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Donde el agua se une a otras aguas
Presentación de Ensenada de Víctor Alegría

Por Diego Alegría

 


 


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Nada estaba aún completo antes que lo mirara.
Rainer Maria Rilke

Recorrer Ensenada, segundo libro de poemas de Víctor Alegría, ha significado transitar por las primeras versiones de sus textos, el instante en que nos recitaba y acogía nuestros comentarios; pero, ante todo, revivir las conversaciones íntimas entre padre e hijo sobre la verdadera naturaleza de la poesía, todos ellos momentos plenos, afortunados, donde hemos tratado de aprender el oficio de escribir, de impregnar nuestros poemas con la exactitud y detalle de la pintura. En sus tres secciones, Ensenada encarna dicha vocación por la precisión verbal, por el tono confesional y por la imagen poética como figura articuladora de los poemas, donde familiares, amigos y artistas se encuentran y dialogan en la voz del hablante.

Celaje, la primera parte del libro, constituye el eje programático del poemario y un puente entre Pleamar, la ópera prima de Víctor Alegría, y Ensenada. Por un lado, se presenta el mar, no como entidad física, sino abstracta y paradójica, en cuanto simboliza lo transitorio y lo permanente, comparada por el sujeto lírico con la aparición y desaparición de escenas de la memoria, como sucede en el poema “Aquello que fue imagen” (p.17). Al mismo tiempo, el tipo de versificación de Alegría recuerda el incesante golpe de las olas, característico de Pleamar: versos largos mezclados con versos breves que, generalmente, establecen quiebres de sentido. Por otro lado, al reflexionar en torno al proceso creativo, el hablante lírico afirma, a partir de sentencias encadenadas a imágenes poéticas análogas, que toda obra se construye por sí sola, sin la intención aparente del autor, como señalan los siguientes versos: “En el cuadro la / voluntad no cuenta: // grácil hierba / en manos del viento” (p.28). Asimismo, el artista es quien, a partir de la memoria, describe en imágenes pictóricas o poéticas el milagro de lo cotidiano. Celaje prefigura, entonces, la naturaleza y estilo de las próximas secciones, es decir, el interés por la imagen poética que se entrecruza con un tono confesional, la belleza de las acciones y objetos cotidianos, y, finalmente, el diálogo con pintores y poetas a partir de la cita y el écfrasis.

La sección número 2, llamada Tersura, está compuesta por 47 haikus, escritos en verso libre. En ellos destacan tres aspectos: la fascinación por la imagen, tanto instantánea como de la memoria, el tópico del lugar ameno y la separación amorosa, todos ellos tratados desde un lenguaje pictórico, donde confluye el detalle visual junto con sentencias filosóficas, a la manera de Celaje, donde el hablante logra comprender “ciertos caminos” (p.41). En primer lugar, la imagen instantánea, es decir, la captura de un instante a través de las palabras, recuerda el trabajo pictórico de Alegría, especialmente la serie Los nadadores, donde, con paciencia y rigor, el artista zurce la trama de un instante en un transcurso de tiempo prolongado, un momento que es, por un lado, “hermoso y fugaz” (p.37), como declara el hablante, pero que, paradójicamente, permanece recobrado en la palabra. En segundo lugar, dentro de las imágenes de la memoria, sobresale la niñez, motivo relacionado con el tópico del lugar ameno, donde el hablante adulto se posiciona fuera de lo urbano y civilizado, para marcharse a los eriales, comparando dicho des-ligamiento con un niño caminando entre la maleza. Al mismo tiempo, algunos haikus establecen una analogía entre el mar y la memoria: “la ola traza / un instante” (p.33) que se retira, pero que, de una u otra forma, regresa, al igual que un cúmulo de recuerdos. Entre ritmos entrecortados, la temática de la separación amorosa constituye una constante dentro de Tersura, donde principalmente se esbozan momentos silenciosos entre los amantes, incomunicación que se traduce en despedida y pérdida de lo amado, y en cuyo correlato se ubica la imagen del jardín y del mar, lugares que, antiguamente íntimos, sobrecogen al hablante con su inmensidad.

En Rompiente, la última parte de Ensenada, encontramos dos registros alternados. Primero una poesía descriptiva, al igual que en las secciones anteriores, donde, al dibujarse con palabras, el paisaje toma algún sentido, como señala el sujeto lírico en el poema “Niebla”. Imágenes poéticas claras, precisas en la construcción de un significado unitario, nunca fragmentario, donde generalmente no se utilizan verbos, por cuanto es poesía de la permanencia de las cosas. En ellos destaca, asimismo, la utilización del écfrasis, es decir, la representación verbal de una obra visual, como en el caso de Gonzalo Millán en Claroscuro. Sin embargo, Ensenada logra superar el cuadro, entendido como modelo de escritura, para incorporar un tono confesional que se traduce en el segundo registro: el coloquial, donde el hablante lírico no se detiene precisamente en las pinturas de Zurbarán, Corot, Rembrandt o Sisley, sino en el proceso mismo de creación. La obra se funda y se resuelve en los estados anímicos del autor y en su propia biografía, fenómeno también presente en la poesía de Alegría, donde constantemente se hace referencia al júbilo del espacio familiar, que es, a su vez, íntimo, cotidiano y divino, donde el sujeto lírico exclama en el poema “Dádiva” que su existencia “ha sido obra de la gracia para ellos” (p.113). Al mismo tiempo, en Rompiente parecieran resolverse las problemáticas interiores del hablante, quien encuentra en la amada, ahora cercana y serena, el aprendizaje de “la ciencia simple // de vivir” (p.111), y en el verano y las vacaciones, un lugar idílico hecho presente.

El libro de Alegría constituye un poemario híbrido en su construcción verbal y emocional, pero íntegro en su línea temática, que despliega una galería de escenas cotidianas y biográficas, mezcladas con reflexiones metafísicas y referencias a la historia del arte y la literatura, temas y motivos expresados con precisión, sutileza, pero a la vez intensidad lírica. Ensenada significa, entonces, espacio donde el agua se une a otras aguas.



 



 

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Donde el agua se une a otras aguas.
Presentación de "Ensenada" de Víctor Alegría.
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