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Entrevista a Tamym Maulén

(Publicada en Revista Menagería Poética, Julio de 2015)




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A propósito del poemario PAF, en varios de tus poemas se insiste en la visión de la poesía como una actividad que no debería hacerse con palabras, sino como el ejercicio de vivir con las dificultades, carencias y satisfacciones que se suceden en ella ("Hay que pintar grafitis feos/ en el muro más bello del barrio."[...] "Versos que traigan paz/ Donde sólo había batallas.") ¿Cómo esa perspectiva se relaciona con tu manera personal de escribir poesía?
No creo que PAF sea un poemario. Al menos, es justo lo que no intenté hacer. Digo esto para poder responder tu pregunta, pues ahí hay una cuestión crucial.
Un poemario, entendido como un conjunto o colección de poemas, es un ejercicio de inteligencia, de técnica, de maestría incluso, si se quiere. Yo no hice eso. La poesía, como la vida, como el amor, como todo lo impredecible, como todo lo valioso, no debiera ser un ejercicio. PAF es un libro que si se considera así, como un ejercicio, fue un ejercicio de supervivencia, de resurrección, de paciencia y trabajo, de amor y de reconciliación. (Le creo a Baron Biza cuando en esa obra bestial llamada El desierto y su semilla, concluye: “es de reconciliación de lo que estoy hablando”, como si esa frase final resumiera toda su vida que se estaba extinguiendo). Por cierto, PAF también fue una apuesta tremendamente pretenciosa, ingenua, ambiciosa y arrogante. Lo digo sin pudor porque, te insisto, no fue un ejercicio sino una apuesta, pero no a la literatura sino a la vida. A fin de cuentas, una poesía que no tenga que ver con la vida misma, no nos sirve. Si no hay una búsqueda vital, profunda, no tiene sentido. Necesitaba buscarme, entonces comencé a escribir.
Si leemos la mayoría de los libros que se escriben hoy -salvo maravillosas y gratificantes excepciones-, esos libros, ¿qué te están diciendo? Esos libros te están diciendo: “yo soy muy inteligente”; te están diciendo: “yo soy mejor que el resto”. Esos libros te están diciendo: “yo soy capaz de esto y mucho más”. Te están diciendo, al fin: “Yo”. La poesía y la vida es justo lo opuesto: una confesión del fracaso, de la derrota, de la contradicción y del ridículo, del egoísmo, de la estulticia humana, de nuestra inmensa falta de amor. “La suma de nuestras incertidumbres”, como lo dijo Lihn. Pero también, necesariamente, tiene que ser más que “yo”. La poesía es todo menos yo. Me gustaría creer eso, pero creerlo de corazón. Al menos, vivir es el intento de quebrar el propio espejo de la vanidad. Claramente, yo he fracasado (mi apuesta, la perdí), pero escribir es asumir ese fracaso y rebelarse ante él, aunque sea por mero capricho, pero ante todo, rebelarse. Un camino larguísimo exterior que al final te conduce hacia el fondo de ti mismo, para, otra vez, salirse. Y encontrar al otro. Amar. Por eso es que la poesía no puede ser solo palabras. No puede ser bla-bla. Tiene que ser mucho más que eso o, mejor, muchísimo, muchísimo menos. En mi caso, tal vez, más que grandes metáforas o épicos cánticos, es un solo sonido: pum, que te despierta de golpe y te recuerda que estás vivo. Por supuesto, a fin del día, me quedo con Teillier: la poesía es un respirar en paz para que los demás respiren.

A través del libro se juega con la imagen de autoridad. Esta se encarna en el padre, así como en el aparato social político que nos gobierna. De esta forma ¿podría entenderse PAF como una alegoría del patriarcado y la cultura de violencia en Latinoamérica?
Claro que sí, puede entenderse de ese modo, como también puede entenderse de muchas otras formas más. La imagen del padre la utilicé por la sencilla razón de que no pude hablar de otra cosa, antes que como recurso estilístico o técnica. Sin duda hay mucho de eso, pero en un segundo nivel. Me hubiera gustado hablar de otras temáticas, terrenos, mundos paralelos, etc., pero no pude. Me obsesiona la idea de la identidad, el “qué diablos somos”. La construcción de la identidad comienza con los dos seres que te engendraron, que te dieron la vida: tu padre y tu madre, y luego con quienes creces y aprendes lo que significa el compañerismo y la competencia, tus hermanos. Es una relación de sangre que, quieras o no, te unirá hasta el día de tu muerte. Por más que quisieras, no puedes escapar a eso. Para encontrarme -o mejor dicho, para al menos intentarlo-, necesitaba comprender y remirar a esos seres que me constituyeron primariamente como individuo, que forman parte de mi historia. Hablar del padre es algo que me sale natural. Todo esto que te digo, a un nivel inconciente. Por supuesto, cuando escribes no estás pensando estas cosas. Te dejas llevar y ya. Es como tocar música. El músico no piensa, sencillamente, toca. La música es devenir, por esencia. Escribir también tiene mucho de eso. Yendo al punto interesante de tu pregunta: la violencia. Es algo que existe, que está ahí. Sales a la calle y la ves, pero también si te miras a ti mismo y la vas a ver. A un nivel molecular y macro, también la vas a encontrar. La guerra es el padre de todas las cosas, como dijo Heráclito. Pero lo interesante es que, para el hijo, el padre es la guerra de todas las cosas. El padre siempre será el primer hombre, el referente, el rey, lo máximo, pero también una sombra, un yugo, alguien que no eres. El patriarcado en Latinoamérica, como en gran parte del mundo, existe, pero el patriarcado más difícil es el interno, el que cada uno carga como una cruz.
Lo que me interesa de la violencia es que todos, en algún momento de nuestras vidas, antes o después, hemos sido violentados de alguna forma: física, sicológica, interior, exteriormente. Ya sea por otro individuo, por un país, por sus leyes, por la naturaleza, etc. ¿Y por la palabra? ¡Sobre todo, por las palabras! Chico, feo, cabezón, tonta, guatona, estúpida… y mi favorita: “No”. No hagas esto, no sirves para esto, cómo se te ocurre, no, ni siquiera lo intentes… Y una larga lista de noes que nos han golpeado duro. Creo que cumplí con enfrentarme a mi propia violencia, quizá sea algo que ya puedo mirar con más frivolidad, con desapego y desgana. Creo que ya puedo reírme del dolor.

En el libro se observa la presencia de 4 figuras o personajes que se van repitiendo a lo largo de la obra. Los dos hijos, la madre y el padre. Se observa también, que en los capítulos del libro hay un cierto protagonismo de algunos de estos personajes por sobre los otros. Tenemos que en “SHHHHH” se cuenta más que nada de los hijos (cabe mencionar que uno presente y otro ausente o desaparecido), en “CRASH” se describe más que nada a la madre, y el “PAF” al padre. ¿Por qué eliges a esta tricotomía con características bíblicas para ser el motor creativo de tu libro?
PAF no es un libro que cuenta una historia real, al pie de la letra. No es para nada una autobiografía. Los personajes, aunque puedan coincidir en nombres, son ficción, lo mismo que la historia. No obstante, si bien PAF no es real, sí puede ser una realidad. Una realidad común: padres, hijos, hermanos. La biblia sin dudas es la historia más magnífica y alucinante que jamás se haya escrito. Pertenecemos a una tradición occidental donde esta narración conformó nuestra cultura. Vivimos a diario con esta herencia y, sin quererlo, de algún modo nos conforma socialmente. Al igual que no podemos escapar de los lazos de sangre, tampoco podemos huir de la cultura. Han pasado más de dos mil años de tradición -sin contar los muchos otros en que esta tradición de forjó-, y todavía la familia sigue siendo la estructura nuclear base de la sociedad y de la construcción de la “primera identidad” que hablábamos antes. Me interesa y elegí indagar en ese fenómeno tantas veces en crisis y sin embargo triunfador que es la familia, sea como sea que esté conformada. Hay una familia consanguínea que no elegimos, pero puede que haya otros tipos de familias que sí escojamos. Padre, madre hijo, es un esquema de familia que ha quedado atrás (como la biblia) pero que sigue igual de vivo y presente.
Para muchos es un tema ultra trillado y revisado, pero a mí eso, ¿qué me importa? Me importa esta realidad común -y discúlpame lo majadero-, pero es así de tremendo: algo que  enfrentamos todos los días. Aunque vivamos solos y el mundo quede vacío, voy a pensar en mi madre, mi padre, mi hijo. Es como el pan, el pollo o el arroz. Los elijo como elementos poéticos porque que nos dicen mucho de nosotros mismos: nos alimentan.

La última sección del libro Niño Chileno con Guitarra a Palos contiene poemas que, de cierta forma, remite a un imaginario más vinculado con la tradición rural y al relato oral ("Y sí, alli, aunque no lo creas/ el niño sigue amándolo/ sigue aún chileno/ sigue aún diciéndole/ sigue tocando su guitarra/ sigue cantándonos su canto:").
            Al mismo tiempo, en el libro, también se remite a la historia de Chile ("Allí está mi rojo y sucio corazón/ Palpitando dentro de un país/ Que a pesar de todos los temblores [...] "Todavía continúa allí.") como una historia errónea ("De nadie más/ Una istoria [sic] imperfecta/ Y que aborrezcan nuestros hijos./ Porque somos capaces de cambiar/ Todo, absoluta y completamente todo") que, además, se continúa en la figura de la familia, llevada a la metáfora de un continente (poema VI de la sección “PAF”), con lo cual se configura una mirada que trasciende las barreras nacionales. ¿Qué reflexión puede extraerse de esta realidad compartida entre lo que sucede en América Latina con la que se refleja en el poema anteriormente mencionado?

La istoria sin hache es muy interesante porque te propone de entrada, visualmente, algo mal escrito, incompleto. La historia de Chile es la historia imperfecta por excelencia, pero también  lo es cualquier historia de cualquier país. Se ha hecho a base de muerte y sangre. América Latina es la expresión viva de esto. Decir que los países son hermanos es una contradicción que comienza en el paso fronterizo y termina en el campo minado que lo alimenta. No es culpa de la gente ni de los gobiernos, es culpa de todos. En el fondo, no nos importa: hay que sobrevivir primero, y el vecino para después. Pero sabes, no quiero hablar de estas cosas, pues solo podría decirte lugares comunes. El hecho es que he recorrido y conocido muchos lugares y personas fantásticas e increíbles en América del Sur. Quiero mucho a mi país y a mi continente. Aunque no entienda lo que eso significa, nací aquí, en una tierra demasiado hermosa y demasiado triste, que aniquilamos con cada uno de nuestros pasos tanto como ella nos aniquila también. Somos tan víctimas como victimarios. Los gobiernos, los países, la gente, todos. ¿Qué compartimos? La orfandad, la estupidez y el ridículo. No se salva nadie, excepto los niños, que no tienen país ni fronteras. Hasta que crecen, claro. En las mañanas, cuando leo el diario en internet y veo las noticias, me dan ganas de matarlos a todos, luego de llorar, después de reírme y salir corriendo. Al final, no hago nada. Nada. No me pasa mucho: de hecho, francamente, me pasa poco, pero puede que antes de acostarme, en una de esas, escriba un poema.

 

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SELECCIÓN de PAF:

 

UN DÍA YO VOY A MORIR

Un día yo voy a morir hermano:
Somos iguales te das cuenta
Y cuando esté muerto abuelo
Y tú me olvides mujer por favor
Sólo te pido una cosa papá:
que crezcas siempre abrazada a tu hermana
Y la escuches hijo y la ames. Porque una vez
nos miramos, nos herimos y hasta hicimos
el amor trescientas veces mujer
Tú que nunca me entendiste padre
Por favor no llores hijo
que tu herida es mía.

 

NO TENGO TRABAJO

No tengo trabajo.
Mi trabajo es salir de noche
Llegar borracho a casa
Y ser un signo de interrogación
En la vida de mis padres.
Mi trabajo es despertar atrasado
Desayunar las sobras del almuerzo
En un rincón escondido del patio
Y preguntarme allí cómo es posible
Que exista un tipo como Whitman.
Mi trabajo es dormir la siesta
Mi trabajo es mirar el techo
Mi trabajo es bendecir la maleza
Mi trabajo es faltar a la universidad
Para conversar con los muertos
Los muertos que viven en los libros
Los libros que a veces no son libros
Mi trabajo es decirte NO TENGO TRABAJO
Excepto morirme un día de estos
¡Bum! Explotar en un fuego artificial
Sabiendo que viví mi vida en un engaño
Pero en un engaño señores
Un engaño distinguidas damas
Un engaño que me he inventado yo.

 

NANCY

A Nancy la conocí en la universidad.
Tiene la misma edad que yo, las mismas dudas.
Venía poco a clases y yo asistía siempre
Porque claro, se acostumbra uno
a no pensar y no sentir y no mirar.
Después de 9 meses, con mi amigo Gonzalo
fuimos a visitarla al hospital.
Estaba hermosa como siempre
pero nunca tan bella como ese día.
Su hijo Lautaro no dejaba de llorar.
Nancy tapaba su boquita con el pecho
Nancy venía poco a clases
Nancy no venía a la universidad
Nancy es mamá y yo un niñito tonto
que asiste como zombie a la universidad.
A Nancy la conocí en la universidad.
Tiene la misma edad que yo y antes
me gustaba, quería casarme con ella.
Ahora la amo. Pero amo más a Lautaro
chupando el pezón de Nancy
la madre, Lautaro, la madre, Gonzalo
La chica que no asistía a la universidad.

 

SI TE HABLO AHORA

Si te hablo ahora es porque no estoy solo.
Porque vivir es orinar en un árbol
de noche, después de una fiesta imperfecta
donde la chica te dijo que no pero tu amigo
“vamos a casa que algo de vino hay por ahí”
Dice meando a tu lado, partiendo en 2 la soledad.
Quedarse nuevo en una calle antigua.
Si te hablo ahora es porque puedo verte.
Las letras O son mis ojos conversándote.
Estoy solo y sin embargo aquí estás tú
que haces de este libro más que cartón
más que palabras drogadas arriba del papel
que das muerte a la palabra vida
que mojas completa la palabra desierto.
Somos 2 y sin embargo algo ocurre
Ahora, en este instante, cuando somos 1:

 -Porque acá no hay palabras
 Acá no hay 3 líneas
 Acá estamos juntos

 

EL GRAN APRENDIZAJE

El gran aprendizaje de la vida
Consiste en saber que no eres distinto
No vales menos que un abrazo
Ni más que un plato frío de lentejas
NO ERES DIFERENTE
Todos somos la misma mierda
Ergo, no hay que creerse cuentos
El niño es el padre del hombre
Ver la vida como lo que es:
Un par de trastos sucios arriba
del mantel floreado y plástico
que tú decides si limpias o no.

 

NO HAY QUE ESCRIBIR PALABRAS

No hay que escribir palabras
Abrazos puños sonrisas y golpes
Cachetadas flores llantos moretones
No palabras nunca palabras
¡No hay que escribir palabras!
Hay que pintar grafitis feos
en el muro más bello del barrio.
Si verdaderamente son palabras las palabras
Tienen que hacerle ¡paf! al corazón
¡Pum! al rostro ¡splash! al egoísmo
La poesía es todo menos yo
La poesía es todo menos shhhhh
Silencio, no hay que escribir palabras
¡Crash! Explosiones y bombas
¡Bang! Balazos que levanten muertos
Versos que traigan paz
Donde sólo había batallas
Poeta, poemas hacemos todos
¡Milagros es lo que falta!
Ofrecer pan donde no exista hambre
El mantel tiene que estar con vino
¡Mánchalo siempre poeta!
No hay que escribir palabras
¡No escribas palabras!
Ríe o llora pero de verdad
Con eso basta
y sobra.

 

EL DÍA QUE ME MUERA

El día que me muera
De todas formas tienes que estar feliz
Pues toda mi vida me viví
A pesar de los golpes las rejas los condones
Me VIVÍ. Siempre fui TUYO
Y sin embargo siempre fui MÍO
Volé del mundo sin alas
Sin miedo, sin calculadora
Entonces tienes que estar feliz
Pues no fui bueno ni malo
Ni valiente ni cobarde
No te compré un auto ni te escribí un libro
Y mucho menos barrí el comedor
Fui muy feliz y muy triste
Lloré mucho y me reí el triple
Desobedecí la mayoría de las veces
Pero siempre escuché a mi corazón
Siempre obedecí a mi corazón
Siempre quemé mi corazón
Entonces tienes que estar feliz
Porque a pesar del frío y la muerte
Te lo digo en la cara:

-Te quiero
 Estuve vivo

 

 MI PADRE NOS ENSEÑA A ORINAR

Mi padre nos enseña a orinar
Saca su pene gigante y oscuro
Y la orina cayendo
Es el sonido más hermoso
Que jamás he oído.

 

NO ME VENCISTE CUANDO ME PEGASTE

No me venciste cuando me pegaste
Me venciste porque me enseñaste.
Regalaste mi bicicleta al vecino que no tenía corazón.
Yo no te hablé durante un mes,
Entonces me venciste.
Jamás me venciste con golpes.
Porque amaste más,
Por eso me venciste.
(Quisiera que mi vida, toda mi vida
Fuera tan sencilla como amar.
Amar lo que sea, pero amarlo bien,
Amarlo con todas mis fuerzas
No amarme a mí, amar otra cosa
Y ser simple y pequeño y prescindible).
Me venciste porque me enseñaste
Abriste las ventanas
Para que saliera mi hediondez
Y un día me llevaste al edificio más alto
A la punta más elevada de los Andes
A la cima de los Himalayas y allí
Apuntando al fondo de mi pecho
Me mostraste
Todo lo chico que soy.

 

MI PADRE

Mi padre creía
Que un mundo mejor es posible.
No creía en tesoros, ni en vinos caros
Creía en los amigos y le daba lo mismo
Tomar sopa en una taza plástica
Con una cuchara de plástico:
Lo importante está en el interior
Me decía apagando la TV.
No creía en la TV
Ni en las noticias
Ni en las palabras
Ni en las promesas
Ni en la justicia
Ni en Chile
Ni en Dios y sin embargo
Yo creía en él.
Creía en sus ojos mapuches
Llegando cansados del trabajo.
Creía en su camisa blanca
Sus zapatos viejos que lustraba
Transformándolos en nuevos.
Creía en su magia.
Creía en su mano pesada
Buscando mi mano.
Creía en su voz ronca en mi oído
Sencilla, cotidiana
Diciéndome hijo.

Aún creo, papá.

 

FICHA:

PAF, de Tamym Maulén.
Ediciones PorNos. Poesía.
Buenos Aires, Argentina, 2011.
(Puedes descargar el libro completo en: www.leapornos.com)

 

Tamym Maulén (Santiago de Chile, 1985). Estudió Filosofía en Chile y Letras en Argentina. Ha publicado los libros de poesía SHHHHH (Ediciones Felicita Cartonera, Paraguay 2010) y PAF (Ediciones PorNos, Argentina 2011). Es creador del LEA (Laboratorio de Escritura de las Américas), iniciativa desarrollada en Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Paraguay, México. Los presentes poemas pertenecen al libro PAF. Contacto: tamymsoda@hotmail.com 



 



 

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