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PRESENTACIÓN DE “POEMAS DEL DESARRAIGO”
DE JUAN ENRIQUE PÌEDRABUENA
Libros del Amanecer, 2013
Por Rodrigo Verdugo
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“Poemas del desarraigo” (Libros del amanecer, Santiago de Chile, 2013) es el primer libro de Juan Enrique Piedrabuena. Estamos entonces en presencia de un poeta que se ha demorado en publicar, con las ventajas y quizás desventajas que ello implica. Creemos como Gonzalo Rojas más en las ventajas que en las desventajas de “Demorarse”.
Ya desde su título (como la mayoría de los títulos de los libros de poesía) nos da una importante clave de lectura: “El desarraigo”.
El desarraigo es transformado aquí en motivo lírico y mas aun en característica temática y estructural. Todos los poetas escriben consciente o inconscientemente desde una experiencia de desarraigo desde que fueron expulsados de la república de Platón, y desde que fueron expulsados de la posmodernidad. El destierro como afirma el poeta Armando Uribe Arce es la “Pena natural del poeta”.
Este libro esta dividido formalmente en dos partes: "Poemas del hombre sentado" y "Poemas del hombre que camina". Ambas partes reúnen tal vez provisoriamente textos que fueron escritos durante el periodo de juventud de Juan Enrique Piedrabuena, específicamente en la localidad de la Floresta de San Cugat del Vallés, Barcelona, donde nuestro autor vivió un par de años y donde desarrollo junto a otros poetas catalanes y también chilenos, una destacada actividad cultural que comprendió entre otras actividades la participación en el grupo “El ocell Radiant”, y la edición de una revista homónima. Hablamos entonces de textos escritos hace ya algunos años, por lo tanto difieren con la producción poética actual de nuestro autor, que según sabemos (a pesar de sus obligaciones diarias) continúa escribiendo. Escribir desde el exilio o desarraigo o pena de extrañamiento fue una constante en la generación del 70 (o NN o dispersa según diversas denominaciones), generación a la cual pertenece nuestro autor y a la cual pertenecen también los poetas afines a Piedrabuena, Jorge Ragal y Erick Polhammer. Ha sido señalado también por algunos críticos que la experiencia del viaje para esta generación del 70 posibilitó reformular creativamente la visión de la realidad. Creemos que esta afirmación se cumple en este libro. La primera parte de él reúne un conjunto de textos, con una inclinación más o menos lírica, (donde no obstante hay presencia del sarcasmo) el tema del amor es la primera constatación del desarraigo, y del descentramiento del sujeto mismo, en una superposición de planos míticos y terrenales muy presentes en poemas como: "Soplan vientos calientes en Barcelona” y el “El bajel abandonado” textos que no he transcrito aquí para no caer en el peligro de la fragmentación. No hay arraigo en el amor como tampoco lo hay ni en Barcelona ni en su ciudad natal, Santiago de Chile.
Desarraigo o tal vez intraexilio como lo definiera Gonzalo Rojas.
La crisis de su identidad da lugar a ratos a una introspección, prueba de esto es el texto “Pedro Latas”. La ausencia de referencia, se va transformando en algo mucho más complejo, es decir se va transformando en un exilio espiritual donde el poeta habita y habitará irremediablemente, una crisis ontológica que se ha instalado en forma permanente.
Crisis ontológica que provocó que un poeta como Pablo Neruda llegara a escribir “Residencia en la tierra”, crisis ontológica de la que logra escapar el propio Neruda gracias a su fe en el marxismo. La segunda parte de este libro, esta compuesta de textos que retoman algunos motivos líricos que ha trabajado anteriormente la antipoesía de Nicanor Parra, como por ejemplo: la frustación amorosa, (presente y señalada sobre todo en la primera parte de esta obra), la desorientación en el mundo, la denuncia de un orden de cosas, el desamparo del hombre en el mundo, la falsedad de los sistemas etc. Existe en algunos poemas de esta segunda parte la casi tentación de un arraigo histórico, que no se confirma plenamente. Respecto a las influencias que acusa la obra de Juan Enrique Piedrabuena, queremos constatar que más allá de retomar los motivos líricos de la antipoesía, no vemos que la antipoesía sea una influencia directa en Piedrabuena, Ya que no es de Nicanor Parra donde podría venir una influencia directa, sino mas bien de poetas como Carlos Pezoa Veliz y Francois Villon (de quien proviene el gusto por el sarcasmo) y por cercanía geográfica, algunos poetas catalanes leídos y amados por nuestro autor como Joan Margarit y Joan Salvat Papaseit, poetas que además ha estudiado y leído en su propia lengua. Restringiéndonos ahora a lo que es nuestra tradición literaria chilena, Juan Enrique Piedrabuena es deudor del humor chusco que se desarrolla ampliamente en toda la obra de Carlos Pezoa Veliz. Carlos Pezoa Veliz como Juan Enrique Piedrabuena son poetas de la oralidad, no necesariamente coloquiales, La oralidad es más amplia y lo coloquial es más restrictivo. Esta diferencia es crucial. La oralidad por esta razón se diferencia radicalmente de lo coloquial y la coloquialidad va alcanzando cierta independencia de la antipoesía como queda demostrado por algunos críticos en ciertas obras como por ejemplo del poeta (también miembro de la generación del 70) Claudio Bertoni.
Con “Poemas del desarraigo” Juan Enrique Piedrabuena se suma a la escena poética nacional y se suma también como poeta a su propia tradición familiar, puesto que Piedrabuena proviene de una familia donde hay y existieron intelectuales, artistas, y escritores, mencionemos como prueba de esto a la poeta Lucia Richard de Piedrabuena y al pintor Roberto Humeres. Mencionemos también que Juan Enrique Piedrabuena guarda vivamente los recuerdos del poeta Luis Oyarzún, gran amigo de su madre.
Queda por ahora celebrar la aparición de “Poemas del desarraigo”, celebrar junto a nuestro querido poeta Joan Ruiz, y esperar que esta obra tenga con el tiempo un correlato crítico, auspicio suficiente y por supuesto felicitar el gesto heroico de Libros del Amanecer por creer aún en la poesía.
