas son L'equilibrio (El equilibrio, 1967), L'uomo parallelo (El hombre paralelo, 1969), Millemosche (Milmoscas, con Luigi Malerba; 1969-74), I cento uccelli (Los cien pájaros, 1974), Il polverone (La polvareda, 1978), I guardatori della luna (Los observadores de la luna, 1981), L'Aquilone. Una favola del nostro tempo (El Papalote. Una fábula de nuestro tiempo, con Michelangelo Antonioni; 1982), Cenere (Ceniza, 1990), A Pechino fa la neve (En Pequín hace la nieve, 1992). Su libro más reciente es: Polvere di sole. 101 storie per accendere l’umanità (Polvo de sol. 101 historias para prender la humanidad, 2012).
Durante toda su vida trabajó como guionista para muchos directores de cine italianos y europeos: entre otros, Michelangelo Antonioni (La aventura, La noche, El Eclipse, El desierto rojo, Blow-up, Zabriskie point, etc.); Vittorio De Sica (Matrimonio a la italiana, Los girasoles, etc. ); Federico Fellini (Amarcord, Y la nave va, Ginger e Fred); Andreij Tarkovskij (Nostálghia); Francesco Rosi (Hombres contra la guerra, El caso Mattei, Crónica de una muerte anunciada, La tregua, etc.); Paolo y Vittorio Taviani (La noche de San Lorenzo, Kaos, etc.); Theo Anghelopoulos (Viaje a Citera, El vuelo, Paisaje en la niebla, El paso suspendido de la cigüeña, La mirada de Ulises, La eternidad y un día, etc.).
En el pueblito de Pennabilli, en donde vivió a partir de 1989, creó un ambiente mágico con sus intervenciones artísticas en medio de la naturaleza: el Huerto de los frutos olvidados, el Santuario de los pensamientos, el Jardín petrificado, el Ángel de bigotes, el Refugio de las madonas abandonadas, etc.
A lo largo de su existencia Tonino Guerra ganó también muchos premios: el más reciente es el “Sigillum Magnum” otorgado por la Universidad de Bolonia en 2010.

 

 

Los gansos de la Pancha

Cuando aún me sacaba bolitas de la nariz
y le jalaba la cola a mi gato,
yo estaba chico, pero tan chico todavía
que a primera vista nadie me veía.

Y un día que me sentí ya grande
chequé el ambiente y ¡zas! crucé la puerta:
- Ahora sí me voy, me voy hacia mi suerte
me vale todo el mundo, y ¡basta con las órdenes!

Salido de mi casa, ¡los gansos me gustaron!
Me eché a correr tras ellos, con ganas de espantarlos;
y de repente ellos, aleteando fuerte, me vienen justo en cima...
Y ¿qué podía yo hacer? yo, pues, lloré.

 

 

Al final del pueblo

¡Qué cosa allá en los cielos!
Lluvia que cae con nieve.
El viento arrastra arriba
del mar un papel amarillo
pegado a un hueso de durazno.

La tempestad que viene
se va a llevar a todos.

Pero al final del pueblo
hay un hombre en una cama
quien sin abrir los ojos
toma en la oscuridad,
no quiere despertarse.

 

 

El fin del mundo

Las ruedas de las carretas
se pararon,
las pipas de terracota
se quemaron la tarde
que velábamos entre los pajares;
las paredes están viejas
las grietas bajan
como los rayos.
El clavo del reloj solar
precipitó.

 

 

El gato sobre el chabacano

Él era un loco
que pretendía ser un animal
entre las ramas del chabacano.

Su pobre padre era el hombre más bueno que hubiese
en la casa se abrazaba a los roperos
para cerrar los cajones con su rodilla.

Y le decía: - Anda, Luisito, bájate;
escucha a tu papito –
Pero el loco se agazapaba entre las ramas
y toda la noche maullaba como un gato.

 

 

La muerte

A mí la muerte, pues
me hace morir de miedo
se dejan muchas cosas
que no se vuelve a ver:
amigos, familia,
los árboles del Paseo con sus olores,
la gente que encontraste
solamente una vez.

Quisiera morirme en invierno, cuando llueve
tan fuerte que anochece temprano,
y afuera los zapatos se ensucian por el lodo
y la gente se junta en los cafés
alrededor de la estufa.

 

 

La huerta

Ésta es nuestra huerta: un pedacito de tierra
cerrado por un muro
en donde están sepultados los huesos de los gatos muertos,
y el abuelo lo cuida
con sus tarros de semillas y de frijoles secos
y su palita con el mango largo
que repone detrás de la casa.

En el verano hay un poco de todo:
maduran también los chícharos
y berenjenas negras junto a la lechuga.
En el invierno hay sólo coliflores
con sus hojas plagadas de hoyos
y el abuelo se queda mirando en la ventana
porque disfruta el calor.

 

 

Los dos escarabajos

Dos escarabajos se encuentran
y se miden con la mirada;
se besan por delante,
se besan por atrás,
y se van.

Después se regresan
y se abrazan;
se dan una mano, dos, tres,
se miran la panza,
se la rascan,
se hacen cosquillas,
y se van.

Después se regresan,
se rompen un brazo, dos, tres,
se clavan las garritas en las orejas
se aturden,
se abren sus panzas
y se las chupan, despacio y con los ojos cerrados.

Pasa por ahí un tercer bicho;
los besa por delante
los besa por atrás
y se los come.

 

 

Los ladrillos

Mi abuelo hacía los ladrillos
mi padre hacía los ladrillos
yo hago ladrillos también:
¡ay, los ladrillos! Pero no tengo mi casa.

Hice la nueva iglesia del Sufragio
hice las casas más bonitas del pueblo
hice las torres, los puentes y los balcones
y la gran villa del patrón, bien ubicada
pero no tengo mi casa.

 

 

Si ganamos nosotros

Si ganamos nosotros voy a ir a tu casa:
voy a hacerte recordar lo que me hiciste
te voy a morder la cabeza y por doquiera.

Pero si ganamos nosotros acabaré
teniendo mucho por hacer,
y ojalá tú no me andes jodiendo
con que te deje en paz en nombre de tus hijos;
y si me ves, por azar, detrás de tu casa
no te pongas a temblar ocultándote con las cortinas,
que sólo vinimos a medir la calle.

 

 

El agua

El agua en el vaso
el agua en el canal
el agua en el río
y la vez que también yo toqué en el hombro
el agua del mar.

 

 

Pregunta

No es que tenga ganas
de compararme a nadie,
pero cuando me caí de la bicicleta
me lastimé las costillas,
las manos y los pies.

Y ahí viene mi pregunta:
¿Quién soy yo?
Y mis heridas, ¿se parecen
a las del Señor?
O sea, ¿podría yo aprovechar
el don que me tocó?
¿Podría yo hacer milagros?
¿Podría vender virgencitas, por ahí?

 

 

Mi nombre

Si Uds. me garantizan que pondrán
mi nombre en mayúsculas en la portada del periódico
vaya si no me chingo hasta a mi madre.

 

 

La tos

Mi casa está tan arriba
que se escucha la tos de Dios.

 

 

El aire

El aire es esa cosa ligera
que queda alrededor de tu cabeza

y se torna más clara cuando tú te ríes.




 

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(desde "Los bueyes", 1972)
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