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POEMAS ENCONTRADOS Y OTROS PRE-TEXTOS, DE JORGE TORRES: HACIA UNA
DECONSTRUCCION SEMIÓTICA*
Por Julio Piñones
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Le tengo mucho cariño a todo lo que deconstruyo a mi manera; los textos que se me apetece leer desde este punto de vista deconstructivo son textos que me gustan, con ese movimiento de identificación que es indispensable para leer y son textos cuyo porvenir pienso que está lejos de estar agotado [...] me hallo en una relación de recelo amoroso respecto a estos textos, en absoluto en la de ensañamiento nihilista (no se puede leer nada en esas últimas condiciones).
Jacques Derrida
Dado el hecho de que teoría y escritura, en el marco de la deconstrucción, son términos intercambiables de un ejercicio múltiple que renuncia a las mixtificaciones de lo codificable, de lo sistemático y estructurado y que torna patente las dificultades creativas de la escritura, su dispersión persistente, la apertura ininterrumpible de su red, notables podrían resultar las nuevas marcas imaginables entre las propuestas deconstructivas contemporáneas y la experiencia visible de Poemas encontrados y otros pre-textos, de Jorge Torres. En efecto, se trata de un libro que puede ser visto como una aventura escritural deconstructiva que, por su renuncia a la "originalidad" tradicional, se sitúa incluso, más allá de lo que se ha descrito como una lucha del escritor por violentar los límites del lenguaje.
La voluntad transgresora de esta obra se manifiesta en un modo de operar que desnaturaliza casi absolutamente el código tradicional comunicativo autor-texto-lector, desde el momento en que ninguno de estos "poemas encontrados" o "pre-textos" han sido escrito por quien firma al comienzo de la obra, de acuerdo a la convención clásica. Se trata de un "libro policéfalo" que
es seguro [..] no dejará de producir todos los efectos de un Libro, aun cuando, precisamente, éste no puede evitar estar agitado por algo totalmente distinto: la necesidad de reírse de una parodia de libro, pero con una risa tal que algo, en ella, se inquiete y se altere. [1]
La propensión deconstructiva es aquí visible al producirse, por parte del autor, la más integral renuncia a la generación de escritura personal alguna. Si toda propuesta creativa se funda en alguna clase de lenguaje, la renuncia a la egocentría lingüística no implica término de lenguaje postulado con intencionalidad significativa, sino que se trata, más bien, de la asunción de otras formas discursivas. Es así como Poemas encontrados... obliga a una lectura en nada similar a otros modos de realizar este ejercicio, sobre todo porque su constitución, sus sentidos, sus diferencias, aparecen por completo como distintos al considerarse los aspectos implicados en la historia de lectores que asumen este ejercicio de lectura habiendo sido entrenados en otras estrategias decodificadoras, propias de la formación literaria tradicional.
Manifiesta señal, entonces, de que el texto puede leerse y gestarse como un extenso mundo en constante alteración, donde nada corresponde a ninguna de las formas jerárquicas codificadas en literatura, esto es, a la convención literaria y civil de la firma autorial. Así, es efectivo que como se anticipa en su presentación, "el acto creativo, escritural, limita aquí a organizar una lectura de un corpus concentrado [..] redacción misma de los textos permanece como elementos indisolubles y como un signo que el poeta no osa alterar [...] De este modo renuncia a su más tradicional distintivo: su 'estilo´" [2]. Sin embargo, no se trata sólo de poemas encontrados por una sensibilidad que los pesquisa y reúne: que de "poéticos" ellos tienen debe ser advertido de algún modo por los lectores que hacen texto a estos "pre-textos".
Lo encontrado se transmite directamente a la recepción, pasando a ser así (probable) evento intertextual incorporado a un discurso implícito, que actúa por omisión, que se queda detrás y al margen de la página propuesta, sin intervenir al común estilo, más bien trasluciéndose sólo por la selectividad de tópicos recolectados y proyectados ante un escenario universal en medio del cual se instala, invisible, el poeta retirado de su primera tarea, restringida por él mismo, anulada por decisión propia, asimilándose a los efectos múltiples y cambiantes de las escrituras ejecutadas por lectores actuando ante tal texto.
En este espacio textual, gestado por medio de operaciones escriturales diferentes a las concebidas como creación literaria, viven y se expresan proposiciones que aguardan ser reescritas, según decodificaciones tan diversas como lectores inesperados asuman el ejercicio. La calidad de esta recepción varía con la mayor o menor contemporaneidad de los lectores convocados a estos eventos. Desde otra perspectiva, la oblicuidad encubierta del texto se instala ante aconteceres de índole escasamente contigua: lexicológica, periodística, fotográfica, anunciativa, reglamentaria, gramatical, psiquiátrica, necrológica, policial, jurídica, política y de muchas otras.
Así surge la pluralidad de una escritura que opera por medio de una notable variedad de significantes visuales, testimoniales, documentales, patentizadores de sentidos no resueltos que pueden y deberían ser deconstruidos por medio de estrategias igualmente iconoclastas. De este modo, desde que acontece la primera instalación de la definición de literatura al comienzo de Poemas encontrados..., se inicia la deconstrucción de tal definición. Se trata de una definición architradicional, codificadas en el nivel de la lengua, pero no en la escritura deconstructiva que se propondrá en las páginas siguientes de la obra. Lo que continúa en esta última no es la mostración de un "Arte bello que emplea como instrumento la palabra", puesto que no hay aquí un ejercicio en el cual estrictamente se use así la palabra, ni siquiera en los mensajes primariamente verbales, dado que se trata de discursos, cuyo emisores no han tenido la intención de gestar ni arte ni belleza, al menos no en su acepciones tradicionales.
El procedimiento utilizado por Torres se ajusta a una clase de técnica deconstructiva que tiene antecedentes en ámbitos experimentales; pero que, en este caso, renueva la práctica escritural al presentar significantes que remiten a otros significantes por medio de marcas que acotan y descontextualizan mensajes previos, transformándolos en ridículos en una obligada "segunda lectura", sin que hubieran aparecidos provistos de tal intención originalmente; renovación que ocurre también al metaforizar lo que ha surgido como lenguaje corriente en periódicos o en avisos publicitarios, tornando en signo diverso, oblicuo, algo que tuvo una lectura directa en el mundo habitual. Esta extracción selectiva es la que importa la gestación de una "escritura", la hechura de marcas en torno a un elemento el que de este modo se constituye en significante literario.
En la dispersión escritural, sin embargo, el criterio de unidad derridiano se manifestaría como una necesidad que, en el caso de Poemas encontrados..., se expresa en una común sensibilidad que atravesaría la heterogénea secuencia total de las proposiciones. Por ejemplo, en ironía ante la teatralidad mundana, como este obituario:
La pérdida de un hombre de excepción es impactante, imborrable, dolorosa [...] Amor, Entrega, Rectitud, hombre de una sola línea; irradiaba transparencia, bondad y nobleza que desarmaban a quienes lo conocían. Era de tanta sobriedad que a veces nos hacía reír por lo austero [...]
O como un cable de United Press, publicado en La Razón, en 1966:
TALCA (CHILE)
Un descarga cerrada, disparada por un pelotón de fusilamiento, puso fin esta madrugada, a las 5:26, a la vida del condenado a muerte Cesáreo del Carmen Villa Muñoz, de 34 años de edad, asesino del joyero alemán Karl Meier. Lo sobreviven su mujer, que nada quería saber de él, y un hijo [...] Villa Muñoz rezó con el sacerdote el miserere, salmo número 20, oración que repitió hasta el momento mismo de recibir los balazos. Al perderse en la madrugada el eco de la detonación, los 420 reos de la cárcel entonaron el himno nacional. El reo vestía un terno oscuro, usando la camiseta del deportivo de la cárcel, como lo había pedido [...]
O como este fragmento de una gramática española:
Según los verbos, los almaceneros almacenan, los asesinos asesinan, las cantores cantan, los amantes aman y los vivos viven. Sin embargo, los niños no niñan ni los ladrones ladran. Y los muertos no mueren.
O como este recorte del Código Civil chileno:
Los náufragos tendrán libre acceso a la playa y serán socorridos por las autoridades locales.
En estos casos, el lector debe imponer una segunda lectura a que, visto inicialmente, tuvo otro sentido: el de un elogio directo a un muerto familiar, la narración sensible de la ejecución de un delincuente, la explicación de regímenes verbales y jurídicos. La segunda lectura, sugerida por las marcas que rodean, por ejemplo, la nota fúnebre, condicionan un efecto en las revisiones del elogio o de la escritura periodística: risible por lo desmesurada, o por las absurdas inscripciones anecdóticas: canto del himno nacional, uso de la camiseta del club de fútbol de la cárcel. El destino de la selección textual se podría así cumplir, eventualmente, en el lector que así lo viera.
No desmiente este criterio de unidad la inclusión del poema de Neruda "Pobres muchachos", en la medida en que en Poemas encontrados..., se privilegia el sentido directo del texto en cuanto hace presente las dificultades que existen para amarse en este mundo:
POBRES MUCHACHOS
Como cuesta en este planeta
amarnos con tranquilidad;
todo el mundo mira las sábanas,
todos molestan a tu amor
El antecedente textual inmediato de este poema tiene una relación de sentido; se trata de la noticia periodística de una pareja detenida por "ofensas a la moral", recortada y remarcada por el organizador de la secuencia, el seleccionador intencional que establece alguna clase de coherencia a las textualidades de un mundo presentado como absurdo. Así, dos planos, con distinto rango escritural, aparecen ligados como expresiones significantes intertextuales de un mismo fenómeno, como signos concatenables a muchos otros.
Así, asumir la escritura de Poemas encontrados... implica la necesidad deconstructiva de buscar nuevas estrategias interpretativas que penetren en esta textura con el fin de alcanzar los efectos que su juego de diferencias posibilita en la producción de sentidos latentes en lo indeterminable. Esta propuesta genera, además, inducciones a seguir encontrando otros "poemas" y "pre-textos" en una realidad susceptible de ser vista como un gran texto abierto a múltiples provocaciones, afectos, réplicas o representaciones, con reduplicaciones textuales intra y extrovertidas.
Desde los distintos niveles de los "poemas" y "pre-textos" de Torres, se producen vinculaciones de una red múltiple, cuyos efectos conexos trabajan anulando la llamada unidad y autonomía del texto, y destruyendo toda expectativa de orden lineal. Este proceso se apoya en la polivalencia de las inserciones textuales implicadas, procedentes de distintos campos y expresadas con disímiles significantes. La constante fractura de las estructuraciones de esta obra aparece regenerando siempre la formulación de nuevos sentidos: una manifiesta voluntad deconstructiva vive en medio de estos heterogéneos movimientos intertextuales, permaneciendo difuminada la figura de este deconstructor que interviene en este dinamismo politextual por medio de hablantes y actores ubicados en distintos planos culturales, sociales, políticos. En un sentido amplio y distinto al tradicional de la escritura, Torres, desde su ausencia, escribe esta obra encontrada:
Ausencia del escritor también. Escribir es retirarse. No bajo una tienda de campaña para escribir, sino de la escritura misma. Caer lejos del lenguaje de uno mismo, emanciparlo o desampararlo, dejarlo caminar solo y desprovisto, dejar la palabra. Ser poeta es saber dejar la palabra [...] Dejar la palabra es no estar ahí más que para cederle el paso, para ser el elemento diáfano de su procesión: todo y nada. Respecto a la obra, el escritor es a la vez todo y nada. [3]