El Tsunami Del Río Paraguay
Presentación Del Libro
Laboratorio De Escritura Creativa VI
(Ediciones Pornos, Asunción 2010)
Por Tamym Maulén
Vas a crear
aunque te falte parte de tu mente y de tu cuerpo.
Vas a crear ciego, mutilado, loco.
Vas a crear con un gato trepando por tu espalda
mientras la ciudad entera tiembla,
con terremotos, bombardeos,
inundaciones y fuego.
CHARLES BUKOWSKI
Asunción, Paraguay. La ciudad que dice: “vas a crear aunque un tsunami azote tus orillas e inunde tu casa, tu habitación, tus ojos y tus esperanzas; vas a crear aunque hayan guerras, dictaduras y miedo; vas a crear sin mar, con energía, siempre mirando hacia delante”.
Asunción, Paraguay. La ciudad que huele a jazmín y a desechos de alcantarillado. La ciudad de los pobres a la orilla del río y del Palacio Presidencial que los mira indiferentes. La ciudad del amor, del orgullo, del idioma guaraní resonando en cada conversación.
El Laboratorio de Escritura Creativa llegó a esta ciudad en pleno mundial de fútbol y se va no sólo con las vuvuzelas zumbando en los oídos, sino lleno de historias y vivencias que contar y transmitir. Estamos convencidos de que lo importante no fue ni será manifestar erudición, sino abrir ventanas, transmitir entusiasmo, generar energía, mostrar nuestra pasión; nuestra muchas veces absurda pasión por escribir. Así se generan lazos, manifestaciones, y más escritura. No importa que nadie nos crea, nosotros sí creamos. No importa que nadie nos escriba, nosotros vamos a escribir igual.
Este ejemplar es el volumen 6 de una colección de libros sin autor publicados en Bogotá, Buenos Aires y Córdoba (Argentina). Un experimento. Un error, tal vez, pero un error bien hecho. Un libro libre del cólera pandémico del egoísmo, y que se ríe en la cara de sí mismo, de la trascendencia, la convencionalidad y la comodidad de una mera antología egocéntrica. Es, seguramente, un llamado de atención a la fiebre narcisista que invade nuestra sociedad actual.
La escritura tiene que ser un abrazo. La escritura tiene que ser un combo. La escritura tiene que ser una cachetada que dice “despierta, es hora de crear”. En fin, tiene que ser para ser en el otro.
Fueron dos meses intensos de reuniones: junio y julio de 2010 en un invierno de 25 y hasta 30 grados promedio que nos hizo sudar; dos meses de construcción, trabajo, trabajo, lecturas, aprendizaje, mutaciones, goce. Dos meses mundiales. Dos meses de Pilsen, tierra roja y Chipa Guazú. No hicimos literatura, hicimos escritura. No forjamos egoísmo, creamos colectividad.
Estás en Asunción, Paraguay. Una ciudad donde todo está por hacer y donde todo tenemos que hacerlo. De pronto, el río comienza a agitarse: una ola gigantesca se asoma por la costa. Nadie puede creer lo que está sucediendo. El agua cubre por completo a la ciudad. Esto es completamente inverosímil. La gente corre aterrada, la gente huye del desastre inminente. Yo me quedo aquí.
Invierno de 2010
(SELECCIÓN DE TEXTOS)
I
YO SOY LO QUE QUEDA DEL LIBRO que alguien dejó olvidado al borde del río. Esta es mi historia. Antes del tsunami era un libro de autoayuda. Creo que era una mujer la que me estaba leyendo en aquel momento. Me trataba bien, no como mi antiguo dueño, el que me regaló. Ella hojeaba mis páginas con delicadeza, repetía pausadamente las frases que le agradaban. Su voz era suave. Lo último que escuché fue su grito, luego caí. Supuse que no le gustó lo que leyó. Recién después comprendí todo, con el agua despedazándome de a hojas, y las palabras que se escurrían de ellas, letra por letra algunas. Fue así como conseguí armarme de vuelta, con los restos que quedaban de mi antiguo yo. Ya no pude ni quise volver a ser lo que era. Me propuse ser un libro de poesía, aún a sabiendas de que estos eran menos populares y que mi suerte sería incierta, trágica tal vez. Intenté hacer poesía, quise decir luz pero no brillaba. Entonces lloré, como lloran los libros, en el espacio vacío de una página en blanco, y me sentí pobre. Traté de recordar alguna frase de mi antigua vida, de esas con las que conseguía ayudar a los demás. Solo me vino a la memoria el grito de aquella mujer y algo de su voz. Eso es lo que queda en mí: un grito, una voz.
Algo me dice que el resto de mis antiguas partes están haciendo lo mismo. Se me hace verlos formarse como yo, con letras y espacios y comas y puntos. Filosofía, historia, religión, tal vez poesía, también otros. Sé que algo de eso me pertenece, como yo a ellos. Quizá yo sea eso, una parte que se va transfigurando, y todos ellos, yo, nosotros, seamos uno solo, confuso, como un libro que se está escribiendo desde adentro de un tsunami.
II
SOY RARA. Terminé convencida de esto hace tiempo gracias a mi madre que lo repetía incansablemente. Le disgusta cuando hablo con extraños sobre la tormenta, pero los dolores son así como si cayeran rayos sobre mi cuerpo. Guardó todos mis libros.
Me parece aburrido ser “normal” (su palabra favorita), además no es normal estar acostada todo el día.
Se lo dije mil veces: moriré en París y será jueves y lloverá. Cómo explicarle que ya partió de mí un barco llevándome lejos. Visitaré Santa María y espero conocer a cualquiera de los Aurelianos, pero lo más emocionante será tomar el té con la Maga.
Suena una y otra vez My baby just cares for me… Tampoco le gusta la música que escucho y es porque en realidad a ella no le agradan las negras.
Lloverá. Lloverá. Lloverá sin descanso y no llegará ningún Noé a salvarnos. Ella sigue sin creerme. Dice que no puede llegar un Tsunami a Paraguay; sin embargo, la naturaleza se vengará y espero que el minotauro se la coma, así como a ella le gusta comerse a los animales.
¿Cómo explicarle con palabras de este mundo? Talita cumi mamá.
Todo ha sido escrito.Vení mamá… Quédate a mi lado, no vuelvas a llorar, esperemos juntas y te cuento una historia mientras sigue lloviendo.
III
TOBIAS ULDRYCH / DEUTSCH BELLS.
ASUNCIÓN, PARAGUAY. REPORTE INTERNACIONAL.
Lo que hace pocas horas atrás ostentaba el nombre de ciudad “Nuestra Señora Santa María de la Asunción”, bautizada así por los conquistadores Españoles en una soleada mañana del 15 de Agosto de 1492 – según acta fundacional, y que luego, más tarde, se convertiría en madre de ciudades, base de la segunda fundación y reconstrucción de la ciudad de los Buenos Aires y sitio de partida para las expediciones del alto Perú y Nueva Granada, hoy Colombia- descansa ahora sobre un cúmulo de edificios y casas derrumbadas o enterradas, cadáveres apiñados o dispersos, y llantos desoladores entre algunos sobrevivientes.
Fue así como inesperadamente el Río Paraguay (exactamente en la pertrecha bahía de Asunción, y a unos 10km de largo, formando una portentosa fuerza huracanada) se le elevó por los aires a una altura de unos aproximados 150 metros de alto, y luego empezando su descenso hacia lo que es (o fue) el centro de la ciudad de Asunción, dejando a su paso todo este inverosímil y cruel vestigio que nuestros ojos se resisten a creer: un paisaje tal vez apocalíptico, del día final.
No será tarea fácil de establecer los perjuicios económicos. Tal vez en un periodo de 1 o 2 años.
Paradójicamente, el Presidente actual del país, Fernando Lugo, y su comitiva, tuvieron que suspender su estancia en Brasilia, ciudad donde iban a firmar un tratado de respeto mutuo con su homólogo recientemente reelecto, Lula Da Silva, por las incursiones e invasiones de los mismos en territorio fronterizo de la República del Paraguay, y la muy controvertida renegociación de la represa Hidroeléctrica Itaipú. 10 horas más tarde de haber ocurrido el luctuoso y trágico suceso, entidades humanitarias (la Cruz Roja Internacional y Naciones Amigas) se dieron cita para socorrer a la población diezmada y desamparada de la ciudad de Asunción.
Diez convoys de la flota aérea chilena (unidades fanton de todo terreno, aire, mar y tierra, transportando equipos médicos y quirúrgicos, medicamentos, alimentos, unidades de ingenieros militares y fuerzas vivas para apoyo logístico que pretenderá paliar momentáneamente y socorrer a la población) descendieron donde pudieron en tan pertrecha ciudad. Todos ellos encabezados por la ex primera mandataria del país trasandino, la señora Michelle Bachelet, haciéndole presente los saludos del Presidente Lagos a su homólogo Paraguayo. Es de destacar que tan solo seis meses atrás el país chileno también sufrió los embates del Tsunami.
El embajador trasandino en Asunción, re querido por la prensa extrajera especializada, tras la experiencia vivida, acotó no quedar indiferente de tan lamentable suceso.
Este hecho acontecido algunas horas atrás será un motivo candente para los ambientalistas y científicos que se reunirán en Estrasburgo, Alsacia, este mes de Agosto, donde el tema a tratar será “la concientización a la población del planeta por cuidados de más alcance directo sobre el medio ambiente”.
El embajador de EEUU en París presentó su protesta al Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia y rechazó su adhesión a la misma.
Por su parte, el Banco Mundial, con sede en Nueva York, se abstuvo de cualquier comentario respecto al tsunami que arrasó la ciudad de Asunción.
En Johannesburgo, donde debía haberse llevado a cabo las finales de la Copa Mundial de Fútbol entre los seleccionados de Paraguay y Alemania, se suspendió el evento. “Un Estadio de caras tristes y espíritus alicaídos”, fueron las imágenes captadas por la televisión Internacional. Cuando los jugadores del equipo para- guayo manifestaron su retiro del campo de juego, también lo hicieron los del equipo teutón, adhiriéndose al luto sufrido por el equipo paraguayo. De esta manera, el tan apreciado trofeo quedará en manos de la Confederación Internacional del Deporte, con sede en Lucerna, Suiza, hasta el próximo mundial que se llevará a cabo en alguna ciudad Brasilera.
Insólitamente, un apresurado ciempiés cruza lo que queda de la tan transitada calle Palma, tal vez queriendo encontrar su ambiente arrebatado por el tsunami o tal vez reconstruirlo de nuevo para abrigar nuevas esperanzas.
IMÁGENES CAPTADAS POR EL SATÉLITE ALEMÁN DE RADAR TANDEM-X
IV
SOY FERNANDO. Terminaba una sagrada noche con Guadalupe, la mujer más joven del servicio (y la que más me costó abrasar).
Eran las 5 PM cuando uno de mis asistentes me llama, desesperado, contándome lo que estaba pasando. Pensaba que era un chiste. Un chiste de muy mal gusto. ¡No podía ser posible!
Pensé en mi país, en mi familia, en mis amigos, en mis afectos… Aquellos que ya no están (y aquellos que vamos reconociendo). Abrí la ventana, miré nuestro cielo, invoqué unas palabras: “Dios mío, Dios mío, ¡por qué nos has abandonado!”.
En ese instante llega Mercedes, y me grita: “¡Qué barbaridad, Fernandito!”. La miré a los ojos, y le dije: “Querida: ¡mi Gobierno no tiene la culpa!”.
Impotente, agarro el celular y llamo al Ministro de Emergencia Nacional, que me dice: “Presidente, ¡y ahora qué hacemos!”.
Comienzo a temblar. Me cae una lágrima. -Llamemos a Conferencia de Prensa-.
-Pero, Señor Presidente, hay otras urgencias…-.
-¡Ninguna otra urgencia más que la seguridad de mi pueblo! Mi imagen… ¡mi sagrada imagen en la comunidad internacional!-.
En la Sala de Prensa de Mburuvichá Róga, un tsunami de periodistas me asediaba. Medios locales e internacionales.
Pero en medio del mar de gente vi a una mujer de mirada profunda. Era ella, no había dudas. Era Hortensia, con una extraña peluca pelirroja. Me miraba firme, decidida. Tomé agua, e intenté ignorarla. Comenzaba la rueda de prensa:
-¿Qué palabras tiene, Señor Presidente, sobre el fenómeno ocurrido esta madrugada?
-Estoy consternado, abatido, preocupado. Amo a mi patria y a todos mis compatriotas. Y un fenómeno como éste, lamentablemente, no pudo evitarse…
-¿Qué medidas tomará su Gobierno para paliar los efectos al centenar de familias afectadas?
-Cuando me enteré del hecho, curiosamente, estaba pensando en la humilde gente del Bañado Sur. Si bien es el último día de mi Gobierno, mi corazón y mi mente piensan en mi pueblo.
En ese minuto, se levanta Hortensia. Le arranca el micrófono a un corresponsal de CNN, y dice, furiosa:
-Estimado “Señor Presidente”: ¿cómo puede preocuparse de un país, y olvida que su hijo quiere verle?
El descontrol de la inercia me hizo levantar, y pude responder, gritando:
-Considero que al país tengo que cuidar como a mi familia. Puedo decir con orgullo que el Paraguay es un hijo mío, ¡y no lo niego!-.
Con tranquilidad impredecible, y el pese al asombro de la gente, Hortensia se acercaba lentamente, desprendiéndose el sobretodo. Se sacaba la peluca, y se quedaba desnuda, mostrando el vientre que preferí no ver.
Los fotógrafos captaban la verdad que Larissa Riquelme tanto soñaba.
Con un llanto a la vista le rogué que se vista, no sin antes darle un beso con el mundo de testigo.
V
ME LLAMO APRONIANO, el día del tsunami fumaba un cigarrillo mirando el río. Los rayos se desprendían del cielo como sables, desde mi ventana podía ver como se golpeaban contra el río; jamás había visto olas de ese tamaño.
Mientras llenaba la habitación de humo, recordaba la iglesia, su vestido blanco, la gente, el arroz… Recordaba el sacrificio que hice para comprar la cocina, la cama…
Una imagen vino a mi cabeza; su madre me miraba fijo y decía: cuídale que a mi hija, ella co es demasiado inocente… Y yo, un pelotudo.
Y pensar que casi me doy cuenta. Toda la semana el puchero estuvo salado o sin sabor, incluso el lunes, ni siquiera se dignó a cocinar. Y esas cosas solamente las hacen las embarazadas o las enamoradas, y enamorada de mí nunca estuvo.
Tiré el cigarrillo, la observé mil veces, aunque no acostumbraba a hacerlo. Su sonrisa tímida me impresionaba, parecía una anciana de 13 años. Pero extrañamente su cuerpo tendido en la cama rodeado por las sabanas me causaba cierta excitación. Afuera la tormenta era cada vez más fuerte y el ruido de los rayos era ensordecedor. Sus ojos enormes parecían decir algo grotesco, pero me era imposible saber qué.
Un estruendo horrible me asustó, el río se había convertido en la boca de una serpiente gigante, el agua ya cubría los primeros pisos del edificio.
Dejé de contenerme y en un arranque de impotencia y rabia me tiré encima de ella, le saqué las sábanas, le subí el pequeño camisón hasta su pecho y la observé desnuda por primera vez.
Me invadió una sensación de desesperación y horror. La tomé de la cintura y le introduje mi miembro con fuerza.
Me excitaba saber que no podía moverse, ni gritar, ni defenderse. Le rompí el camisón y golpeé sus pechos mientras seguía. No tenía ganas de parar, al contrario, quería seguir, pero su cuerpo helado se resistía a mis embestidas.
El agua comenzó a entrar por la ventana, no podía escuchar nada más que las olas golpeando las paredes, sentía como comenzaba a rodear la cama.
De repente, la sensación de ahogo llegó a mi garganta, mis fosas nasales se llenaron de agua y el dolor comenzó a ser desesperante, solo atiné a quitar mi miembro de su cuerpo.
La sangre salía como hilos rojos, de pequeños ojales en su estomago, su cabello flotaba a mi alrededor, todavía la veía, aunque la sangre iba tiñendo el agua y poco a poco la dejé de ver.
AUTORES:
I. Rubén Darío Romero. Asunción, Paraguay, 1986. Estudiante de Música.
II. Viviana Portillo. Asunción, Paraguay, 1986. Estudiante de Letras UNA, y Psicología.
III. Sother Leith. Asunción, Paraguay, 1956. Paisajista.
IV. Jorge Coronel. Asunción, Paraguay, 1985. Abogado, UNA.
V. Vanessa Casco. Asunción, Paraguay, 1982. Productora.