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Ponce Gambirazio: El chico que damos por futuro
Por Víctor Coral
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Este año, con su reciente novela, “El cine malo es mejor”, JPG provocó un significativo seísmo narrativo en la conservadora Lima. Las locas no sabían qué hacer con esa papa hirviendo entre las manos, los críticos, como siempre, prefirieron degradar el valor del libro o simplemente ignorarlo; unos pocos se atrevieron a invitarlo a programas de tv y a reseñarlo como se debe, pues estábamos frente a un verdadero atentado contra el canon realista tradicional.
“El chico que diste por muerto” (zut, 2012) es la novela anterior y no carece para nada de virtudes literarias. Una voz desaparecida, una huella perdida, una casi nada de pronto alza su serena pero grave voz y empieza a contar su vida y sus vicisitudes, centrándose sobre todo en el aspecto sexual (pero en el fondo en una velada búsqueda del amor siempre esquivo).
Lo más interesante entre muchas cosas atractivas en esta breve novela, es el manejo dosificado, casi oficioso que hace el narrador de la exposición de sus eventos personales. El lector, gracias a ello, discurre por el libro como por un canal de la vieja Venecia, pero admirando hacia la izquierda los abusos sexuales sufridos, hacia la derecha las vejaciones soportadas cuando joven, hacia adelante la toma de conciencia de una particular forma de asumir el propio ser homosexual. El final del capítulo primero es esclarecedor para este rito de paso hacia una vida más auténtica si no más deseable:
Los recuerdos suicidan mi corazón maltrecho y seguido de un ruido húmedo, lo siento caer. Busca una acequia donde sumergirse, pero aquí solo existen tuberías donde el agua se ha vuelto invisible y discurre condenada por debajo de las calles. Por dentro de las paredes y los cuerpos, se arrastra hasta encontrar una alcantarilla y acompañado de porquería, navega hacia el mar. Carente de corazón, camino sin temer los reveses a los que estoy expuesto.
Un perro intenta morderme.
Le reviento el cráneo con una piedra.
Ahora soy yo el que manda.
Así como en “el cine malo es mejor”, en “El chico que diste por muerto” no hay ningún lado B de la literatura peruano como ha dicho por ahí un corrector de estilo puesto como crítico literario en un conocido suplemento dominical peruano. Lo que tenemos acá es literatura futura. Literatura con mayúsculas y letras brillosas y coloridas, como corresponde a los que ya no temen mostrar su mundo, su vida tal como es, pero fascinantemente formalizada, con maestría y candor.