Lucidez y Ebriedad
Perdiendo la batalla del Ebr(i)o. Al Aire Libre Editorial, Tomé, 2013. 99 págs.
Por Francisco Véjar
Revista de Libros de El Mercurio. Domingo 25 de agosto de 2013
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Este nuevo libro de Thomas Harris (1956), titulado Perdiendo la batalla del Ebr(i)o, nos introduce en el mundo de la dipsomanía, desde una perspectiva autobiográfica, literaria y cinéfila. El autor confiesa sentirse afín al actor galés Ray Milland, protagonizando la clásica película "Días sin huella", basada en la novela de Charles Jackson, The lost weekend. Filmada el año 1945 y dirigida por Billy Wilder fue pionera en el tema del alcoholismo. No en vano, se eligió para la portada de este poemario la fotografía de la escena donde aparece Milland arrimado a la barra de un bar en Nueva York, bebiéndose un corto de whisky. Y es desde ahí donde nace la poética de este volumen.
Pero aquí el hablante lírico se sitúa en Concepción o en las cercanías de Tomé. Incluso en Santiago y sus alrededores. Y entre esos ires y venires, los personajes que lo inspiraron son Malcolm Lowry, Raymond Carver, Charles Baudelaire, Edgar Allan Poe, Alfonso Alcalde y Joseph Roth, entre otros. De este último apunta, en el poema en prosa que lleva por nombre JE NE COMMENCE PAS (Resumen): "-Quelque chose pour commencer, Monsieur? -le pregunta el camarero al cliente, escribe Claudio Magris al comienzo de su bella semblanza de Joseph Roth, el santo bebedor, quien sentado, absorto y silencioso, en la mesita de un pequeño bar parisiense, no se decide a qué pedir, o no atina a pedir nada, ni siquiera un aperitivo, un 'corto', como decimos en Chile. -Je ne commence pas -contesta finalmente Roth, mientras acaricia obsesiva y melancólicamente sus bigotes amarillos de nicotina-. Yo no tengo nada para comenzar, ya estoy acabado".
En estas páginas se hace visible, además, una mezcla entre las vivencias de Harris y sus constantes alusiones a poetas de su promoción, como Carlos Decap o Alexis Figueroa. No en vano, en los versos de "Réquiem para el Malcolm Lowry de Chiguayante", anota: "Ahora te reflejas en todos los espejos/ De todos los bares que habitaste perdido y navegando/ En los sargazos de tu redoma de alcohol puro./ Y te ves reflejado como Malcolm Lowry en El Farolito (...)/ Recuerdas los rostros furtivos y desvaídos/ De todos los conjurados de las tabernas:/ Carlos, Roberto, Juan, Álvaro, Julio, Alexis, Osvaldo".
Nos encontramos ante una obra confesional que no está exenta de nostalgia, dolor y hasta de cierto elogio al alcohol. En el poema, "La partida (Neruda-Lowry)", asevera: "Bebiste, bebiste, bebiste:/ Ahora es la hora de partir, abandonado./ Solo, beberás en el Bar de la Eternidad,/ si hay, en la eternidad,/ el consuelo de un bar".
Y si quisiéramos dilucidar el título de este libro, el lector deberá retrotraerse a la Batalla del Ebro que aparece retratada en la novela Bajo el Volcán de Malcolm Lowry. Allí se narra la sangrienta batalla a orillas del río Ebro, a fines de los años treinta, donde es derrotada la República por los fascistas españoles. Lowry ve en esa debacle el derrumbe social de su época y lo asimila con su propio desastre ante la vida y la embriaguez. Tal es el caso de Harris y su generación, pues la mayoría de lo escrito en estas páginas, rememora la década de los ochenta.
El imaginario de Perdiendo la batalla del Ebr(i)o, está poblado de momentos luminosos y de aparente lucidez e intensidad que dan ciertos estados alterados de conciencia, donde finalmente hay hallazgos y pérdidas. Y justamente ese es el mérito de Thomas Harris, transformar una experiencia nada fácil de llevar, en auténtica poesía.
Nos encontramos ante una obra confesional que no está exenta de nostalgia, dolor y hasta de cierto elogio al alcohol.