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Thomas Harris explora lo siniestro entre drones, vecinos y Netflix
En su libro más reciente, el poeta les da una vuelta de tuerca a los monstruos de la juventud
Unheimlich. Poemas de amor, deseo y muerte, RIL Editores. 2019
Por Leonardo Sanhueza
Publicado en Las Últimas Noticias. 27 de Mayo de 2019
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Hace menos de dos años, Thomas Harris publicó una antología de su destacada y extensa obra poética, En el mismo río, preparada por él y aparecida bajo el sello de Ediciones Universidad Diego Portales. En su calidad de revisión retrospectiva, el libro proponía una mirada conjunta de casi cuatro décadas de creación literaria, como cerrando círculos y amarrando cabos sueltos: algo así como el balance de una vida dedicada a la poesía, mezcla de inventario de resplandores e informe de control de daños, de celebración y autopsia, de respiro y desasosiego.
Al parecer, luego de ese balance, Harris emprendió un examen urgente y más descarnado de todo eso, de su situación como poeta, como hombre, como sujeto en un mundo cada vez más extraño y hostil. Eso por lo menos dejan pensar sus textos más recientes, que acaba de publicar bajo el título de Unheimlich. Poemas de amor, deseo y muerte, recién lanzado por RIL Editores.
Como resumiendo uno de los aspectos claves de su poesía, el título en alemán alude al concepto sicoanalítico de lo siniestro, la "inquietante extrañeza" que Harris ha explorado en buena parte de sus libros recurriendo a símbolos, personajes e ideas en que la cultura de masas se entreven con la tradición literaria, como el Hombre Lobo, los vampiros, los héroes y monstruos del cine de clase B. En sus nuevos poemas, sin embargo, ese ámbito espeluznante aparece en la normalidad actual de sujetos que se echan a ver Netflix y buscan viejas amistades en Facebook, como también en una revisión autobiográfica de un sexagenario que mira hacia atrás y hacia delante al mismo tiempo, poniendo de manifiesto el punto critico en que el erotismo, la memoria y la vitalidad están siempre a merced del acoso constante de la muerte y sus disfraces.
Likes y pubis. Como leitmotiv del libro aparecen los amores de adolescencia y las pasiones juveniles, que una y otra vez saltan al futuro para interrogar al protagonista ya viejo. Así, mientras se entristece porque le bajan los "likes" en sus posteos de Facebook ("de 120 a 60 de 60 a 23"), el sujeto lo siente "como cuando de la página de portada / de El Mercurio pasas a un recuadro/ arrinconado del diario", pero también le recuerda a cierta vecinita que usaba bombachas blancas y que un día lo mandó a la punta del cerro por haberle mentido, dejándole sólo el recuerdo de haber vivido un tiempo feliz e irrepetible, en el que el único "like" "era el que te susurraba la chica al oído / y tú le respondías con tu lengua en su cuello/ pubis a pubis,/ pecho a pecho, / respirando entrecortado".
Máxima franqueza. En sus poemas, Harris hace también una especie de ajuste de cuentas
con las imposturas literarias, contrastándolas con la realidad prosaica del presente y con su propia voz, que parece obligada a atenerse con la máxima franqueza a los hechos. El dron municipal que sobrevuela el barrio, la red de tensiones personales entre los vecinos de un condominio o la inmigrante haitiana que conversa en creol con el conserje que habla mapudungun son algunas de las imágenes que interrogan al poeta y lo ponen en un nuevo escenario para la imaginación. El mundo alucinado de antes, lleno de vampiros y monstruos, aparece así en una dimensión acaso más siniestra, porque está presente en los espacios más humanos y cotidianos: la ducha, el escritorio, la cama, cualquier parte en que los fantasmas de la juventud puedan colarse entre las fragilidades de un sesentón que al despertar no halla cómo asegurarse de haber salido del mundo de los sueños.
Extrañeza en el balcón
El poema que le da título al libro, "Unheimlich", está cruzado por la sensación de irrealidad que a veces provoca, paradójicamente, la realidad. Ahí, un sujeto se queda dormido viendo "Twin Peaks", sueña que es joven, despierta sobresaltado, ve que ha empezado a nevar y sale al balcón a mirar. Al final se lee: "mi mujer me abrazó por la espalda / y me dijo: mira cómo nieva y comenzó a sacar fotos / con el teléfono y yo pensé que no hay un copo de nieve / igual a otro copo de nieve".