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Dolorosa cotidianidad
(Tríplice: Narrativas de Chile, Perú, Bolivia y México, Cinosargo Ediciones, 2017)
Por Daniela Pinto
Publicado en (La Estrella de Valparaíso, 30 de agosto de 2017)
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Las fronteras no existen cuando hablamos de literatura. Los límites se desmarcan en el momento justo en que cada narrador o poeta busca su aproximación al lector, a su propio lector. En este sentido, lo que encontramos en la obra Tríplice: narrativas de Chile, Perú, Bolivia y México, editada por el sello Cinosargo y financiada por el Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA, 2017), es un acopio de catorce escritores, cuyas voces y matices literarios no dejarán indiferente al público, por cuanto se configuran en una voz cercana, muchas veces íntima y, cotidiana.
Dentro de las temáticas que encontramos en Tríplice, la muerte y la violencia serían las más recurrentes como bien sostiene Roberto Bustamante en el prólogo del texto. No obstante, existe otro aspecto que no podemos dejar escapar si pensamos que habíamos leído todo y que la literatura solo puede ser una mera representación de la realidad. Me refiero a una dolorosa cotidianidad. Un día a día en el que después de haber experimentado el sufrimiento de los golpes, la muerte, la violación, el desencanto, la rutina, no nos queda más que despertar nuevamente sin saber si experimentaremos iguales sensaciones o el destino nos dará tregua. Es aquí donde encuentro el verdadero sentido de estos relatos: en la imposibilidad de aquel mutatis mutandis tan apreciado por el mundo greco-latino.
Así, cada relato, cada palabra dicha se transforma en un cuchillo amenazante que nos daña los ojos cuando presenciamos a “Anubis en la perrera municipal” (Oscar Barrientos, Chile) colgando de un gancho, ensangrentado y moribundo. O cuando te encuentras en un vagón de un tren cuyo viaje es infinito, observando un devenir que, cual eterno retorno, continuará su movimiento sin oportunidad de mutar, como nos relata Rodrigo Ramos (Chile) o en la implacable cotidianidad que supone el amor como nos relata Isabel Suárez (Bolivia) en su relato “Ruthina”. O, también, cuando ves el cuerpo amado sumergido y yerto en el mar, conquistando soles submarinos (Pedro Novoa, Perú). O, al darte cuenta de que el último recuerdo y “La herencia” (Antonio Ramos, México) que le has dejado a tu madre consiste en el reconocimiento de tu cuerpo hecho polvo en la morgue del pueblo porque los narcos te atraparon y tu madre, la señora Mite, jamás te prohibió las juntas. Y pienso ¿Cuántas Mites existirán en Latinoamérica?
Cada oración que lees te deja una sensación de sequedad en la boca, porque comprendes que esto existe, que está más cerca de lo que crees y que la realidad no supera a la ficción, porque en este caso, en Tríplice, son lo mismo. Finalmente, todos los narradores presentes en esta antología saben que la Caja de Pandora se ha abierto y que solo nos queda enfrentarnos a los males, a la muerte, a la violencia, al ultraje, al miedo, al desencanto, a la frustración, en fin, a la vida misma.