POEMAS ESCOGIDOS
HOTELES LEJANOS
No sabemos decir te quiero en otros idiomas
y solo dormimos tranquilos en hoteles lejanos
Me desperté, llorabas y no supe más que
abrigarte con gasas quirúrgicas
Como si fueras mi víctima
De alguna manera también fuiste de la idea
y se nos arrancó el toro por el campo
Sabíamos que nos arrepentiríamos
Apenas podemos pagar el alquiler, ya tenemos tres chicos;
la descomposición de siempre, más
Acá no hay justicia que valga
las cruces llegan hasta el horizonte y se doblan
Me gustaría ser yo, pero es tu cuerpo
Ya no se puede salvar esta distancia
Reviso nuestras imágenes, en una edición veloz
no hay ninguna flor mancillada, hasta ahora
Mientras hipnotizado dejo mi mano en tu vientre
y al fin dejas de sangrar
Ya no sabremos decir te quiero ni en nuestra propia lengua
No paras de llorar y yo también lo haría
pero alguien tiene que limpiar el cuarto y borrar las huellas
Te amo más que nunca, se me hace imposible decirlo
Veo tu rostro ahí y mis ojos
Que bella hubiera sido esa mañana todos juntos en el río
Miro por la ventana del hotel, la luz del final del verano
que apacigua la habitación, donde ahora
solo vivirán flores de plástico.
JUEGOS SALVAJES
Se habla tan poco del horror
de la doble vida, de la sangre después del crimen
del hermano loco gritando en la azotea
Todo este blanqueamiento, esta disociación
lejos de alumbrar, rodea, sospecha:
¿Será que la muerte sin conocerla
la imaginamos sucia?
Supongamos a un monje sentado frente a una montaña
y a la nieve cubriendo el lago
¿Habrá una serpiente allí?
Una cobra que nos hipnotiza a todos:
al volcán, a la nieve, al monje, al observador
y nos deja sin mirar totalidades, cíclopes
ensimismados, sin el conocer original
El cosmos no son solo estrellas
La materia oscura es casi todo lo demás
Y a nosotros dale con la luz, las ecuaciones y la certeza
Todas son fronteras artificiales
Estamos en un borde, en un horizonte de sucesos
La insistencia en la resurrección, es un discurso alegre
carente de simbología
En las líneas de la mano y en el cielo abierto
andamos siempre buscándonos
negando nuestro único final
Así nació la idea de los dioses y su limbo frenético
Nadie nos prepara para la vida, la celebración y la adversidad
Entropía, que deberíamos aprender desde niños
Así no dolería tanto la diáspora y la carencia
Sal y agua de nuestros días salvajes.
RECOLECTORES
Ningún árbol ha escuchado tu nombre
y las nubes que te siguen no conocen tu idioma
Cantas los romances del aire
la descomposición del tiempo, la luz fracturada
Pero ellos no te saben descifrar
Alguien te trajo aquí a leer la inmensidad
a veces, a decir solo lo correcto
Todo el resto es una ausencia interminable
La mitad de las palabras no tienen sentido
y pierden jóvenes su belleza
Dejarás prendida la luz del mundo
con la esperanza de la resurrección de un verano
y de poder elegir el día celeste
Pocas horas quedan ya para el viaje
Algunos restos que deja el tiempo en la orilla
No somos más que recolectores de palabras que envejecen
de cortas imágenes de una juventud esquiva
de algún dolor de cárcel y azules hospitales.
Nuevas oraciones que nacen en esa desesperación
Es más sincero el hombre en su caída
Los muros retienen su dolor
y son los últimos terapeutas que nos escucharán
Las nubes no saben descifrar tus versos
Los árboles no te conocen
Pero alguien te trajo aquí.
VARIANTES HELICOIDALES
Si te atreves a vivir un sueño ajeno, aguanta
el castigo, de fantasmas que no sabes combatir
Si existen otros caminos al otro lado de la ciudad
no serán tus rutas, no tendrán tu respiración
de sofocado verano
Algo está pasando en estos días finales
fuera de tu alcance
y sin la música que te suele apaciguar
Algo que solo los lagartos perciben
Algún vestigio cifrado, que muestra
el lugar de donde vienen los antiguos seres
Una infra-señal en los radares
n síntoma distinto a tu pasado ribonuclear
Hay algo extraño en el aire, que no logras descifrar
Así que mejor tus réplicas, las propias variantes
helicoidales
Ahora vale la pena, transmutar tus viejas obsesiones
por frescas gotas de poesía líquida
Y no quedarte ahí
mirando sueños ajenos, sangre de otros muertos.
ECUACIONES
Esa casa
que al entrar o salir
tenía el mismo silencio
Esos árboles
que tu abuelo plantó
hace noventa años
La lluvia oceánica
sobre las ventanas
Ese resplandor adentro
de ti mismo
Las calles laberínticas y rojas
El deseo impermeable
como el aceite de las noches
Aquel muchacho infectado por el aguardiente
Ese gris pegajoso en las paredes
y en el aire
una serie de ecuaciones
sin terminar
rayadas sobre la muralla del baño
Todos mis fantasmas reunidos:
que inútiles me parecen ahora.