Cosas sin nombre inicia con un dictamen sucinto pero cargado de teoría, que funciona también como declaratoria de intenciones: “Nombrar lo real es imposible”. En efecto, no podemos darle nombre a lo real porque nombrar es un acto del lenguaje, y como tal inscribe lo nombrado de lleno en el orden simbólico (o permite su inscripción en el registro imaginario, que es donde “el engaño”, dijo Lacan, se formula como verdad). Nada de eso es lo real: lo real, entendido así, no es representable, no es simbolizable, no es imaginable. No se puede decir ni pensar. Lo real es lo que se ausenta, y esa ausencia, ese vacío, es precisamente el fundamento de todo lo demás.
Pero también hay esto: lo real se puede invocar. Es lo que hace la poesía: rasga el firmamento de la significación, el orden de las cosas nombradas y dichas, ese engaño que construimos (y nos construye), y permite que estalle por la hendidura un haz de luz nueva y distinta, restaurando por un instante —esto lo escribieron Deleuze y Guattari— “la incomunicable belleza de lo que ya no podemos ver”.
Invocar lo real, entonces: esa es la ruta que señala desde su apertura, y de hecho desde su título, Cosas sin nombre. Lo hace ya con su apuesta formal, y doblemente: con el devenir prosa de su escritura poética y con su construcción como una secuencia de fragmentos de efecto aleatorio.
Deviniendo prosa, esta escritura esquiva las tentaciones del reclamo lírico convencional, largamente agotado. Al mismo tiempo, se normaliza, se entrega a nuestra inquisición interpretativa, se abre a la lectura en vez de bloquearla. Interroga el silencio de las palabras, su vacío fundamental, sin declarar perdida la batalla.
Construyéndose como una secuencia de fragmentos, disuelve su intensa visualidad y su tendencia a la imagen —al imaginario— en una multitud de miradas, delineando figuras que insinúan metáforas y metonimias sin aspirar a cerrarlas. Es un mirar persistente, y en su persistencia hay algo vivo antes que algo meramente literario.
El resultado de estas operaciones, y otras, es quizá paradójico. La invocación de lo real a la que se nos invita no se aleja de lo inmediato y lo tangible, de sus tiempos y espacios, del cuerpo y sus medidas, de la materia viva o de la materia social. Hace lo contrario. No aspira a trascender el mundo dado sino a internarse en él y habitar su entraña.
Ese es el punto: se trata de hacer visible lo invisible, señalando algo que está presente pero sumido en “el instante banal y repetido” de las experiencias cotidianas. Se trata de disipar la “cortina de humo” e iluminar “las partículas de polvo que estallan” entre las palabras acumuladas. Se trata de desarmar nuestro habla, su “música oscilando en el silencio”, para “tocar el espejo” —otra vez Lacan— y deshacer aquel engaño, recuperando por un instante el pleno habitar de la morada humana, que de otro modo siempre se nos escapa.
Marzo 2024.
Bajo el sello del Álbum del Universo Bakterial
VIOLETA BARRIENTOS PUBLICA POEMARIO “COSAS SIN NOMBRE”
Los versos del libro destacan por su brevedad, concisión y emotividad para referirse a aquellas personas que no
tienen voz y viven al margen de lo social.
El Álbum del Universo Bakterial acaba de publicar “Cosas sin nombre” de la escritora y científica social Violeta Barrientos, entrega número 52 de su colección editorial de poesía. El volumen, según los editores, muestra “escenas ordinarias, lugares comunes y puntos muertos que son objeto de una observación paciente como metódica, pero que no apunta a formular certezas, sino a desestabilizar las existentes”.
Situados en una trama de presencias simbólicas y materiales, los textos de “Cosas sin nombre” —breves, reflexivos, desaprensivos— trabajan en la fricción de lo real contra su representación en la palabra. Evidencian así las grietas del orden social y lo artificioso del tiempo humano. Se trata de una escritura que opera entre la insuficiencia del lenguaje para nombrar las cosas y el deseo de aproximarse al núcleo de la experiencia.
Por su parte, el poeta y crítico Jorge Frisancho sostiene que, deviniendo prosa, esta escritura esquiva las tentaciones del reclamo lírico convencional, largamente agotado. Al mismo tiempo, se normaliza, se entrega a nuestra inquisición interpretativa, se abre a la lectura en vez de bloquearla. Interroga el silencio de las palabras, su vacío fundamental, sin declarar perdida la batalla.
“La invocación de lo real a la que se nos invita no se aleja de lo inmediato y lo tangible, de sus tiempos y espacios, del cuerpo y sus medidas, de la materia viva o de la materia social. Hace lo contrario. No aspira a trascender el mundo dado sino a internarse en él y habitar su entraña. Ese es el punto: se trata de hacer visible lo invisible, señalando algo que está presente pero sumido en «el instante banal y repetido» de las experiencias cotidianas”, añade Frisancho.
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Violeta Barrientos Silva (Lima, 1963) es profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Católica y profesora de la Maestría de Género de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es autora de ensayos de análisis político–social y de crítica literaria. Reconocida como Personalidad Meritoria de la Cultura en 2020. En poesía ha publicado: Elíxir (Noevas, 1991), El innombrable cuerpo del deseo (ed. de autora, 1992), Tras la puerta falsa (ed. de autora, 1994), El jardín de las delicias (Indigo,1999), Tragic/Comic (Le Bleu du Ciel, 2003), El libro de la serpiente (Peregrín nº 10, 2004), Cosas sin nombre (En la frontera, 2008) y Las imposibles orquídeas. Antología personal. 1991–2017 (2019). La segunda edición de Cosas sin nombre es el primer título de Violeta Barrientos en la colección de poesía Álbum del Universo Bakterial.
Poemas “Cosas sin nombre”
09.
Hay quienes tienen una muerte simple. Mueren del frío que se cuela por sus pies.
Divagan indefensos hasta olvidar sus nombres conocidos. Solo les queda la piel como oscuro distintivo, como un gendarme que señala dónde están.
Su paso es de cartílago, su existencia, un accidente, el exabrupto de un vientre, una arcada en las teorías- de convivencia social.
Del aire vienen y al aire van. Miasmas.
Cifras no recogidas en el balance nacional.
11.
Instantáneas.
Todo espacio es temporal; habitaciones de hotel, oficinas y bares, entreactos, pasillos y ascensores.
Alguien asoma a la puerta. No hay hogar, ni costumbres familiares a la vista.
19.
Murió sin conocer tantos lugares.
Murió sin saber secretos de familia, sin volver nunca a su pueblo ni ser reconocido allí.
Murió sin amar a la mujer de su vida ni probar la ternura que otra le habría dado.
Murió a secas, eso sí se cumplió, y su muerte fue como casi todas las muertes, no llamó la atención. Fue un nombre más, llorado por pocos que asumieron rostros graves y vestidos de luto.
Tuvo tiempo de sobra, pero murió como todos, antes de tiempo.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Invocar lo real
"Cosas sin nombre" de Violeta Barrientos.
Editorial AUB, 2024, 72 páginas
Por Jorge Frisancho