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Entrevista de Julio Ortega a Víctor Hugo Díaz

LA POESÍA JOVEN, UN GESTO EN PROCESO Y DESARROLLO

INTI, Revista de Literatura Hispánica Nº 70, Chile en su Literatura (1973-2008)
Nueva York.- 2010


Julio Ortega      1. Si quisiera Ud. recordar su primer poema, o su primer libro  ¿podría evocar el impulso inicial de su escritura?  Aleixandre dijo que se hizo poeta el día que leyó un verso de Rubén Darío. ¿Cómo se reconoció Ud. en diálogo con la poesía?
Víctor Hugo Díaz       Siempre he pensado y a la vez dudado si soy o no un escritor, ya que me parece prioritario la experiencia poética por encima de la escritura, es decir el descubrimiento o el “shock” antes que la página en blanco por llenar. Pienso que este malentendido oficioso ha llevado a grandes confusiones e incluso fraudes productivos y no productos seductores.
De niño alucinaba y conocía la historia, sobre todo antigua, con lo que desarrollé la tendencia a la ficción interpretable (la realidad es quizá más sorprendente que lo imaginado y de ahí mi obseción por trabajar con lo material al servicio de la composición significativa).
En una familia donde la opinión y la crítica no tenián interes ni lugar, surgió la primera pregunta: si yo estoy aquí, donde están mis hermanos ausentes, los que no han nacido o, como siempre he tenido pasión por las piedras, pensaba que si me botaban la colección, ellas seguirían su proceso de piedras y yo mi finictud. Creo que eso me iluminó, la noción de azar y término inevitable.
Mi formación inicial no fue literaria, fue la esquina y la música, no como género artístico sino como respuesta y resistencia al sistema, el rock (hendrix, etc), pensemos en la dictadura imperante, con toda la duda y desconfianza en el sistema político pro o anti dictadura, había algo que los otros no veían, esa “falta” es la poesía, no es decir algo de otra forma, no decir sino hacerlo visible. Algunos versos me tocaron y me di cuenta de que ésta era la elección de género creativo que más me acomodaba y excitaba: “América, por qué tus bibliotecas estás tan llenas de lagrimas” (Ginsgerg); o “De esto surge un poema/ de estar en un lugar que no es el nuestro y peor aún/ no nosotros mismos” (Wallace Stevens) o “Estos son pues los años venideros/ todo lo ibamos a resolver ahora/ teníamos la vida por delante” (Lihn). Y desde luego lo trágico y total de Vallejo y Baudelaire, no Rimbaud, eso lo asocio más a la escritura y por tanto productividad, igual burguesía inteligente, cálculo y modificación del discurso anterior. Parece que la poesía y su sustento están relacionados al paso del tienpo: “Este verano cumpliré los cincuenta/ y la muerte me desgasta incesante” (Borges). Independiente de lo anterior, siempre he sentido placer por el ritmo y las formas.

J.O.      2. A sus lectores les gustaría seguramente conocer su biblioteca,  esa ilusión de un árbol genealógico del poeta. ¿Que libros de poesía, si alguno, motivaron la juventud de su ejercicio poético? ¿El poeta, inventa a sus precursores o, mas bien, imagina a sus lectores? 
V.H.D.   A mí me parece que el poeta inventa a sus precursores, tanto por establecer vínculo y acogerse a una tradición, a un modo afín de tomar partido por cierta concepción de poesía, como por escribir como se cree que se debe escribir mirando hacia atras y hacia el lado, buscando diálogo con algunos autores. Además el poeta en este diálogo con lo ya escrito, reinterpreta desde su tiempo y mirada algunas praxis e imaginarios a manera de impulso.
Al mismo tiempo se escribe para alguien, aunque sea para uno, esa emición expresiva tiene necesariamente un lector (ideal), la posible interpretación ya  significa un lector, el hablante tiene que ser capaz de estar en la cabeza de los otros.
Respecto a los libros, si bien es cierto he perdido o alejado físicamente algunas de mis bibliotecas temporales, creo en libros indispesables que siempre están en uno, prefiero decir autores: Eliot, Vallejo, Kavafis y Lihn estre otros, porque de ahí las cosas se me escapan de las manos.

J.O.    3. A lo largo de su obra, ¿se ha encontrado a sí mismo en su propia voz? ¿O la voz es siempre la de otro, la imagen en el espejo del lenguaje? Yeats parece que obedecía a un dictado profuso. Borges, a las simetrías de la memoria rimada. ¿Qué es primero, la imagen o el ritmo?
V.H.D.    En mi lo primero es la sorpresa, la aparición de la experiencia poética que va ligada a la imagen, allí lo poético se hace, vive y trata de entrar en los otros. El ritmo es simultáneo, es parte de la forma, pertenece al cuerpo del poema, además es el movimiento de lo dicho. Respecto a la voz, no me queda claro, a veces creo ser yo quien habla y a veces me parece un susurro, una conversación que se oye al paso, una visita inesperada.

J.O.    4. ¿A usted no le ha tentado alguna vez la necesidad de formular una poética? O de alguna manera ¿su poesía es una reflexión sobre el poema?
V.H.D.    Formular poéticas, lo asocio a poner límites, demarcación, nada es estático en poesía, el desplazamiento es su naturaleza. Creo que las obras cuando te llegan y te hablan en toda su dimensión te están planteando su modo y su desnudez, exhibiendo en sí mismas el cómo y porqué están escritas. Si se escribe pensando en cómo se debe escribir poesía en un tiempo y lugar, implica una reflexión permanente y una duda.

J.O.    5. ¿Frecuenta Ud. la primera persona como comienzo del discurso poético? ¿O prefiere dejar el "yo" a los novelistas? Puede, en definitiva, el lenguaje representar al "yo" asignándole una identidad cierta? ¿O el "yo" es una licencia de la Retórica?
V.H.D.   Prefiero el desdoblamiento y alejarme de un posible yo íntimo, personal, como decía anteriormente: prefiero estar en la cabeza de los otros. Prefiero las voces diferidas, distintos hablantes que buscan dar cuerpo a una voz pública encarnada en escenas, detalles (observación) y fragmentos que hagan levantar la mirada. Prefiero entonces el yo poético, a fin de cuentas, esa es la voz con que el poema nos habla, el sujeto que habita ese espacio y en ningún otro. Un yo retórico me parece aburrido; la buena poesía hace visibles sus elemento en toda su expresión, el yo retorico, habla acerca de ellos.

J.O.   6. ¿Que sintonías cree Ud. haber establecido con otros poetas y escritores de su país y su lengua? Si tuviera que hablar de su ejemplo o lección, ¿cómo definiría la opción de pertenencia de su obra?
V.H.D.   La línea que se pueda establecer hacia atrás y hacia el lado, por lo menos en Chile, es super personal, pero diría que la cosa de hoy empieza en Parra, más con Lihn, Gonzalo Millán, Zurita, el primer Harris, quizá Maquiera y los post 87 o “Barbaros”, en que comienza un proceso que como concepto o marca registrada podríamos llamar “Poesía Joven”, un gesto que está hoy en pleno proceso y desarrollo.

J.O.     7. Y, por otro lado, ¿cuál sería la lección de lectura y escritura que cree  inculcar en los nuevos practicantes y lectores?
V.H.D.    No escribir lo innecesario, evitar la retórica, esforzarse en buscar imaginarios propios, explorar la mitología personal y tener claro que en los buenos poemas no se ve la tinta, la letra impresa, como dije antes, el poema se hace visible a primera vista, no es “hablar” de él, de “eso”.

J.O.     8. Sobre las intersecciones  con los contextos, ¿qué papel, si alguno, le concede Ud. al poema entre las formas de discurso que se disputan hoy la racionalidad civil y el  significado de nuestro plazo en este globo?
V.H.D.    Hoy los discursos y espectáculos están dirigidos al dominio y el consumo irracional y cruel, éstos reemplazaron a la experiencia o al menos intentan hacerlo, para eso fueron diseñados. Pienso en lo que dice O. Paz, al afirmar que la poesía no es ficción, es el real maravilloso cotidiano, descorre entonces el velo de lo producido y muestra algo en su plenitud. Reestablece el poder del símbolo y saca al lenguaje de su pura funcionalidad, le devuelve su libertad  y su independencia expresiva, como dicen: escribir es un pretexto para no aplaudir.

J.O.     9. Se debate hoy el sentido de la creatividad, que se definiría por la capacidad de abrir espacios de respiración y visión. ¿Qué momento de su poesía encuentra privilegiado por la luz y la sombra del lenguaje?
V.H.D.    No me queda claro si logro lo que busco, pero creo que sería en el momento en que lograra hacer de lo familar algo enigmático, una poesía en apariencia hecha de elementos, de materiales y objetos, como un abismo superficial, pero capaz de llegar a primera vista con todo su peso e impacto de lo real maravilloso. En ese sentido busco lograr o entreabrir esa respiración y visión.

J.O.     10. Si usted tuviera que definir su personalidad poética, ¿qué parte de su experiencia personal y nacional cree que ha gravitado a la hora de crear espacios alternativos a los impuestos por nuestro tiempo? Dicho de otro modo, ¿cuánto de su condición local se ha liberado como abierta al mundo?
V.H.D.      Pienso en Eliot, en una entrevista que leí en algún lugar, cuando dice que el asunto de la poesía se trata de plantear el problema universal (supongo es el estar aquí, ahora  y ser finitos) pero en un lenguaje nacional, local. En tal caso se trataría de rescatar, modificar y reutilizar los elementos y signos de nuestras culturas locales, es decir las mitologías personales en cada “tribu”, urbana, etc.
Ahora rerspecto a la experiencia personal, sin duda está presente, debe estarlo, no creo en una poesía ligada exclusivamente a la intertextualidad, al gran discurso de “lo poético”, una poesía fabricada o de libros abiertos. Si bien es cierto la  literatura es personal y por qué no decirlo autobiografica, no se limita a eso. En otras palabras busco acercar o construir con lo personal un discurso público, pero en un sentido profundo. Por ejemplo mi ciudad, Santiago de Chile (sus contradicciones, neurosis, transformación fisica, etc) está fuertemente presente en mis textos, pero al mismo tiempo es un material de construcción un pretexto de escritura.

J.O.    11. Vivimos en el descreimiento mutuo, favorecido por la pobreza de las comunicaciones y la violencia diaria de las representaciones públicas. ¿Cuánta fe en el otro es posible todavía en la poesía?  ¿Hay un sentido más puro  en las palabras de la tribu? ¿O ese dictamen modernista ha sido reemplazado por "un sentido de la realidad de los mil demonios," esa furia civil del poeta del margen, proclamada por Nicanor Parra?
V.H.D.     La furia civil es imprescindible, recordemos lo que dije antes: escribir es un pretexto para no aplaudir (no recuerdo el autor).  El lenguaje de la tribu tiene toda esa carga expresiva y ancestral, pero debe ser traducida al sentido de lo moderno; más aún recuperar lo ancestral, toda esa materia prima simbólica que el poeta contiene, pero en mitologías o hablas totalmente actuales, creo que eso mantiene en movimiento a la poesía. Hay que evitar o despreciar el “terreno seguro”, descorriendo ese velo hay dialogo, movimiento y lectura.

J.O.    12. Le agradeceremos elegir un poema suyo y comentar que representa en su trabajo, y qué ha descubierto de su propia poesia en ese texto.
V.H.D.     Preferiría citar sólo un fragmeto del poema Frágil, de Lugares de uso:

“Las flores artificiales
también florecen, pero en invierno
su polen es el musgo

No requieren de luz sino de tiempo para volverse necesarias.”

Acá hay algo que es importante hacer notar, como dije antes: hacer de lo familiar algo engmático, buscar el misterio de lo común. Siempre me ha importado el tema de la observación, mirar con otros ojos lo que todos ven, hacerlo casi una “visión”. Además valorar y exaltar el detalle, ya no tanto el fragmento. Ese detalle que logra erectarse en imagen poética, este es un camino donde hay mucho aún por recorrer. El detalle potente y significativo trabaja con objetos, con visualidad reflexiva, alejándose de lo retórico.

 

* * *

Víctor Hugo Díaz nació en Santiago en 1965. Ha publicado La comarca de senos caídos (1987), Doble vida (1989) y Lugares de uso (2000) No tocar (2003) y falta (2007). Fue antologado en Antología Fundación Pablo Neruda (1990) y en Ciudad poética post, Diez poetas jóvenes chilenos (1992). En 1988 obtuvo la primera Beca de Creación Taller Pablo Neruda y en 2002 la Beca de Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. En 2004 recibe el Premio de La Fundación Pablo Neruda por su trayectoria. Sus textos han aparecido en diversas revistas y muestras poéticas. Además cuenta con varios artículos críticos acerca de su obra.


 

 

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