La madera ya no cruje, sólo recuerda
“para ella todo es presente”
Él, olvido su nombre y donde vivía
era caminar, caminar… doblar algunas esquinas
-es que las calles cambiaron de nombre
con el nuevo Gobierno.
Desde aquí despegan aves marinas
que vuelan sin ninguna razón continente adentro
No se alimentan de peces
son bandadas de aviones de guerra
buscando presas, ojalá dormidas
esas que no quieren ser penetradas por extraños
así como el mar y los navíos que se detestan
o los monumentos de mentira
que para nadie son necesarios.
Las ciudades y los puertos
se pueden disfrutar desde lejos
pero no de sus ruidos nocturnos
de la música
y sus luces
sino cuando los brillos se apagan
cambia la fecha y comienza otro día.
Es así, tan definitivo
tan violento y suave
como un puñetazo en la pared.