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        Un golpe de  dados para abolir el azar
            "Un golpe de dados (novelita sentimental  pequeño burguesa)” 
          Victoria Guerrero. 
          Cusco: Ceques Editores, 2015.
        Por Carlos  Villacorta
University of  Maine
        
          
          
        
          
        
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                      Una de las voces más importantes de la nueva  literatura peruana es la poeta Victoria Guerrero (Lima, 1972) quien ha escrito  hasta el momento seis poemarios: “De este reino” (1993), “Cisnes estrangulados”  (1996) , “El mar, ese oscuro porvenir” (2002), “Ya nadie incendia el mundo”  (2005), “Berlín” (2011) y “Cuadernos de quimioterapia” (contra la poesía)  (2012). Su último libro solo confirma una voz poética que se amplía más allá de  la poesía.
          La novela narra, en clave poética, la historia de la  joven Nadja durante los años ochentas y noventas en la capital peruana.  Enfrentada a una realidad pesadillesca, Nadja recuerda su niñez y adolescencia  con la aprehensión de quien reconstruye lo que fuera su viaje hacia la adultez.  Acompañada de dos  animales ,‘el pollo’ y ‘Katze’, la joven transita su vida,  entre escenas de sueños y pesadillas que desdibujan una realidad tan extraña  como lo pudo haber sido la Lima de las dos últimas décadas del siglo XX. No hay  que olvidar que el Perú vivió entre 1980 y el 2000 uno de los procesos más  violentos en su vida republicana: por un lado, se inició el Conflicto Armado  que enfrentó al Estado y la sociedad civil con el movimiento terrorista Sendero  Luminoso; por otro, el terrible manejo económico de los gobiernos de Fernando  Belaúnde (1980-1985) y Alan García (1985-1990) pusieron al país en bancarrota y  en el caos, todo como antesala al terrorismo de estado instituido por Alberto  Fujimori en la década de los noventas.
animales ,‘el pollo’ y ‘Katze’, la joven transita su vida,  entre escenas de sueños y pesadillas que desdibujan una realidad tan extraña  como lo pudo haber sido la Lima de las dos últimas décadas del siglo XX. No hay  que olvidar que el Perú vivió entre 1980 y el 2000 uno de los procesos más  violentos en su vida republicana: por un lado, se inició el Conflicto Armado  que enfrentó al Estado y la sociedad civil con el movimiento terrorista Sendero  Luminoso; por otro, el terrible manejo económico de los gobiernos de Fernando  Belaúnde (1980-1985) y Alan García (1985-1990) pusieron al país en bancarrota y  en el caos, todo como antesala al terrorismo de estado instituido por Alberto  Fujimori en la década de los noventas.
          En ese viaje por la juventud, esta novelita sentimental  pequeño burguesa, como la ha llamado la autora, reescribe su tradición  literaria nacional e internacional. En otras palabras, la novela establece un  diálogo con distintos escritores formando así su propio canon. En sus páginas  desfilan, entonces, los poetas peruanos César Vallejo y Martín Adán; los poetas  surrealistas como Isidore Ducasse, alias el Conde de Lautréamont, André Breton,  Leonora Carrington,; las poetas Marina Tsvetaeva, Emily Dickinson, Silvia  Plath, Anaïs Nin; y solo por nombrar a otros cuatro renovadores de la  literatura universal el poeta Rubén Darío y Arthur Rimbaud, el escritor Franz  Kafka, y por supuesto, Stéphane Mallarmé. ¿Pero por qué ellos y no otros?
          Por un lado, la intención es validar la escritura  poética de Guerrero dentro del espacio de la narrativa. "Un golpe de  dados" no es estrictamente una novela pero tampoco es un poemario ni una  prosa poética. Comparte afinidad con libros como “Nadja” de Bretón, “los Cantos  de Lautréamont” o “Down Below” (“Memorias de Abajo”) de Leonora Carrington, donde  las historias se cuentan de manera episódica y desde una posición confesional o  autobiográfica. Por otro lado, la mención a todos estos escritores reafirma la  escritura como una manera de curación —no necesariamente salvación— de la  narradora. En la novela, Nadja escribe incansablemente un diario, poemas,  cartas, confesiones que, de alguna manera, puedan controlar el azar de la  realidad, dar un sentido a todo aquel caos de la época. Así, Guerrero reutiliza  la poética de Mallarmé —aquella que tenía como fin liberar el lenguaje de su  racionalidad y conceptualización— para poder dar “justicia para nuestras  fantasías” (p. 60).
          Así "Un golpe de dados" se divide en tres  partes cada una denominada “El Azar” con su correspondiente numeración. Así, la  novela es la búsqueda de afirmación de un yo escritural, de una identidad  femenina que entiende que escribir es una resistencia contra el mundo, ya sea  esta bajo las formas ya mencionadas (cartas, poemas, prosa, etc.), ya sea con  todo el cuerpo. Dos pasajes muestran esta esta idea: “Mi cabeza había adquirido  la forma de una máquina Underwood, enorme y pesada, en la que alguien  mecanografiaba su vida angustiosamente. Yo resistía” (21), dice Guerrero. Así  mismo sucede luego cuando Nadja se encuentra en la Universidad de San Marcos a  donde los militares amenazan entrar en busca de elementos subversivos: “Cuando  bajamos, un trabajador administrativo nos metió en una oficina y dijo que, si  venían los soldados, nos sentáramos detrás de las máquinas de escribir.  Esperamos media hora allí imaginando ser secretarias de una universidad  pública, lo cual no era muy halagador después de todo” (57-58). La escritura se  convierte, entonces, en una forma de defensa aunque, al mismo tiempo, coloque  al sujeto femenino en una posición subalterna. Sin embargo, el reconocimiento  de la identidad femenina y escritural proviene de la abuela, personaje  atormentado en su castillo en un distrito melancólico de la ciudad. Ella será  la que, al final del libro, establezca una nueva relación con la nieta: “—Escribes,  ¿no? —y me regaló una plaquette con poemas de Artaud” (75).
          Este reconocimiento va de la mano con la anagnórisis  política de Nadja. Si bien la novela cuestiona la condición de burguesa de la  joven, poco comprometida con la revolución social o el llamado revolucionario  que su amante, el joven H le reclama, este problema se resuelve también en la  misma escena en la que la abuela le da el libro de poemas a la nieta. Nadja  despierta al sonido de las protestas contra el tirano de turno: “Vi que la  gente salía a las calles para abolir el silencio. Los cuerpos de mis hermanos  generacionales seguían exigiendo justicia” (75). Abolir el azar o el silencio  frente al estado de las cosas en un país dominado por el autoritarismo es  asumir una voz, y una identidad, tomar conciencia frente a la duda en la que  parecen estar sumergidos los protagonistas de la novela (quizás todos con  excepción del joven H). Esta decisión, sin embargo, no es fácil pues en el  camino muchos de los amigos, compañeros, amantes, etc. desaparecen o se pierden  sin dejar rastro. Frente a ese vacío, celebremos este libro, esta voz, ahora  que nuevamente el autoritarismo amenaza tomar el poder de nuestro pequeño pero  soñador país sudamericano.
          Maine, 20 de  abril del 2016