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Una foto de cuerpo entero
Mal Agestá, Ingrid Escobar, Ed. Piedra, Santiago, 2015.
Por Víctor Hugo Díaz
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Mal Agestá te dicen
desgarbada
rodillas peladas
sobre el piso de tierra
Siempre me he preguntado cuál es el punto de aclaración dónde se decide, qué es fundamental en poesía: lo dicho o lo escrito. Es decir, esta experiencia vital, ritual y su materia prima simbólica, que es necesariamente materializada en escritura, para ser recreada y revivida por un lector tiempo y distancia de por medio; o es resultado del arte de la palabra?
En mucha de la producción actual, esta escritura, texto, ¿se materializa o corporiza en poesía? Entontes hay que tomar partido, yo me la juego por un texto igual un hablante y no un texto igual un texto. Es decir ese punto significativo en que se entiende el cuerpo como debate.
Mal Agestá, el primer libro de Ingrid Escobar, representa para mí esa opción, una poesía que dice y sitúa, no soportada sólo en sonidos y ritmos, también hábilmente logrados, sino además, más allá de la tinta, donde manda la mirada, esos rostros derretidos en la fábrica; o los hijos del desastre/ bandera empapada de aguas servidas/ cuarenta y tantos esperando el sol.
En esta poesía que junto con ser social, generacional y crítica, se logra atrapar entre los dedos ese puñado de arena que es la crisis y su tragedia permanente, tal vez ante el espejo: Cuerpo que no ves/ y deseas lo que no sientes.
Pero aquí el hablante no es sólo una coraza de resistencia ciudadana, existen fisuras íntimas, también está partido de espera y de silencio que transcurre, El Amor no tiene prisa/ espera en la bocacalle del olvido.
Es eso inasible que no se detiene, que se viene a los ojos, el tiempo que da forma a la poesía, la finitud inevitable del que escribe desde adentro pero mirándose desde fuera: Mil huellas tras mil pisadas/ los caminantes, marchando, van.
Y esas emociones transformadas en objetos domésticos, esos castillos bordados a media tarde/ botellas impávidas de agua estancada/ razones misteriosas y absurdas/ para soportar lo cotidiano. O esas siemprevivas en la esquina/ cordón de velas derretidas en el aire.
Todo en un hoy perecedero donde siempre se trata de salir a flote, hasta el amargo final: Atrapa la boya cercada –iluminada- Atrapada/ Rotándose, nadando/ Como ajíes en cerveza/ Amarilla – Amarga/ Ahogándose en el inmenso mar.
Mal Agestá de Ingrid Escobar, es una poesía frontal que ataca en falange hoplita, con fuerza, potencia e intensidad, capaz de hacernos ver, tocar y padecer; avanzando e irrumpiendo en un claro y decidido sentido, no negociable.
11-12-2015- Santiago