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La intuición de lo inútil: Entrevista al poeta Tamym Maulén

Por Loreto Montero
(Mayo de 2013)
https://notaslentas.wordpress.com/2015/02/17/

 


 


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En una de las laberínticas ampliaciones de La Chascona encuentro a Tamym sumergido en preocupaciones. Son las siete de la tarde de un día invernal, pero la temperatura de su oficina se acerca más a la del caribe.-La calefacción viene del piso, funciona por caldera-, me dice con rostro cansado, tratando de abandonar las divagaciones laborales.

Toda la estructura se suma a lo que fuera originalmente la casa de Pablo Neruda y su amante, Matilde Urrutia, ubicada a los pies del cerro San Cristóbal, en pleno barrio Bellavista. Tamym me lleva a conocer las nuevas instalaciones y lo hace con una leve sonrisa en el rostro, pues sabe que tuvo mucho que ver en esa transformación. De piel morena, pero no demasiado; delgado y con pelo crespo y caótico, asumo que debe medir lo mismo que yo: uno sesenta, y los gestos calmos, pero certeros.

De pronto se pone nervioso y es como si sus expresiones no coincidieran con lo que trata de demostrar: para decir que está de acuerdo con algo asiente enfáticamente, pero su rostro denota infinitas dudas. En cambio, cuando quiere afirmar que está dispuesto a todo, mira hacia abajo y hace una especie de puchero infantil con el labio inferior.

Nos ponemos a caminar por Bellavista y le pregunto cuál es su papel en la Fundación Neruda: -No te voy a decir, es demasiado pomposo-, afirma parodiando una expresión de vergüenza. Sólo su bigote a lo Chaplin ayuda a adivinar que tiene veintiocho años y no menos. -Soy Director Cultural y de Comunicaciones. Son dos cargos. Me di cuenta tarde que me estaban explotando-.

Nos ubicamos en una mesa del clásico bar Don Rodrigo, ubicado frente al cerro Santa Lucía. -La música acá es muy graciosa. No tiene ningún sentido, ¿te has dado cuenta?- Y efectivamente a través de las horas compruebo que entre el tecno, Queen, los boleros, Maná, The Doors y Take That, no parece haber mucha lógica. -Parte tú-, me dice, al tiempo que empieza a interrogarme sobre mi vida usurpando mi papel de periodista. Pronto, sin embargo, logro intercambiar roles y le pido que me cuente cómo partió todo el tema con la poesía.

-Entré el 2003 a estudiar filosofía en la Chile y odiaba la poesía. La encontraba lo más chanta del mundo. A mi me interesaba la filosofía porque quería aprender la verdad de las cosas, del mundo, ¡por fin! No quería que nadie más me viniera con cuentos. Pero la literatura era eso, inventar cosas, novelas, ¡no entendía! No le hallaba el sentido a la cosa. Tenía la impresión de que la poesía era como pa’ engrupirse a las minas, y que los poetas eran todos gordos… No, mal.

— ¿Y cómo se dio ese cambio de perspectiva, qué pasó…?
Me di cuenta ahí que lo que me gustaba era hacer trabajos a fin de semestre, escribirlos. Nunca fui muy académico, de nota a pie de página, y por lo mismo a veces me iba bien y a veces mal, muy mal. Y haciendo la tesis me doy cuenta que, en última instancia, no se diferenciaba mucho el momento filosófico del literario. Ese momento de identificarte, levantar la cabeza y salirte del libro, te lo entrega tanto la filosofía, como la literatura o la poesía.

De ahí me fui a estudiar -se supone- Letras a la UBA. No duré nada. Estuve tres años en Argentina y el segundo año recibí el Premio Rodolfo Walsh…Los argentinos en el fondo no son muy buenos para la poesía-, dice sonriendo y tratando de desacreditarse-. Me dieron la oportunidad de hacer clases y pensé ‘¿pa qué voy a ir a clases si puedo hacerlas yo…?-.



 Laboratorio de Escritura de las Américas, LEA, se llamó el proyecto que Tamym inició junto al poeta cordobés, Augusto Orta, en Buenos Aires el 2009, en una sala escondida del sótano de la Facultad de Letras. Desde ahí se expandió como mala hierba a Córdoba, Bogotá, Asunción, Valparaíso y Santiago.

La apuesta es sencilla, pero transgresora: se reúnen entre veinte y treinta personas de cualquier edad y sexo, con alguna inquietud -no muy explorada- por la escritura, para compartir sus letras a partir de pequeños ejercicios. La tarea final es la creación de un libro colectivo a partir de una temática decidida en conjunto, y en donde ningún texto tiene créditos específicos. Los nombres de los autores salen en una lista al final para dejar en claro que esa construcción aspira a un “nosotros” más que a un “yo”.

Para ello, Tamym y Orta crearon la Editorial Pornos, que además de publicar los libros de los talleres, le da espacio a autores emergentes dispuestos a la autogestión. Hasta ahora van 20 libros, ya que los mismos alumnos han continuado haciendo los talleres en las distintas ciudades de América Latina, en donde Tamym realizó el laboratorio original. A la última convocatoria del LEA en La Chascona, llegaron más de 200 personas.

-Los libros son todos temáticos: partimos creando un personaje ficticio “Juan Santiago” (2011), luego vino “La marcha” (2011)… Ese estuvo muy bueno porque partió por el movimiento estudiantil, pero había hasta un texto sobre una marcha fúnebre. El otro semestre hicimos “El Bar” (2012) con historias de bares. En la Usach hicimos el libro con el titulo más largo: “Esquinas y desvíos: Anti-guía del Santiago imaginado” (2012), que era una guía turística del Santiago B para recorrer lugares que nadie conoce: el bar de mala muerte, el colegio que nadie visita, etc. El otro fue el “Mapocho Cinema” (2013) que era un cine que inventamos y que quedaba debajo del río, y al que iban bandidos, amantes, drogadictos, niños, todos los que tenían pena o les pasaba algo. Quedaron bonitos los libros…-Se queda un momento pensativo, suspira y me mira diciendo en voz más alta de lo habitual -¡¿por qué no estoy haciendo ahora un laboratorio?!-

Por su nuevo cargo en la Fundación, Tamym decidió no hacer este semestre una nueva versión del LEA. Las gestiones para el Primer Concurso Juvenil Nacional de Poesía Pablo Neruda, las lecturas poéticas de los jueves en La Chascona y en la Sociedad de Escritores de Chile, y su iniciativa de “Conversaciones a 40 años del 11”, lo tienen un poco sobrepasado, pero feliz. La afluencia de público que han provocado sus iniciativas, le han dado vida a la casa de Neruda, a menudo repleta de turistas curiosos más que de apasionados de la escritura.

-Lo que no me gustaba de escribir era verse en el espejo todo el día. Ser artista es como eso, y es imposible, te volvis’ loco. Y no es grato porque uno no es tan bonito. Es una cosa de ego muy grande y mi escape siempre ha sido esto otro de hacer clases, laboratorios, siempre me ha gustado mucho y también lo veo como un conflicto en la literatura.

¿Cómo así…?
Yo pienso que en el siglo XX se alcanza el clímax de la literatura del yo. Ya no se puede más, se tocó techo. En las portadas de los libros salen los escritores, y es como si el autor te dijera ‘yo escribo esto porque soy muy inteligente’. Es un gesto de vanidad, pero no hay nadie que te esté diciendo ‘estoy escribiendo esto porque si no me muero’. Eso falta, literatura visceral. Los libros que hacemos nosotros no los pesca nadie, pero es el gesto de hacer algo colectivo. Luchamos por algo que nadie lucha.

¿Pero qué pasa con la gente?, ¿no lee por falta de interés, pereza o qué…?
Yo creo que si la gente no lee es porque igual no hay carteles gigantes diciéndoles ‘compre tal libro’ en vez de ‘tome coca cola’. Si vemos la tele que vemos o tenemos los diarios que tenemos es porque es la misma gente poderosa la que elige las noticias, y de eso no escapa la literatura. Ponte tú, Random House y Gutenberg son de Berlusconi entonces siempre hemos leído lo que el poder quiere que leamos, y seguro hay un montón de novelas que al poder no le parecen convenientes. Por otro lado, creo que la culpa la tienen los escritores que no han sabido interpretar un lenguaje que identifique a la gente.

¿Es una cuestión de forma, entonces?
Si, yo digo que tiene mucho de forma. Neruda llenaba el estadio nacional con un recital de poesía. Eso hay que hacer, lograr cautivar. Era un contexto de época también. Había un ideal, una utopía y ese es el tema.

Claro, la gente ahora está en otro estado de recepción.
Es una cosa cultural. Estamos en un oscurantismo en todo sentido. Neruda tenia muy claro lo que estaba diciendo, su objetivo, su ideal, el Chile y el mundo que quería. En cambio hoy en día ¿quién te puede decir el mundo que quiere? Nadie, por eso el arte hoy es como de decoración. Aunque yo creo que ahora está cambiando eso. Hay manifestaciones, la gente quiere decir cosas. Pero en la literatura no hay utopía, por eso me interesa crear esa “literatura del nosotros”. Quizás nunca va a ser, pero no importa porque tengo la fe total de que sí y voy a luchar hasta el día en que me muera por eso. La gran literatura siempre se ha dado con una utopía detrás de querer transformar cosas: el surrealismo, el boom latinoamericano. Por eso mi gran sueño es llenar el estadio nacional en un recital poético, seria increíble esa weá.

Tendrías que descubrir a otro Neruda.
No, hay que cambiar el paradigma: vamos a leer todos.

El Tamym no tiene idea por qué se llama así. A veces la gente piensa que es un seudónimo, pero no. -Es medio árabe-, me dice, tratando de dar pistas sobre la ocurrencia de sus padres. Los dos son profesores: ella de biología y el de matemáticas. Sólo él continúa ejerciendo.

Además de Tamym, la pareja Maulen Muñoz tuvo otros dos hijos: Rodrigo, ingeniero de 23, y Gabriel, pintor de 26, que el año pasado salió en el diario La Cuarta por tener una de las firmas más raras del registro civil. En la nota de prensa su “George Bush” garabateado luce orgulloso al lado de “Ewok” y “Chuncho”. El único libro publicado de Tamym, PAF, (Ediciones Pornos, Buenos Aires, 2011), habla justamente sobre él

“Después que papá paf, pum y splash
mi hermano y yo subíamos a nuestra pieza
Callados, como charango en la pared, conocimos el silencio
Los tontos dicen que el silencio no existe
que estúpido es pensar en él. Pero mi memoria
sí conoce el silencio. Yo_________ mi hermano
Una línea nos unía. Mejor, una pena
así de tiesa nos ligaba. Mi hermano y yo
nos quedábamos quietos, cada uno en su cama
dos muertos en la sala de autopsias”

¿Cómo es la relación con tu familia?
Con mi padre siempre han sido los conflictos… En una sociedad patriarcal hay que rendirle cuentas al rey. Espero que eso cambie. Pero fue difícil igual cuando yo era mas chico. A mí me costó mucho que entendiera que lo me gustaba era escribir. He tenido que validarme ante él. Los pequeños triunfos que yo he tenido en la vida, por así decirlo, a él le han servido para respetarme, pero me hubiera gustado que me hubiera respetado por mis fracasos.

¿Tuvo que ver eso con este “odio” inicial hacia la literatura?
-Yo creo, porque en el fondo renegaba mucho. Yo reviso mis cuadernos del colegio ahora y tenia muy poca materia, pero atrás está lleno de cosas, pseudo poemas, pensamientos, muy malos, por supuesto. Y cuando llega ese momento de la vida en donde no podis’ mirarte mas de perfil sino que tenis’ que mirarte de frente, ahí asumí que me gustaba escribir. Antes era una cosa inconsciente de ‘¿cómo voy a hacer esto? Na’ que ver…¿A dónde me llevará?” A Buenos Aires me fui también por eso, para independizarme, aprender a sobrevivir, porque ahí yo llegue y no conocía a nadie. Tuve que bancármelas, como dicen allá. Fue bien de pellejeria: me conocí todos los barrios, me iba de pensión en pensión, me echaban porque no tenia plata pa’ pagar, me arrancaba, pero fue bonito.-

Unos amigos de Tamym se encuentran en el bar. Me cuenta que la chica se llama Consuelo, es abogada de la Chile y odia su carrera. El tipo que la acompaña es su pololo y según Tamym es igual al vocalista de virus, Federico Maura.-¿Lo cachai…? Fue el primer famoso en morir de Sida. Tenía una belleza muy rara, como adrógena,- dice. Los dos son poetas. Tamym los conoció en el laboratorio que dictó el año pasado en esa universidad. Mientras me lo cuenta yo trato de decidir si continuar en mi rol de periodista o abandonarme a la conversación sin estructuras.

Pienso en preguntarle por el premio que la Editorial Animita Cartonera le concedió en 2006 para publicar su libro, y al que él renunció porque una de las coordinadoras le envió por error un correo en donde se declaraba harta por el “excesivo” interés de Tamym en la diagramación de su obra. Opto, sin embargo, por continuar con una interacción a medio camino entre la conversación fluida y el control periodístico, y me atrevo a lanzar una pregunta cliché pero inevitable.

¿Para qué sirve la poesía…?
La poesía no sirve para nada y esa es su gracia. Yo siempre he tenido la intuición de lo inútil, de que es importante, por ejemplo, el cine, la filosofía, la literatura, la poesía.

Pero es “lo inútil” dentro de un determinado sistema de valores…
Claro, porque desde un punto de vista real, el último de tu vida, el que ‘corta el queque’, siempre eso inútil es lo más importante. La poesía si se vuelve practica ya no seria poesía. Y es inmortal. De ella nacen todos los géneros literarios. Es la única que ha logrado sobrevivir, y es imposible enmarcarla en el sistema del poder. Siempre estará fuera y es esa poesía que se mantiene al margen la que finalmente sobrevive.

¿Y qué pasa con las últimas generaciones de poetas que han salido?
En Chile pasa una cosa loca y es que siempre habrá buenos poetas. Super inconscientemente cuando alguien publica un libro acá, ya leyó a Linh, Tellier, Zurita, Parra, entonces eso que se va a publicar tiene que estar a la altura, no puede ser una mierda comparada con eso.

Durante todo el siglo XX nuestra gran tradición ha sido la poética y nuestro canon es Neruda. El otro grande es Parra pero él es anti-Neruda, entonces no se sale de eso. Hay que buscar otras maneras. Seria un error intentar superar a Neruda. Por otro lado, hay poesía ahora que no pesca a Neruda y eso es bacán en el sentido de que crea otras cosas, pero peligroso porque ni siquiera lo leen. Yo no conozco a ningún poeta contemporáneo que diga ‘yo he leído a Neruda, me he estudiado sus libros’. Es como snob porque está de moda decir ‘Neruda es una mierda, la lleva Bertoni’.

En el imaginario popular está la típica imagen del poeta que de pronto se inspira y escribe en lo primero que encuentra. Me imagino que el acto requiere un poco más de disciplina… ¿Cómo lo haces tú para escribir, sobre todo ahora que estás con horario de oficina fijo?
Si eso me tiene medio aweonao… O sea, escribo siempre, todos los días. Me lo tomo en serio, aunque sea un ratito, y cuando soy disciplinado, más todavía. Pero respecto a la inspiración, es cuático porque no creo que exista, sino que yo la remplazaría por la “saturación”: si estás todo el día caminando por la calle, veis pajaritos, una pareja dándose un beso, un choque, algo feo, sentiste, oliste, le diste un beso a alguien, eso rebalsa po’. El tubo de escape es escribirlo, pa’ otra persona pintarlo, andar en bici, pero todos necesitamos descargar esa energía acumulada. Yo creo que por eso a mi no me cuesta escribir. Siempre he sido medio weon, me maravillo rápido, con pequeñas cosas. Eso por un lado, y por otro, está la disciplina. Como dice el dicho “el mundo esta lleno de weones con talento”. Es triste pero cierto. Yo creo que hay muchos mejores poetas que yo, pero la gracia es que a alguien le toca la tarea penca de ser responsable con lo que tu sabes que eres. En el fondo todos los escritores que hemos leído ahora no son los mejores sino los mas ñoños, porque yo creo que todos hemos vivido cosas fabulosas-.

Antes de partir Tamym me pregunta si tengo su libro, y le digo que no.-Pucha, lo tenía en el escritorio, te lo iba a pasar, pero como que me traspapelé, no sé… Dame tu dirección y te lo mando.- Le digo que no se preocupe, que paso a su oficina otro día y me lo llevo, pero él insiste: -Ya po… Te lo mando… Si paga Neruda-.



 



 

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La intuición de lo inútil: Entrevista al poeta Tamym Maulén.
Por Loreto Montero.
(Mayo de 2013)