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        Fragilidad y Riesgo
Entrevista a Víctor Hugo Díaz, México, DF, Diciembre 2012
Por Graciela Roque García
        
        
        
        
         
        
        
          
        
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        “…como una posta de riesgos que se pasan de  mano en mano, en tanto nuevas miradas, situaciones y objetos. Puertas  seleccionadoras de realidad que se abren, idealmente, de una promoción poética  a otra, siempre en movimiento, en total fragilidad y permanente riesgo vital”
         Leer su poesía es un  acontecimiento, después, ya no puedes caminar ileso, porque cada verso es una  confrontación entre deseos humanos y una realidad pasmosa y mutable, cada verso  es una preparación para el crimen perfecto que comete con una limpieza  inaudita; después de  leerlo sigues caminando con el corazón tasajeado junto a  sus personajes que te encuentras en las calles, en el autobús, en el metro o en  el espejo de tu habitación.
leerlo sigues caminando con el corazón tasajeado junto a  sus personajes que te encuentras en las calles, en el autobús, en el metro o en  el espejo de tu habitación.
          Así, con esa herida y todas las preguntas  agolpadas lo espero. Aparece sonriente con un gorro tejido, una camisa de manga  larga, azul, un chaleco tejido, un pantalón café, zapatos de gamuza café, es  jovial y habla muy rápido. Enseguida me pide que pregunte. Esta es la  entrevista. 
        — ¿Estás considerado como uno de los poetas  que participó en un movimiento poético en la época de Pinochet?
          — Todo  empezó por coincidencia a mediados de los ’80, los que me importan no éramos un  “movimiento” literario sino un grupo de poetas emergentes que se topaban y  coincidían en casi todo.
         Claro por edad, yo empecé a escribir en los  tiempos de Pinochet  En el ‘87 publicamos  y como la crítica Patricia Espinosa dice, la poesía joven chilena empieza ese  año, no por un tema de edad, siempre ha habido poetas de corta edad, sino por  visibilizar la juventud, el tema epocal, el momento, la transformación de las  urbes latinoamericanas y los medios masivos, la esquina, es decir, la ciudad  fundamentalmente. Antes no había un concepto de juventud, es como los gánsters, no eran jóvenes aunque tenían  veinticinco años, los soldados de la segunda guerra mundial, no eran jóvenes,  eran adultos; no había el concepto de juventud que ahora dura hasta los  cincuentas, hasta los sesentas, depende de cómo estés y te funciona todo, la mente,  la onda y el encanto y la mirada.
         Creo que ahí apareció algo distinto a la  dicotomía dictadura v/s democracia, de la cual dudaba, intuía eran versiones  del mismo sistema. 
         Las  tendencias anteriores y predominantes eran la poesía social y su crítica  evidente al régimen militar; lo lárico, relacionado a la provincia y su  nostalgia por la infancia, el lugar de origen y el pasado que se va; así como  la escritura más conceptual, quizá más burguesa y académica que  se centra en el texto y su cuestionamiento  del poder, el lenguaje, lo afrancesado moderno, la modificación del discurso  anterior, etc. Respondiendo preguntas que finalmente no están ligadas a la  vida, que es el punto en que entra la poesía, porque la poesía no son puras  palabras o fórmulas interpretativas, no; la poesía es más que decir y que el  decir de las palabras, éstas son instrumentos, soportes posibles, material,  pero lo que importa, es el descubrimiento y la observación y como decía William Faulkner: “la literatura  se hace de experiencia, observación y talento”,  son las tres cosas, primero experiencia, después observación, bueno, allí  pueden cambiar y, finalmente, el talento.   Siempre tuve claro que la poesía podría entenderse o presentarse como un  vertedero donde se recolectan y reciclan materias primas simbólicas que sirven  para la producción de nuevos sentidos y significaciones.
                  — ¿Por qué escribir poesía? 
          — Gran  pregunta, yo creo que es el género que más me atrajo desde siempre porque  además siempre funcionaba más con la cabeza que con las manos o que con el  cuerpo, con la cabeza y la imaginación y desde chico leía, a los siete años me sabía  el imperio romano, después descubrí la poesía y entendí la enorme capacidad  significativa que contiene la realidad y me dije “yo quiero ser poeta”, toda la  vida he querido ser poeta, siempre lo he pedido, ser un poeta.
                  — ¿Desde los cuantos años? 
          — Desde  como los dieciséis, diecisiete porque antes para mí no es posible, los niños no  escriben poesía, son tonteras, sólo rollos, no había sufrido de verdad o al  menos no tanto, no, no me era posible.
         Además,  no era cuestión de la dedicación y escribir todo el día, uhmmm,  no, yo era más beat usando términos tan  antiguos ¿Y por qué escribí? ¿Cómo empecé a escribir? digamos lo mismo me  preguntó Julio Ortega en una entrevista que me hizo en un  número de la Revista INTI de NY, dedicada a Chile. El punto era que yo caché mi finitud  y allí empezó la cuestión, siento que no quería morir.
         ¿En que  estábamos? Ah sí, en la finitud, yo colecciono piedras y pensaba que mi mamá un  día  me las podía botar a la basura,  cuando se alocaba. En tiempos de Pinochet, siendo chico, me quemaba los libros,  todo lo que fuera de izquierda para que no me fueran a llevar preso según ella,  todo un cuento y  que no saliera a las  protestas ¿y si ella me las botaba? De niño pensaba: y si hubiera una erupción  y todo se cubriera, ellas seguirían su vida de piedras, pero yo no, en mi  finitud, tal vez la poesía está hecha de tiempo, como yo, el tema de la muerte  está presente.
                  — ¿Qué influencias reconoces en tu obra, de  escritores, filósofos como, por ejemplo, Sartre, novelistas como Albert Camus, Bukowski,  nadie?
          — No, no,  bueno, Bukowski puede ser un poco, pero a mí me gustan más los poetas, a mi me  marcó fundamentalmente Eliot, el poeta chileno Enrique Lihn, Teillier,  Zurita, Allen Ginsberg, Gonzalo Millán, Raúl  Gómez Jattin, Pound y Baudelaire porque cuando era cabro chico con Baudelaire  vi la poesía, nunca me gustó Rimbaud, en ese ping pong prefiero a Baudelaire,  bueno y así, sólo poetas terribles, no cosméticos.
         ¿Quién  más? Ah, los norteamericanos, me identificaron y atrajeron más porque tienen  que ver con lo directo e intenso “América,  por qué están tus bibliotecas tan llenas de lágrimas” además del rock y el  jazz, y el tema de la no profesionalización que yo veo en la poesía, porque esa  cuestión de dedicarse como los próceres o los funcionarios de la Literatura, en  fin, a mí no me resulta. Sí, escriben “libros de poemas” ¿pero hay alguno que  impacte, que me diga algo, que golpee donde duele? Algo así como “solo, como el primer muerto” o “De esto surge un poema/ de estar en un  lugar que no es nuestro/ y peor aún/ no nosotros mismos”. 
         Es como  una vez que andábamos en una gira por el mundo andino, por el Proyecto  Editorial Canita Cartonera, con  presos de la cárcel de alta seguridad de Alto Hospicio, un tipo académico  crónico pregunta ¿Por qué no hay académicos metidos aquí, en este proyecto tan  interesante? Los presos buenísimos, pintores y poetas. Sencillo le dije: porque  son administradores del conocimiento y no actores de la creación. 
         A mí me  interesa la poesía absolutamente ligada a la vida y fundamentalmente visual, yo  creo que la palabra es soporte, el pretexto; además, la gracia es que la poesía  diga lo que en apariencia no dice nada. ¿De qué estábamos hablando? 
         Ya, estábamos  conversando algo posterior a la influencia, yo te decía que lo que a mí me  interesa, como decía en esa entrevista, que la palabra es un pretexto para los  ojos, la mirada es lo que importa, no el sonido, esa poesía barroca, que bla,  bla, bla, hay ritmos, texturas, sí, también, obvio, pero ¿si con su ritmo o  color no pasa nada? eso no puede ser poesía. Anoche en una mesa de discusión en  el Global Comics, junto a los poetas  Víctor M Muñoz, Arturo Alvar y Hugo Garduño, moderada por Andrés Cisneros,  salió una realidad, Víctor dijo: no me  vengan con que lo único que tienen para mostrar ahora en poesía, es como se  escribe hoy, noooo. Yo estoy de acuerdo. Además esto no es filosofía, ni es  política, es más que eso, la poesía no tiene anterioridad.
                  — Ahora que estás diciendo de la mirada, si  me percaté que tu poesía es muy visual, casi cinematográfica. 
          — Sí como  he comentado. Pienso que muchos teclean, desarrollan ideas, cosas tan tontas  como reescribir a un autor y eso ¿A qué?,   ¿Qué pasa?, ¿Quién sufre con eso? ¿Quién va a reflejar su vida en eso?  ¿A quién le pasa lo mismo? ¿Me entiendes?
         Cosas  raras, porque nadie sabe, no tienen la claridad de decir: con eso no pasa nada,  los que lo dicen no son diplomáticos, a los otros como son más organizados,  como dicen acá en México, claro les molesta que les vayan a quitar lo que han  intentado hacer con tanto esfuerzo y como a los talentosos no les cuesta tanto,  bien, que todos ocupen un lugar sí, pero escribir ¡zas!, sí lo más difícil es  escribir, por eso escribí muy poco, hay una frase que leí hace muchos años que  dice: “Me releo a menudo, de allí que escribo poco”. Yo he escrito ciento y  tantos poemas, no más.
                  — No y, además, no es la cantidad.
          — Es la  calidad y además algunos escriben mamotretos, en México he visto una cantidad  de libros mexicanos y chilenos así, la poesía no está hecha de palabras  además también es la actitud, el poeta no  puede ser un tonto, no puede no ser encantador, no puede no ser humorístico, no  puede no ser un buen amigo, no puede no ayudar a los más chicos, no puede no  ser absolutamente crítico, el poeta es un guerrero.
                  — Háblame de la relación en tu formación con  los grandes escritores chilenos.
          — Me  encantó Residencia en la tierra de  Neruda pero, al poquito rato, Ginsberg, luego, el rock roll, Pablo de Rokha, “el fracaso total del mundo, oh pueblos”,  Lihn,  pero yo soy corto, yo no soy  estudioso, me interesa solamente el resultado, no me interesa la literatura, sí  la pasión, su vicio, me interesa la “Voz otra”, esa es la diferencia. Yo no soy  un escritor. Un buen poeta no es un escritor, obviamente siéndolo.
                  — Vi la película de Barry Giffort, Salvaje de corazón, ¿no tienes  influencia de algún cineasta?  
          — Me  gusta  más la música, yo me crié con  Jimmy Hendrix, Silvio Rodríguez, Los Beatles, las canciones antiguas que pongo  y todo lo metal, pero no voy a usar esas imágenes. Pero, el cine no me ha  marcado mucho en realidad, no soy muy cinéfilo, Amores Perros, las cosas de De Palma, lo de Scorsese, Herzog,  Bergman, Kurosawa, esos me encantan pero, vamos, me gustan esas cosas concretas.
                  — Tu poesía está pegada a las calles y, al mismo  tiempo, es cosmopolita. 
          — Es  nacional, es cosmopolita, Eliot decía que la poesía debía ser la experiencia  universal en un lenguaje local, es lo que nos pasa a todos, ¿la poesía joven cómo  empieza el 87?, por eso mismo, por la interacción de la calle, la gente,  etcétera. Además de cómo se aborda, cómo se desplaza el sentido; ya ni vertical  ni oblicuo, mejor zigzagueante, hacia todas las posibilidades cardinales, bajar  y subir la mirada.
                  — Tienes un poema que dice que hay que ver  aunque sea a través de los dedos ¿Hay que ver?
          — Si es el  juego de los niños, de no estoy mirando,  pero es una cuestión absolutamente trágica. Hacer como que no vemos o por el  contrario descorrer el real maravilloso cotidiano. Si la poesía no pega, no  pasa nada, hay poemas que vuelven loco porque eres tú, pero hay otras cosas que  son textos, tienen forma de poema, te diré, decisiones racionales, les digo. La  poesía es hoy en día, es aquí y ahora.
                  — También tu poesía habla mucho de la  destrucción social. 
          — Otros le  llaman crítica.
                  — Si es crítica descarnada, pero lo peor es que  no se nota lo descarnado.
          — Ah, es  eso “¡qué bellamente cuentas eso tan terrible!”
        — Sí, tan limpiamente contado.
          Y  también “qué crimen perfectamente ejecutado”, un pequeño crimen bien ejecutado,  claro, claro tiene que ser así, la poesía tiene que ser bella en su dolor, en  su destrucción. 
        — ¿Entonces la poesía social, si sirve o no sirve? 
          —  Toda la poesía es social. Toda actitud es  política porque estamos en este mundo en la polis y todo es política y todo es  personal. Decir que no, es personal. Decir sí es personal. También me interesan  las lecturas sociales de lo poético, o mejor dicho culturales, lecturas  soportadas en la creación. Hay trabajos interesantes que aportan como el  realizado y coordinado por Rossana Cassigoli desde el Centro de Estudios  Latinoamericanos, Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.
          — ¿De los encuentros poéticos en los que has  participado, alguna experiencia que te haya conmovido entre poetas?
          — Los  encuentros de poesía cuando chico en Buenos Aires, los encuentros en Chile y un  encuentro breve e intenso donde estuvimos Raúl Zurita, H Hernández y yo con mis  hermanos de Iquique, algunas cosas en Córdoba, esos son los más llenos de  afecto, además de los vínculos adjuntos. Creo que las nuevas promociones deben  potenciarse, incluso negociar con la institución para que las cosas no terminen  en manos inadecuadas.
                      — ¿Era negociar con quién o cómo estuvo eso?
          — Yo creo  que los poetas cuando empiezan a publicar, se paran frente a estructuras de  circulación que a lo mejor obviamente no están hechos para los mejores, pero  deben ser utilizadas para visibilizar su obra y generar plataformas propias, lo  que es sano. Ejemplo en Chile es el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes,  que entrega becas de creación a poetas emergentes y financia proyectos como  éste, Escritos de Sur a Norte, Poesía de Chile en México, que hace  posible mi presencia en tu país.
                      — No es necesario hacer un muro y pelearse  contra los otros. 
          — No, a  eso me refería. Lo malo siempre va a estar claro, porque los malos encuentran  malos a los buenos eso es lo otro, los malos poetas no entienden porque los  buenos poetas son buenos, eso es su limitación.
                      — En México, apenas está naciendo un  movimiento en que los jóvenes poetas se están apropiando de espacios públicos,  ¿esto es algo que se hizo dentro del movimiento de contracultura de Chile?
          — Si pero,  para mí no creo que tenga alguna relevancia. Hay acciones que no son proyectos, ¿hacen intervenciones  públicas, pero qué significado tiene? un mono  de cartón que está colgado en el puente, claro es intervenir un espacio de todos los días por donde te  desplazas de aquí a la panadería y vuelves (lo estoy ridiculizando) y de  repente algo cambió, esa es la intervención sí, pero ¿qué me dice eso?
          Lo están haciendo ahora en Chile son artistas  plásticos, yo no puedo entender que significa un montón de zapatos puestos en  la sala con una lámpara al fondo, la cuestión es que si no van con el texto  “crítico” y explicativo al lado no funcionan, lo conceptual no me interesa, son  decisiones racionales. La finitud es el tema de la poesía, a mí me interesa la  poesía, el presente y el amor: a los hijos, la mujer y los amigos y la poesía  es para sobrevivir, no faltará.
                  — ¿En qué condición se encuentra ahora la  poesía chilena? 
          — En una  diversidad,  una que es la mirada, la  palabra, la visualidad y la experiencia y lo otro llevado más a la construcción  textual, por ese lado yo veo la diferencia.
         Respecto  a las vanguardias no las creo porque son un sistema y un pretexto para no decir  nada. Yo prefiero la poesía poesía, lo que fue, es y será siempre la poesía:  esa experiencia humana plasmada en un registro que puede ser recuperado,  asumido y compartido por los lectores.
                  — ¿El internet ayudará a la poesía? 
          — Hay  revistas y blogs que por alguna razón tienen importancia, La Casa de las Iguanas,  Letras.s5.com, el Periódico de  Poesía, etc. igual sacan cosas, depende de la calidad de los autores.
         Pero  creo que tú me estás planteando en términos de libre internet, en ese caso  cualquiera puede hacer lo que quiere y ser autor, es como pagarse los libros  uno. Lo importante es el lugar, la satisfacción y el reconocimiento de que las  cosas son como tenían que ser.
                  — ¿Cómo has madurado como poeta?
          — La vida  nos hace madurar a todos. Recuerdo que de chico quería ser el más ácido, el más panketa en la poesía. Aunque no me gusta la ironía, un amigo me decía: me lo pasé  súper bien leyendo un libro ¿cómo voy a meter el entretenimiento en la poesía?  es como rituales, los aztecas cuando hacían sacrificios no era para divertirse,  había algo atrás.
          Al principio, fue una cuestión corrosiva,  juvenil, rockanrolera, casi un “error  bien hecho”. Después de La comarca de senos caídos fui  buscando más particularidades, no lo tan alegórico y  tan ya predecible como el primer libro,  bueno, pero uno cacha que son cosas predecibles, lo veo a estas alturas, hace  tiempo ya; aunque seas independiente tú ves de dónde vienes y hacia dónde  apunta lo tuyo.
         Creo que  el desarrollo de la poesía va ligado a lo actual y a lo diverso, cada poeta  escribe como “puede” o como siente que se debe escribir en su tiempo, es como  una posta de riesgos que se pasan de mano en mano, en tanto nuevas miradas,  situaciones y objetos. Puertas seleccionadoras de realidad que se abren,  idealmente, de una promoción poética a otra, siempre en movimiento, en total  fragilidad y permanente riesgo vital.
         Enrique  Lihn decía que en narrativa se puede incluir sueños, experiencias, diálogos que  escuchas, pero la poesía es más acotada, el lector de poesía es más particular  que el lector de novela o de cuento o el espectador de cine,  la poesía es más extraña, tiene una mayor  profundidad, son formatos distintos, pero es claro que la poesía se sabe de  dónde viene, tiene particularidades, por ejemplo, copiar, se nota, porque tiene  un estilo, Lihn decía que a un buen poeta que a uno le gusta y lo marca, no hay  que copiarle, hay que robarle, es decir, sacarle los huevos al águila sin que  se note.
         Además,  la poesía contiene experiencia, no es un texto, es un texto porque estamos  hablando de lenguaje, se llama texto porque tienes un tejido, pero contiene ese  tejido un zigzageo y una vibración especial, que lo hace particular y sirve  para todos pero, la poesía tiene que ser clara, terrible, transparente y  trágica. La transparencia me interesa, algo parecido escuché también de Gonzalo  Millán: “la buena poesía al leerla no se  le ve la tinta con que está impresa”, cada vez que miras con los ojos,  cuando lees el diario, lees palabra a palabra pero, cuando lees poesía, la  experiencia es otra.
         
         
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        Poema de Víctor Hugo Díaz 
         
         
        
          
            LO QUE CONTIENE  LA RISA
            Los muchachos de la otra mesa sí  saben cómo divertirse;
                  actúan como si no se conocieran
             
            Cuando al fin  quedan solas hablan otro idioma
              mucho más cruel
            Ahora que se piensa  dos veces
              no hay nada tan  importante. Dos desconocidos
              que se sientan  juntos casualmente
              hasta ser los  únicos pasajeros
            Por fuera las gotas  de lluvia se pegan a la ventanilla
              Parecen una plaga  de insectos transparentes
              que han hecho un  largo viaje para venir a morir aquí
            eran tantos, tantos  en número
              que podrían llenar  un gran silencio
            Despierta temprano,  se duerme y se hace tarde
              Dejar así de estar  a punto de que algo suceda
              Dar pie atrás
              o girar sobre los  talones con violencia
              para ser parte de  eso efímero que contiene la risa
            Estos años se  podrían reducir a una frase
              A una luz que  atemoriza sin dejar quemaduras
            al estar cerca se  aleja igual que un espejismo
              y se vuelve a  formar unos metros adelante
              Es como avanzar por  un campo de batalla
              lleno de los  peligros que el enemigo deja en su retirada
            De haber estado en  otro lugar
              podría haber visto  cómo aquellos que rodean la casa
              se van haciendo  cada vez menos
            Lejos, los que  quedaron al otro lado de la calle
              cuando cambió la  luz del semáforo
              y nos perdimos de  vista
            Una habitación que  permanece tanto tiempo cerrada
              toma el olor de sus  ocupantes
              Adentro el  televisor está encendido y sin volumen
              olvidaron apagarlo  en el apuro de la despedida
            Esta ciudad se  podría reducir a una sola frase
              A decir –paso– por  un buen rato. Lo que no es otra cosa
              sino una dirección  que se hace más concurrida
              el cuerpo que  cambia de posición mientras duerme
            –Quería  ir bien puesto a su primera cita con la oscuridad–
            
            
        
        De Lugares  de uso, Ed. Cuarto Propio, Santiago, Chile, 2000
         
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                    Víctor Hugo Díaz nació en Santiago de Chile, en 1965. Ha publicado “La comarca de senos caídos” en 1987, “Doble vida” en  1989, “Lugares de uso” en 2000, “No  tocar” en 2003, “Segundas intensiones” en 2007 y “falta” en 2007. En 1988 obtuvo la primera Beca de Creación Taller Pablo  Neruda; en 2002 la Beca de Creación del Consejo Nacional del Libro y la Lectura  y en 2011 y 2012 el Proyecto Escritos de Sur a Norte, Poesía de Chile en  México, apoyado por el Fondo del Libro y la Lectura. El año 2004 ganó el Premio  Pablo Neruda en su centenario, otorgado por la fundación del mismo nombre. Es  reconocido como una de las voces poéticas vivas más importantes de Chile.  
          Fuente: www.letras.s5.com 
        GRACIELA ROQUE GARCÍA.
          Nació en México, D.F. Realiza estudios de Lengua y Literatura  Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Textos de su  autoría están incluidos en Antología del  Maratón. Reunión de poetas noveles. Editorial Épica, 2009; Cuentos del Sótano  l, II,  III y IV, Leer el Cuento y Cuarenta esquirlas al aire, Ediciones Endora, 2009, 2010, 2011 y 2012; en las revistas Recaudador Literario del Centro Cultural  de la SHCP, 2009,  2010 y 2011; poemas en  la Antología El eco de la tinta,  Edit. Strombus, 2010, La República en la  voz de sus poetas. XX Encuentro Internacional de Mujeres Poetas en el País de  las Nubes, Centro de Estudios de la Cultura Mixteca, 2012 y en la Revista  Electrónica Argot & Aisthesis, 2011. Cronista del Torneo de Poesía 2010, 2011 y 2012. Adversario en el  cuadrilátero. Columnista de la revista electrónica Seminario Deportivo de Poesía Ring.