Desnudez (Selección)
7. Brebaje
Háyase ya ido de mi corazón
con todos sus silenciosos pasos,
con su voz quebrada en la articulación,
con su temblor de manos en el dolor
de la desnudez sin regazo.
Háyase ya dicho en el adiós
lo que nunca más recordado,
lo que en el sueño o en el dolor
alargándose hasta mi corazón,
y en el corazón ahogado.
Háyase apagado ya el rumor
de besos en el cristal sonando,
y el aleteo a mi alrededor,
y su graznido de ángel protector
en su abnegación desgarrado.
Háyase olvidado ya su amor,
háyase roto lo no reanudado,
y nunca más a mi corazón
su imagen crispada en el dolor
de madre huyendo y regresando.
10. Renuncia
Afuera la inconmovible quietud
de un panorama blanco de cales
atmosféricas, detenido en sí,
o girando vertiginosamente
sobre sí mismo, en el eje del tiempo
imperturbable transcurriéndose.
Como para abandonarse a ciegas,
como para renunciar de una vez
por todas al género humano,
y reingresar en la clara espesura
del silencio cósmico reintegrado.
11. Día de acción de gracias
Hoy que vástago de la eternidad
cautivo en la autocontemplación
con mi lumínica herramienta,
hoy que descenso a mi obscura raíz
con una tea chisporroteante
en el ardor de la tensa lucidez,
hoy que especulación del ojo
mirando largamente un retrato
de facciones frenéticas huyendo,
hoy día de acción de gracias,
hoy homenaje al Sumo Creador,
hoy vástago de la eternidad,
y detenido en ningún instante
de ningún tiempo fugitivo:
paz para mis criaturas dormidas,
paz para mis seres congregándose.
13. Enigma
Un animal herido
por mi boca su agudo dolor,
su lastimero aullido.
Desde la espesa maraña
de mi interior infranqueable,
desde mi más íntima entraña.
Cautivo allí yo en el vientre
de mi madre retrasmisora,
no-nato y ya viviente.
Dolor de perseguida bestia
descarnada en su ulular
bajo la luna llena.
Dolor de atávico estigma,
dolor de rapsoda opreso
bajo el doloroso peso
de un oracular enigma.
14. Anatema
Anatema si de tus labios
la palabra proscrita hecha canto
de su maldecida proscripción,
anatema.
Anatema si la revelación
por tu voz su linfa estigiana
de divina redención,
anatema, anatema.
Anatema si el fuego sagrado
en hogar de vil leñador,
de la réproba villanía,
anatema, anatema, anatema.
Y anatema si estas palabras
hechas sublime poesía
a despecho de la ira de Dios,
mil mil veces anatema.
17. Haz
El que al anochecer en casa, Claire,
hundido en cábalas y reflexiones,
aquél que insumido en sí mismo
con una hoz y una linterna
sesgando nocturnas espigas,
aquél, Claire, que en la telaraña
de sus propios sensores atrapado,
fijo en los cruces de la percepción
con sus antenas imantadas,
llenas de urgentes llamados de auxilio,
ése todo pleno de ti, amor,
ése en tu alianza su sustento,
y abismado en la obscura cisterna
del agua vital escurridiza,
interferido de gritos de náufragos,
en tí la lumínica escalera
y el haz de portentosos rayos
recogiéndome de mi naufragio.
18. Por el arroyo azul
Por el arroyo azul
tú y yo persiguiéndonos,
tú y yo en pos de la luz
de nuestros cuerpos.
Por la alígera corriente
nuestras dos vidas
atravesando noviembre
de aristas frías.
Tú, amor, perseguida
por la incansable rueda
de mi alegría,
yo por tus flechas.
Yo por tu arco herido,
tú en mi persecusión:
el arroyo en el río,
los dos en el corazón.
Goteo (selección, 2012)
Tan solamente
Tan solamente volver a verla
después de decenios de extravío,
y tocar otra vez sus labios
con mis labios de sed compulsiva,
y llevarla al tálamo nupcial
como a un fruto largamente ansiado,
o una flor de salvaje perfume
trastornando mi razón humana.
Oh, volver a descender con ella
al supremo acto de la redención,
en un clima de abejas estivales
libando en el cáliz mórbido
de una rosa de néctar secreto,
oh, volver a deshojar sus pétalos
hasta desnudar su cuerpo lácteo,
y penetrar en el antro sagrado
de una doncella por fin mía,
eternamente mía, así, desnuda.
Y si ahora un esfuerzo enorme,
y si ahora un esfuerzo supremo
de mi voluntad enamorada,
te trajera aquí, mujer excelsa,
trozo de mí perdido en el tiempo.
Pero lejos estás en las edades,
lejos en las vegetaciones,
y en vano mi sed de náufrago
estira hacia ti sus secos labios.
Goteo
De una gota que se desprenda
de mi existencia, y ya nunca más
regrese al lentísimo cómputo
del desgaste, cayendo sin fin
al océano inconmensurable
de la muerte, en el reverso ciego.
De esa gota las hojas secas
desconectándose del tiempo
entre la fronda de septiembre,
remontando el filo homicida
de un calendario implacable
a orillas de un gran precipicio.
Gota a gota las letras dispersas
de tu alfabeto tributicio,
al filo ya de la víspera,
en bandada los buitres rondando
un cuerpo cuya última gota
desprendiéndose de los relojes.
Entrecruce
Entrecruce de todos los tiempos
en el desamparo temporal
de una hora vacía de substancia,
ay, vacía de agente y memoria.
Aquí tu sitio de tinieblas,
aquí, en la absoluta ceguera
de uno que buscándose sin fin
entre cartas y fotografías,
mudo de voces ininteligibles.
Quién, hermano mayor, quién, viajero
por todas las generaciones
de una familia sin raíces,
sin huellas por la nomeclatura,
quién, quién tu presencia de niebla
entre las estatuas malheridas,
quién el otro que tú mismo dormido
bajo el velo de la retina
de todos los tuyos huyéndote,
y dónde la substancia primordial
de esta hora vacía de tiempo,
vacía de huellas y raíces,
en el entrecruce insubstancial
de todos los tiempos destruídos.
Números totales
Números totales los insectos
orbitando mi tarda conciencia
tan de anochecida súbita,
tan de desnudez noviémbrica,
huyendo aterrorizada
con todas sus luces perseguidas,
números que espeso zumbido
en torno y en torno y en torno,
como si alguien recordándome
desde una lágrima indefinible,
o colapso de mis vigías
temblando de miedo en la intemperie.
Bajo el peso de sus raudas alas,
sobrecogido de concomitancias,
ay, quién la que desde el lecho
enseñándome su fresco pubis,
quién, quién la que tupido velo
bajo sus ojos de rubor y olvido.
Cercano a los últimos límites,
lleno de un rumor parecido
a números totales orbitándome,
¡qué miedo volver a recordarla
en su lecho de casta vitalicia !
Mediatarde
Penetrante atmósfera de climas
hiperboreales acaecida
en la mediatarde detenida
frente a mis órganos sensoriales,
uno de tus detonantes líricos
clavado en mi sensor de niebla,
precisamente cuando Mercurio
en el ángulo de la Diáspora,
y sus heraldos atmosféricos
pasando a cuchillo los restos
de la luz solar agonizante.
Ahora, en este mismo momento,
hundirme en sus coordenadas
con todo lo mío aún vigente,
fallecer de saetas árticas,
o de lentísimas estalagmitas,
o sacudir el nervio sensorial,
y poner en marcha la mediatarde
atascada en mi abúlica mismidad.
Resplandor
Ilumíname, Musa,
de divino resplandor,
de modo que desde el fondo
de mi ser intrínseco brote,
no la simiente y el grano,
no la raíz y su fruto,
sino la poesía
como una perfecta diosa
de luz, ritmo y armonía,
dota de tales poderes
mi instrumento inaprensible,
que enhebre la melodía
dispersa del universo,
y eleve su arquitectura
de letras ceremoniales
hacia la dicción del habla,
hacia el fulgor del poema.