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        LOBO. 
          Thomas Harris.          
          Lom, Santiago, 2007, 92 páginas. 
        Biografía poética
          Por Pedro Gandolfo 
          Revista de Libros de El Mercurio, 
          Domingo 28 de Octubre de 2007
         
         
        No cabe duda de que Thomas Harris (La Serena, 1956) es un poeta autoconsciente,   que elabora un poema estructurado de manera cuidadosa, pensado hasta en sus   detalles en toda su extensión, con oficio y  conocimiento de la tradición   literaria acerca del tema que aborda, reflexivo y seguro. Su poesía es sólida y   eficaz; dirige con soltura las riendas del lenguaje para crear una atmósfera   lúgubre, cruenta y asfixiante.
conocimiento de la tradición   literaria acerca del tema que aborda, reflexivo y seguro. Su poesía es sólida y   eficaz; dirige con soltura las riendas del lenguaje para crear una atmósfera   lúgubre, cruenta y asfixiante.
          
          Lobo posee un fuerte carácter narrativo.   Es, en rigor, una biografía (en parte en versos, en parte en prosa poética)   desde el nacimiento de su protagonista y hablante, Lobo, hasta su muerte. En el   decurso de esa vida, en la cual concurren, además, la Esfinge, el sacerdote   negro, los cazadores del Deseo, los gemelos asesinados, la Loba, William Blake,   entre otros personajes-símbolos, Harris transmite invertidas, proyectadas en el   espejo de esta bestia acosada por siglos de cultura, una suerte de antropología   y teología "negras", usando la recurrencia, la reiteración y la variación en   torno a motivos similares como recurso formal principal. Lobo no es un conjunto   de poemas hilados por un vago pensamiento o intencionalidad o azarosamente   agrupados por la fecha de su composición; es una obra unitaria en la que cada   poema obedece a una concepción prevista y objeto de una revisión esmerada. Así   se propone y así se lee.
          
          El ambicioso ejercicio poético de Harris tiene   resultados interesantes y atractivos, pero no deja de plantear dudas. La   principal de aquellas es, en lo formal, una insuficiente elaboración o   desarrollo de los recursos líricos a través del mismo, los cuales muestran una   cierta inmovilidad en su discurrir. Esa falta de progresión se echa   especialmente en falta en un poema que trata de una metamorfosis, que dramatiza   y cuestiona el cambio del lobo al hombre y viceversa.
          
          El otro problema   es, lo que podría llamarse, el "excedente de significados explícitos" (o de la   tentación de decir más de lo que se puede decir), problema que aparece rematado   por el "Epílogo final". Para "entender" este poemario bastaría, en efecto,   dirigirse a la página final, titulada "Epílogo" (no tanto una paráfrasis cuanto   una especie de resumen crítico). Allí el autor, con una prosa clara, nos explica   sus propósitos, subraya los elementos principales que el lector tiene que   considerar, indica las principales referencias literarias y deudas que   reconocer, esboza algunas reflexiones acerca de "la licantropía al revés" que el   poema aborda. Es bastante dudoso, sin embargo, que el autor tenga control sobre   el significado de su poesía y, en cambio, es seguro que su decir está siempre   más acá o más allá de lo que pretende. Esa página final, entonces, ¿qué papel   juega? ¿Es necesario justificar un poema, explicarlo y sintentizarlo? Si esa   página es correcta, el extenso poema que la precede se debilita. Si no lo es,   habría que entenderla en una clave irónica, aunque ello no parece funcionar con   el tono general de la obra. La sensación de que faltó ambigüedad en los versos y   contención del significante subsiste; aunque el simple empeño de lograr una   "economía de medios" es una regla demasiado fácil de recomendar, Lobo clama, por   momentos, por mayores fisuras y tensiones formales para acrecentar así el   espacio de la poesía e imaginación del lector.