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La pérdida de Jorge Frisancho
Por Víctor Coral
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Los que alguna vez admiramos la inteligencia de Reino de la necesidad (1988) o el oportunismo temático de Estudios sobre un cuerpo (1991), no podemos sino evidenciar extrañeza y decepción frente a su reciente entrega: La pérdida (y otros poemas), publicado a principios de año por la alguna vez exigente editorial Paracaídas.
Aunque se puede hallar un tenue hilo conductor, que es la palabra, su desaparición y la oquedad del decir poético, los poemas que conforman este volumen transitan por una vereda estilística plagada de adoquines desalineados, baches insolubles y desniveles que se pudieron trabajar más y mejor:
-La cancina repetición de la fórmula “A tenor de” en “Metapoética I”
-El más feliz pero igualmente evitable y retórico “Pero díganme que no es verdad” del poemario que da título al libro y que no es, ni de lejos, el mejor de este.
-La incontenible recurrencia a imágenes y metáforas desgastadas o no logradas, como la “lejanía de las cosas”, “la ausencia de significados”, “el infernáculo de la palabra”, “esta misma ausencia que chirría”...
¿Hubo un real cuidado de edición?
Mas acaso lo que más sorprende en “La pérdida” es precisamente la pérdida de cierto brío, de cierto entusiasmo por la vida y la poesía como una vía para liberarse de las condicionantes de la existencia, que no por cruentas son ineludibles, al menos al nivel del discurso.
Frisancho aparece atrapado y aun torturado por “la sombra de la palabra/ que se desanuda con impertinencia/ contra la página ausente; a solas/ en el espacio vacío (“Metapoética IV”); pero de ese desgarrarse entre los dentados engranajes de un sistema opresor y silenciante (admitan mi neologismo) hemos tenido mucho y demás en las últimas décadas.
Lamentablemente, Frisancho no nos aporta nada nuevo en ese sentido, ni en la forma, ni en lo ideológico, ni en términos de fidelidad a una sensación íntima que, seamos condescendientes, puede ser verosímil, pero está muy mal plasmada en la “página ausente”.
Los mejores poemas de “La pérdida” son dos: El poema en cursiva que abre la sección “Contra el escándalo de tu ausencia” y “Casa familiar”, textos donde el poeta asoma por sobre los restos de su naufragio intelectual y espiritual mal llevado al texto.
En suma, una gran oportunidad perdida que Frisancho deberá curar (en el sentido heideggeriano) ya sea reelaborando su propuesta con un nivel mayor de elaboración formal y cuidado expresivo, o proporcionándonos un nuevo libro que se ponga a tono con sus grandes entregas de hace décadas.
Él tiene la palabra, al menos, “desde los márgenes de lo potencial”; pero en este libro solo nos confiesa su derrota:
“Quise tantas palabras que se desgarran
Como heridas abiertas, bocas, verbos; quise
(…)
Pero hice solamente esta pupila de cristal, este idioma de espejos
Y ahora solamente me consuela –pero en vano—
La tenaz sinceridad de su silencio”. (“MetapoéticaV”)