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Presentación del libro Las Dunas del Deseo I, de Thomas Harris
DASKAPITAL 2009
Por Gustavo Barrera
En Las dunas del Deseo I. El Culo Azul, vemos a nuestro antiguo navegante, aquel errabundo de Cipango pasar de la Conquista de América a la Conquista de la Tierra, del Universo y del Cosmos, pero esta vez, -para resistir estas travesías- cuenta con una tripulación abyecta y juega a estar loco. Con esa poderosa coraza, -la demencia- desafía a la Imaginación, a escritores, (Bataille, Shakespeare, el Marqués de Sade, Paul Verlaine, Frank Herbert, Lacan, Kafka, Milton, Homero, Voltaire, Vallejo) a personajes literarios y a la Crítica, planea el crimen perfecto de la Belleza, promete mostrar cómo son realmente las rameras de las Dunas del Deseo y escribe el guión para un buen relato de amor con dos cuerpos como héroes en una historia sin significados ni significantes, sino con sudor, excrecencias, semen, sangre y poluciones.
Los verdaderos relatos transmigran y es imprescindible este viaje a buscar las especias perdidas que volverán a unir el sexo y el corazón. En este último poemario de Thomas Harris, el navegante ha evolucionado. Ha adquirido más experiencia, más conocimientos, más audacia y por sobre todo, más locura. La Conquista del Viejo Continente fue casi un paseo infantil que le abrió el apetito para incursionar los espacios del Hombre y su mente. Entonces decide partir sin Cartas, con mástiles imaginarios y las velas de las ganas en una Nave negra empujada por alcohol puro. Navega por la Historia de las conductas humanas, sale de la Tierra y entra al Cosmos y otros espacios siderales desconocidos. Se posesiona de Arrakis y le importa muy poco lo que diga Frank Herbert. Desde esas alturas atisba y se convierte en un cazador de relatos. Las conductas que más le seducen del Hombre son su naturaleza guerrera y su necesidad imperiosa de follar. Hay que imitar y convertirse en experto en el acto de culear sin corazón. Las películas triple x y una fiel cerveza Heineken lo ayudan.
Como avezado cazador de relatos sabe que estos pueden transmigrar, pero hay un problema, transmigran las historias y sus personajes, pero no el lenguaje y su gramática de la muerte. Eso no lo saben los Críticos, ni siquiera las estanterías de la Biblioteca Nacional. El lenguaje de la Épica, el de las Redes Informáticas analizados por los post estructuralistas vale hongo ante los ojos del villano de estos poemas a quien le interesa más dejar un registro de su paso por el Cosmos o Antro Sideral.
Este soy yo, afirma el navegante psicoanalizado por Ronald Silver el Largo, quien ha ascendido desde antipsiquiatra de la Aldea a antipsiquiatra del Cosmos. ¿Pero, qué salvará a la Humanidad? Ya lo dijimos. Solo, volver a unir el sexo y el corazón, para lo cual es necesario este viaje a buscar las Especias perdidas a las Dunas del Deseo cuyas pistas están en los libros. La misión es compleja. El viajero está solo, a la deriva y apenas cuenta con una tripulación de dobles abyecta de argonautas proscritos.
Mientras atisba a los cazadores de relatos comprueba que ni la sequedad ni la miseria erosionarán sus ansias de narrar. Llega a la anticiudad Concepción de Chile en Putamérica, a su residencia el Hotel Amapola, lugar donde a pesar de que la violencia arrecia, no muere nadie. La muerte allí se va de carreteras y nuestro navegante la sigue y se encuentra con los pandilleros de la muerte, los sexos, los perros y todas esas muertes de leprosos, sifilíticos y borrachos, poetas angustiados y judíos en los campos de exterminación. Termina varando en la Biblioteca Nacional donde una bibliotecaria cruenta e impertérrita llena de várices acuna la Gramática de la Muerte.
En este Viaje todo se ha transmutado en un solo punto cardinal: el abismo y la caída del Capitán Harris hacia su propio abismo. Y es el propio capitán Harris el villano de estos poemas quien intenta que el antipsiquiatra del Cosmos le trate su adicción a la Muerte y la adicción al dolor imaginario que es igual al dolor real, porque la carretera del exceso desemboca en el túnel de la tristeza.
Y ese descubrimiento, es altamente probable, que lo induzca a planificar un nuevo viaje, porque aún no todo ha sido revelado ni resuelto.