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        Misivas para sosegar  el alma, ansiolíticos que desanudan el pecho
            Cartas desde el  sanatorio de Úrsula Starke
        Por Marcelo Arce Garín
        
        
          
        
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        Frente a mi ventana  cerrada pregunto al tiempo cuanto más he de vivir. 
            Las sombras anegan mis  persianas , y apenas marca una delgada raya la claridad. 
            El reloj tiene  titubeos de corazón enfermo. 
            En un gesto compulsivo  se crispan mis manos sobre el papel. 
            Buscan el apoyo de la  tierra. 
        Teresa Wills Montt 
        
            Cartas desde el  sanatorio es el cuarto libro creado por Úrsula Starke. Una novela narrada a  borbotones, instancia para elucubrar pastillas, resacas y delirios. Adentro y  Afuera son las farolas que alumbran esta narración, que; insisto, es prosa  poética de buena factura.
        Es la carne que cae  cantada y se asoma con prontitud, el Prozác cobija el decir y Úrsula nos  denuncia:  "Era necesario, por lo menos, limpiar los barrios céntricos y  llevar los cuerpos hacia la periferia, donde a la gente no le importe tener un  relleno sanitario al lado de la casa. En Las Condes, en Providencia, en  Vitacura no hay rellenos sanitarios. El presidente no vive en San Bernardo, no  vive en La Pintana, no vive en Cerro Navia, no vive en Pedro Aguirre Cerda, no  vive en Pudahuel. El ministro del interior no vive en Recoleta, no vive en El  Bosque, no vive en Maipú. La ministra de justicia no vive en Conchalí, no vive  en Cerrillos, no vive en La Florida, no vive en La Granja. Existen suficientes  opciones donde instalar rellenos sanitarios. Sin duda algo huele mal con los  rellenos sanitarios", con caspa seborreica y las manos compungidas las  líneas anteriores nos traen a colación palabras del Mijaíl Bakunin  quien  dijo  "A falta de otro bien, esa educación burguesa asegura a quien  la ha recibido, un privilegio enorme en la remuneración de su trabajo. El trabajo de los  burgueses más mediocres se paga casi siempre tres o cuatro veces más que el del  obrero más inteligente."
        Minuciosamente voces  se expanden por este sanatorio que nos deja bailar en el rastrojo  memorial. Heridas sangrando, babeando hay  adentro y afuera de esta cueca fantasmal, sed de reivindicar lo radical,  comprender que el instante es un disparo de escopeta y sesos saltando por todo  el baño, brazos colgados, "una sobredosis de clonazepam en la guata y una  manguera negra por la nariz". 
        La loca suicida ya no  va, reclama huesos en el cementerio, epístolas encerradas en sí mismo, una  autonomía valiente. Cuerpos desparramados en la historia del sanatorio:  Camposantos General, Metropolitano, Parroquial; La vida sigue su curso, esto es  cada vez peor: "Dicen las compañeras del pabellón que en el patio 29 del  cementerio general entierran a los loquitos que se mueren en el encierro. Dicen  que ahí, cada uno de los que estamos en este sanatorio, iremos a descansar bajo  una cruz de fierro negra sin nombre". Cuerpos escindidos en la derrota,  pisoteados por la marcha neoliberal que nos angustia para terminar rematando   "No saben nada de las carretas cargadas de cadáveres que todas las  noches recorrían la ciudad para llegar al patio 29 del cementerio. Los  panteoneros que estaban de turno, hombres pobres sin estudios, ayudaban a los  fusileros a descargar los cuerpos de otros hombres pobres y sin estudios, que  traían las cabezas cubiertas con sacos blancos húmedos de sangre. Desde el 73  que en ese patio solo se entierran hombres sin rostro. Nada de locos".
        ADENTRO/AFUERA
            ISRS-ISRD-ISRN-IRSN-IRDN.
        Claro, no son siglas  de partidos políticos encausados en embaucar la patria, son antidepresivos para  sosegar el alma, ya que "por la ventana enrejada veo el muro de ladrillos  iluminado por una luna menguante. La loca dejó de gritar y llora despacio al  final del pasillo. Le debe estar haciendo efecto el calmante que le acaban de  inyectar. Hay días en que es difícil abstraerse de que estoy en un  psiquiátrico, amor".
         Starke Úrsula se  emancipa junto a nosotros, desde su ático vigila cada paso, cada barbitúrico,  cada asqueroso asesino de árboles milenarios.
        Cartas desde el  sanatorio contiene cierta carga violenta en el mausoleo de los sentimientos, un  país donde "nunca se sabrá el destino de los detenidos desaparecidos y la  memoria, mi única ambición, será un filme de celuloide quemado al que nunca  debí aspirar". Fragmentos de un ocaso mental donde los personajes, hoja  tras hoja, mueren. Verso tras verso pisotean el sol, la lumbrera que nos  conmueve se extingue y da paso a estas misivas que sacuden el corazón y   perpetúan su locura.