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Sexo, alcohol y planetas azules
Las dunas del deseo I. Thomas Harris. Das Kapital Ediciones, 2009, 299 páginas.
Por Patricia Espinosa
Las Ultimas Noticias. 13 de Noviembre de 2009
En el libro Las dunas del deseo I, el más reciente poemario de Thomas Harris, se configura al unísono un viaje y un viajero. Es un trayecto de terror o viaje al infierno donde está en juego la ruina o la posible salvación. Como en un relato de carreteras futurista o un cuento folclórico, el viajero se desplaza por el tiempo y por un universo decrépito, desde un hotel nauseabundo de Concepción, ciudad degradada en tanto origen sacro, muy al interior de un continente llamado “Putamérica”.
Desde la cita, que a veces es un homenaje y otras una ironía, el libro cubre diversos momentos de la historia literaria y filosófica universal. La actitud cultista es en parte compensada por el uso de un lenguaje popular chileno. Una de las citas fundamentales del volumen es a Cordelia, el personaje de Shakespeare. La enloquecida Cordelia, que no deja de pensar en sexo, es el eje de este poema-relato. Una figura de autoridad que impone la necesidad del viaje, porque el planeta Tierra está a punto de extinguirse y el viajero deberá transitar por el cosmos en busca del “planeta de especias”, que permitan abrir el tapiado sexo de Cordelia.
Recuperar el deseo es, en última instancia, el primer objetivo del viajero. Éste es un personaje acosado por la autoinculpación, un antihéroe licencioso, un vicioso de la fornicación y el alcohol: es, en fin, el curagüilla, el que lleva un pellet, el que mira la luna y le da sed, el que vive pegado a la muerte y a la sangre, pero que todavía pretende la salvación. La búsqueda del lejano planeta azul, como la flor azul de Novalis, símbolo de la poesía, es finalmente el objetivo mayor; pero acá no hay lugar edénico, al contrario, hay un continuo desarme de cualquier heroicidad.
La poesía de Harris está cargada de una visualidad que da cuenta de la corrupción por medio de un frenético desfile de personajes, voces y sucesos; todo tiende a configurar un universo que, atrapado por el mal, se cae a pedazos y donde inmiscuirse en la degradación en vez de profundizar la desesperanza, la revierte.
Las dunas del deseo I logra sortear el barroquismo y la retórica del desenfreno discursivo mediante una propuesta estética clara y definida. Es un volumen en donde la calma no tiene lugar y sólo queda la palabra desesperada que multiplica sus focos, que juega con la infinitización de las imágenes, que merodea y se instala en la plenitud de la claustrofobia lingüística. Harris consigue llevarnos a la reflexión sobre la poesía convertida en espectáculo, a través de peleársela al desencanto como un estado posible de conjurar mediante la acción, aun cuando el final de ese conjuro sea desde ya predecible.