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"No tocar"
de Víctor Hugo Díaz
Historia de la
fragilidad
Por Marco
Antonio Coloma
Una jauría de perros
persigue a un ciclista en una tarde cualquiera; alguien mira de lejos
un edificio y juega a adivinar cuántos pisos tiene; dos mujeres
conversan en un café mientras al fondo una pala mecánica
levanta la tierra; el viento sopla fuerte y se escucha un portazo.
La secuencia de imágenes
tiene algo en común: todas podrían caber en un solo
poema de Víctor Hugo Díaz. Y es que los textos
que el poeta acaba de reunir bajo el título de No tocar, su
cuarto libro, son dueños de una narratividad que a ratos se
esconde, y el resultado de un ojo inquieto y atento a la cotidianidad
más inadvertida. Puestas en el poema a la manera de pequeñas
fotografías dentro de una postal mayor, estas imágenes
también comparten el viejo deseo de lo literario: la búsqueda
de la exacta dosis de asombro. En estos poemas, esa búsqueda
es una constante apuesta por registrar los momentos quebradizos de
la experiencia, la vida breve: fragilidad y fuga que la memoria guarda
y que la palabra graba. De ahí que el título del volumen
sea un imperativo por no traspasar el límite de la contemplación.
Ir un paso más allá puede ser un gesto de torpeza, se
corre el peligro de intervenir una escena congelada como si se tratase
de una delicada pieza de museo. Tocarla es desarmarla.
Poesía de digestión lenta y por tramos difícil,
los textos de Díaz no disimulan cierto calculado desorden que
desafía la paciencia del lector acostumbrado a buscar historias.
En estos poemas también el azar puede ser una excusa narrativa,
las imágenes se superponen sin una continuidad aparente: es
fácil tropezar con toda una poética puesta en un solo
verso ("no importa el silencio sino el vacío de la frase")
seguida por un par de fragmentos visuales algo inesperados: "Ella
expande la ternura de sus mandíbulas/ siempre por accidente/
Adentro es húmedo y se mueve/ ahí donde los huesos del
pie plano hacen nudo/ y el zapato gasta su deformidad". Esa hiperkinesis
del ojo es todavía más evidente y desatada en los tres
poemas que componen la segunda parte del volumen titulada con la palabra
inglesa File, denotando así el impulso del poeta por registrar
y fichar la experiencia, y disponerla con la misma imprecisión
con que se ordena una vieja colección de fotografías.
Y es que quien afirma "escribo caminando y me siento a corregir"
-según reza el epígrafe de este libro- parece apostar
desde la partida por el antiguo oficio del coleccionista, por reunir
en la memoria las imágenes que serán más tarde
dispuestas en palabras. Quien "escribe caminando" actualiza
además, y de modo singular, al observador urbano que la modernidad
de Baudelaire instaló en la tradición poética.
Hay que decir que en este caso nuestro flaneur es de contenidos algo
menos épicos, algo más minucioso en el detalle que recorta,
y más azaroso en su puesta en escena.
Aunque el poemario de Díaz recoge situaciones más que
temas, tal vez la memoria ocupe un lugar importante: no sólo
es asumida como el grado cero de la escritura, sino que es rescatada
como un gesto político que circula por buena parte del libro.
Díaz logra en un par de poemas ("La casa donde no vivimos"
y "Las viudas") construir dos buenos textos a partir de
un tema del que sólo quedan los pedazos que ha dejado el cliché
nostálgico y militante.
La lectura de "No tocar" deja la sensación de haber
visitado una galería de objetos unidos por una sola condición:
su fragilidad. Es una postal construida a fragmentos, muy personal,
pero reconocible por el retrato que hace de cierta cotidianidad tan
mínima que suele no advertirse. Con este libro, Víctor
Hugo Díaz confirma un talento demostrado en sus anteriores
entregas y que hace rato lo tiene instalado como una voz atractiva
en el sobrepoblado paisaje de la poesía chilena.
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Víctor Hugo Díaz: Nació
en Santiago en 1965. Ha publicado La comarca de senos caídos
(1987), Doble vida (1989), y Lugares de uso (2000). En 1988 obtuvo
la Beca de la Fundación Pablo Neruda, en el 2002 la Beca de
Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura para escribir
No tocar.
Víctor Hugo Díaz
"No tocar"
Cuarto Propio, 42 págs.