A sangre y a fuego
Grábate a sangre y a fuego
en la memoria de tu pueblo,
grábate con tinta roja,
grábate con sangre de tus venas,
esculpe con tu letra noble
una escultura ingrávida
de inédita progenie
asediada por los siglos,
cava en la cantera viviente
con tu elán de alígeras alas,
cincela y pule cada palabra
hasta darle la forma perfecta,
y vuela a la eternidad, demiurgo,
vuela a la lentitud de los siglos,
grabado tu nombre a sangre y a fuego
al pie de la memoria de tu pueblo.
Lapso
Sean las insólitas de la tarde,
cuando el búho su callada aparición
imponiendo silencio en el bosque,
y en casa emergiendo la penumbra,
desplegándose hacia cada rincón,
hacia cada vano de la escalera,
infiltrando su aliento en el desván,
sean, pues, en ese lapso sin nombre
donde el agente temporal ciego,
y lo que somos o parecemos
oculto en su habitáculo humano,
temeroso de caer al vacío
y perder su entidad insuficiente.
A eso de las más tarde aún,
o de las más temprano, por Dios,
en la incertidumbre de las esferas,
el humanoide asomar su rostro
y contemplarse en toda su ruindad
disperso por los fríos minutos.
A quién confiarle, entonces, a quién
pedir perdón a gritos y sollozos,
mientras los relojes imparciales
lejos, al otro lado del tiempo,
y lo que somos o parecemos
ahogándose en la penumbra,
en los vanos, en los vacuos rincones.
Muchedumbre de luz
Muchedumbre de luz
entrando a raudales
por mi ventana,
si solamente entraras,
si llegaras solamente,
muchedumbre de luz,
hasta mi alma,
y alumbraras, antorcha,
mi tenebroso interior,
si lo iluminaras,
para llegar hasta mí,
para encontrarme conmigo,
muchedumbre de luz,
cara a cara.
¿Sangraría la rosa?
¿Sangraría la rosa
si mi alba palidez,
si mi faz desvahída,
sangraría la rosa?
¿Sangraría ella, roja,
si mi enferma lividez,
si mi color exangüe,
sangraría para mí?
Y si ya en la agonía,
y si ya cercano
a la muerte artera,
¿sangraría la rosa?
¿Sangraría para mí?
Para mi faz lívida,
para mi piel pálida,
¿sangraría la rosa?
Carga de silencio
¿Y ya no cantarás, poeta,
ya no escucharás las voces
misteriosas extasiándote,
cuchicheándote al oído?
¿Ya no irás por las calles solas,
bajo la caricia de la lluvia,
o de las hojas huérfanas,
soltando al aire tus palabras,
musitando embriagadores versos?
¿Es que se ha dormido tu estro,
es que tu interioridad
duerme un sueño sin término,
ha enmudecido para siempre?
Detenido en el tiempo girante,
escuchas cantar los arroyos,
sientes en torno la brisa rapsoda,
oyes el susurro de los bosques,
Y desde tu interior dormido
lucha el poeta por sacudirse
su pesada carga de silencio.
Utensilios del canto
Los utensilios del canto
dispersos sobre el escritorio,
mudos, exhaustos de tanta
travesía por las palabras.
O bien de las interferencias
de jinetes encapuchados,
galopando a todo redoble
por las riberas del sueño,
asustando el fluir del canto.
¿Cuándo volveréis, decidme,
viejos, amados objetos,
cuándo volveréis a erguiros,
a derramar sobre el cuaderno
los trazos del andante lírico?
Él callado en su celda monacal,
él la mudez del desconcierto,
escuchando el rumor confuso
de voces ininteligibles
al otro lado de los barrotes.
Lo hallaréis al romper el alba,
girando en círculos en torno
de sí mismo, de su instrumento,
rotas sus mágicas cuerdas.
¿Quién vendrá, quién ha de venir,
quién romperá el sortilegio,
empuñando en su mano gnóstica
los utensilios del canto?
Sonambularia
Con cualquier licor de cualquier hierba
soporífera o estupefaciente,
con cualquier droga anonadante
de la flor del campo de la luna,
oh, con cualquier beso de vírgenes
difuntas velándome el sueño,
o la voz dulce, embelesante,
de sirenas cantándome al paso
de mi bajel por islas encantadas,
de cualquier, de cualquier modo, cofrades,
que mi psiquis sea atada al mástil,
y enloquezca escuchándolas cantar,
o desnudar las vírgenes su cuerpo
ofreciéndolo a mis armas rotas,
cuando ya el equinoccio de otoño
acercándose a los racimos,
y ebrio mi atributo de poder terrestre,
atado al mástil hasta la locura.
Testimonio
¿Y si tan sólo uno, amor,
si tan sólo uno de mis poemas
irguiera su título
orgulloso en la maraña
de lenguas, y testificara,
si solamente una,
si tan solamente una
de mis pobres criaturas,
elevara su voz lírica
entre las voces mundanas,
y testimoniara,
y testimoniara?