“falta”. Poesía de Víctor Hugo Díaz. Editorial Cuarto Propio, 2007.
        
        Poesía  de la Carencia
          
        Por  Daniel Hidalgo
        
  
La  poesía de Victor Hugo Díaz (Santiago, 1965) se ha  caracterizado por su fuerza y su ojo asertivo a la hora de leer las  estructuras sociales de nuestra pequeña (pos)modernidad local,  de los años ochenta a la fecha, tensionando el discurso hasta  el punto de hacerlo íntimo y coloquial, y centrándonos  en un Chile que vive entre los escombros de  una catástrofe  reciente, como si se tratara de los sobrevivientes del holocausto en  los relatos de ciencia ficción.
una catástrofe  reciente, como si se tratara de los sobrevivientes del holocausto en  los relatos de ciencia ficción. 
        “falta”  (editorial Cuarto Propio, 2007) es su quinta publicación, tras  “ La Comarca de Senos Caídos” (1987), “Doble Vida”  (1989), “Lugares de Uso” (2000) y “No Tocar” (2003). En el  conjunto de poemas es posible hacerse cómplice en el silencio,  como curiosos voyeuristas desde la oscuridad, y eso se evidencia  desde la misma entrada del libro en donde se nos advierte: “lo  único terrible sucede a plena luz a ojos de todos”. A la  vez, el poeta, se vale de cierto lenguaje coloquial y de breve  extensión intensificando el nivel de intimidad y el llamado a  susurros a hacerse partícipe de esta cofradía del  silencio. 
        Los  versos, administrados de forma cinematográfica (poemas como  cortometrajes), nos narran meticulosamente escenas del tedio  contemporáneo, del vacío rutinario de los seres que  merodean las habitaciones de cierta inamovilidad cultural y  generacional a los que ya se les escapó todo. “falta” es  la carencia de esa vitalidad en aquellos cuerpos inhóspitos,  abandonados, tras la brutalidad de la contemporaneidad.
        Llama  la atención en “falta” (Editorial Cuarto Propio) de Victor  Hugo Díaz (Santiago, 1965) la idea de lo mínimo, la  intensidad tras la brevedad. Se trata de textos ensamblados  cinematográficamente que narran escenas siempre comunes,  cotidianas, con tendencia al tedio y al hastío. Cercano a un  conjunto de microfilms sin trama ni cortes de escena -a la manera del  cineasta soviético Tarkovski pero en formato breve- que se  inmiscuyen en una cotidianeidad marcada por la idea del fracaso, un  fracaso como generación, como sociedad, pero un fracaso como  forma y modo de vida. Cada poema, entonces, resulta ser una escena de  esa narratividad cultural, propia a nuestros tiempos que podríamos  identificar como el  desastre . 
        Así,  “falta” es el relato de un sobreviviente, en un país  sobreviviente, de habitantes sobrevivientes, que viven el trauma de  una tragedia postnuclear. Relee los tiempos que corren como el ocaso  de los ochentas, en donde los discursos se tiñen de muda  contemplación y conformidad. Fantasmas de otra época  que rondan las casas discursivas de la nueva nación textual.  En donde la sensación de vacío rutinario se convierte  en la única poética posible. 
        La  poesía de Victor Hugo Díaz se ha caracterizado por su  fuerza y su ojo asertivo a la hora de leer las estructuras sociales  de nuestra pequeña (pos)modernidad local, tensionando el  discurso hasta el punto de hacerlo íntimo y coloquial,  articulando la anulación de una voz mayor y sin aspiraciones  de hegemonía, y centrándonos en un Chile que vive entre  los escombros de una catástrofe reciente, como si se tratara  de los sobrevivientes del holocausto en los relatos de ciencia  ficción. 
        Desde  la misma advertencia, a la entrada del texto: “lo único  terrible sucede a plena luz / a los ojos de todos”, es posible  hacerse cómplice en el silencio, como curiosos voyeuristas  desde la oscuridad, pero además, este conjunto de poemas,  evidencia la gripe culposa que aún sufre nuestra sociedad,  teñida de cualquier otra cosa, ante la cual ya no hay reacción  sino triste aceptación. 
        “falta”  es, también, poesía comprometida, en el mejor sentido  de la palabra, con la urbe, realiza arquitectura textual, es capaz de  desvestir los códigos de la ciudad, de sus esquinas, y sus  viviendas, con el fin de ensamblar sus muros discursivos. Victor Hugo  Díaz, es el habitante silencioso, pero que además se  deja habitar por su misma ciudad-caos. 
        Poemas  como cortometrajes. Poesía dogma, como el cine dogme 95, sin  efectos especiales ni técnicas esteticistas, capaces de  capturar el movimiento más íntimo en donde ya nada  parece moverse, sino todo lo contrario, deriva radicalmente a un pause eterno. 
        Éstos  versos nos narran meticulosamente escenas del tedio contemporáneo,  del vacío rutinario de los seres que merodean las habitaciones  de cierta inamovilidad cultural y generacional a los que ya se les  escapó todo. “falta” es la carencia, poesía de la  precariedad, de todos los tipos de carencias que puedan existir:  económica, motivacional, discursiva, estratégica. Pero  ante todo, “falta” delata la carencia más importante de  todas ellas: la de vitalidad. Aquella que sufren los cuerpos  inhóspitos, abandonados, tras la brutalidad de la  contemporaneidad. Como los eternos sobrevivientes de una guerra que  parecía haber terminado pero que se articula y camufla día  a día.