
          
        POESIA  MEXICO HOY
              Escritos  de Norte a Sur
          
              Selección de autores: Adriano Rémura
              Selección de poemas y texto: Víctor Hugo Díaz
        
         
         
        
        
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        Poesía  Viva, Hecho en México. es una muestra subjetiva de la poesía actual  mexicana, poetas nacidos entre 1953 y 1983, treinta años de partos y por lo  tanto su desarrollo posterior, empezando a escribir, viviendo, publicando obra  y ocupando la escena de sus décadas. 
          
          Lo que unifica a estos autores es por el contrario su  diversidad y diferencia en cuanto al tono y lo temático, pero nunca perdiendo  la intensidad, la fuerza, lo frágil, el aquí y ahora. Una especie de jauría  transversal y oblicua, donde los años no importan sino la mirada compartida y  crítica, tal vez muy, muy sola, pero coincidentes en su postura ante el poder y  la institucionalidad, “Como ya se  mencionó la antología no obedece a una generación, como se ha hecho  regularmente, basada en la cronología de los días y años regulares”(Adriano  Rémura, 42 barcos de Guerra), así como los candidatos  electorales, podríamos llamarlos  independientes “escribir es un pretexto para no aplaudir” mostrando lo extraño  y al mismo tiempo predecible, es decir ese diálogo Chile-México, entre dos  hemisferios del mismo continente, sur y norte, donde no hay certeza sino sólo  dudas (el futuro existe supongo).
          
          Al parecer lo único que se tiene en poesía es lo mínimo,  sólo lo que se puede llevar, el puño cerrado, ese bulto entre las ropas, el que  nadie puede ver. Creo que aquí la palabra es el soporte donde nos comunicamos,  pero la poesía va más allá del decir. Creo que en estos poetas la palabra es un  pretexto de los ojos, la mirada que materializa la imagen, donde la palabra es sólido, es un movimiento estético donde  la oficialidad no tiene cabida y la poesía viva dialoga entre sí.
          
          En Adriana Tafoya las arrugas no cuentan, Viejos rituales para amar a un anciano,  un extraño despliegue del deseo en el cuerpo de un viejo y su poder temporal.  Mónica Suárez nos muestra eso tan visible y a la vez ocultado, esos “Cajones cerrados” donde guardamos lo  nuestro, esa ropa interior que no mostramos a cualquiera, donde no se logra  evadir el cuchillo de luz. Por su parte Ángel Carlos Sánchez deja de lado lo  lírico y utiliza el verso como soporte para poetizar críticamente la actualidad  que nos afecta y compartimos (Bitácora de realidades V). Bárbara Oaxaca nos  habla desde ese lugar femenino y por lo tanto misterioso que es el Baño de mujeres, donde “desechan  o cultivan el instinto de hacer nido/ depositan el miedo en el retrete” o esa propuesta “para pervertir la  sustancia de las cosas?
          
          Víctor M Muñoz se enfrenta al lector  con ironía y acidez, Satán en el Diván,  tremendo,  estremecedor y a la vez  satírico, poniendo el sentido y la fuerza de lo significado por encima de lo  escrito. José Miguel Lecumberri se mueve más en la escritura, si bien es cierto  su materia es la palabra, la desarticula en su función, experimenta, pero teniendo  siempre como telón de fondo su reflexión existencial “puedes llamarme Nadie”, “las palabras son lo que no son las palabras”
          
          Hugo Garduño, su hablante, se enfrenta  al día a día, a un nuevo amanecer permanente que trae alguna sorpresa, la magia  de lo impredecible, ese “otro cementerio  que cada día despierta” donde “no  descubren, no son, no se queman, viven para pasar” donde hay “sólo un sol monstruoso hecho de sol y  polvo”. En Rocío García Rey, sale a escena el cuerpo y su lugar en la  realidad, digamos el Avalúo Fiscal del Cuerpo “soy la mujer Rubens/ mi cuerpo fuera de época lo sé/ pero el deseo me  obliga a salir”.
          
          Marco Fonz con gran energía usa el ojo  y describe, te pone en su lugar y descubre en lo cotidiano eso enigmático,  real, maravilloso, el ser uno mismo y espantosamente finito “En qué pensaba cuando di ese paso al frente  y dije: YO”
          
          Esaú Corona nos muestra ese deambular,  ese paso a paso, ese extrañamiento, ese ser un perfecto extraño entre otros  extraños “pero anclo entre dos rumbos y  mi cuerpo se desdobla”
          
          Hortensia Carrasco asoma su cuerpo en  la ventana, existe una distancia desde donde mirar y sentir el paso del tiempo,  ver “sus rostros que se confunden/ con  jirones de odio” un sol decapitado “como  la tarde convertida/ en el último tajo de tal mutilación”
          
          Andrés Cisneros de la Cruz, anticipa  esa fosa común, está preparado prefiere esperar el amanecer “y tener siempre filoso el canto de un  libro”, “un arma siempre bajo la almohada” frente “a la violenta oxidación de la cabeza” tomando la posición sólida  del que espera algo “siempre es a mí a  quien miran sedentario esos nómadas”. Quizá la posición del guerrero, ese  sentido bélico que tiene la poesía, esa lucha simbólica contra lo que nos  dijeron era lo real; contra ese espectáculo que reemplazó a la experiencia. Dos  hemisferios de un mismo continente cultural: Escritos de Sur a Norte y Escritos  de Norte a Sur.
         Chile , Noviembre 2012
         
         
        Adriana  Tafoya
          
            Viejos rituales para amar a un anciano
        
          
            
              
                Desde mis cobijas de  hombre solo,
                       desde este papel, tiendo la mano. 
                      . .. .. .. .. .. .. .. Rubén  Bonifaz Nuño
              
            
          
        
        Someter a un anciano a  las delicadezas del amor
          es un deleite   más que un reto.
          Como la enjuta pasa    al pastel
          el viejecillo en sus  pliegues 
          es propenso
          a un lóbulo redondo 
          a la perla en los  labios:
          a el aura de un pezón.
        Las ansias del anciano  se entregarán a ti, 
          no dudes de la  vehemencia de estos vinos.
        Algunos
          se impregnan de tabaco 
          otros, de antiquísimo  tono enciclopédico 
          o del humo plata del  escape de los autos 
          entre su escaso cabello. 
          Y los más sensibles    de humedad.
        Gustan aun de las  camisolas a cuadros, 
          semejantes a sus  cobijas, que 
  —en corto tiempo— 
          les envolverán 
          a manera de un sudario. 
                                Pero, no nos entretengamos en esto.
          Para llevarlo a la cama: 
          hay que acompañarle.
          A la mayoría 
          le gusta ser desvestido  con cuidado, 
          y que sus ropas se  doblen —inmácula—
          sobre el respaldo de un  sillón.
        No esperes erecciones,  goza dedos. 
          No esperes dientes,  mordisquea labios. 
          : (hay que tener  precaución de no crujir la jaula de sus costillas).
        Sobre el burro que tocó  la flauta, desnuda sobre su lomo, 
          entra al jardín de los  plateros 
          (al jardín de sus  platas). 
          Naturalmente no eres una  musa, 
          pero, a los menos  frágiles, les agrada imaginar 
          que cabalgas sobre su  costilludo cuerpo
          aunque después se queden  solos, como en un principio 
          en la oscuridad, con su  flor entre los muslos 
          arrugándose a ciegas.
        *
          
          De forma distinta están  aromados los viejos. 
          Su sabor es dulce y  fuerte como los higos 
          y otras frutas secas.
          (Pequeñitos pájaros sin  plumas: súbelos al nido) 
          A ellos les gusta que  las últimas canas les arranques 
          y los hagas sonrojar 
  —verse por medio  segundo, lozanos—
          dulces cascarones sobre las  sábanas lisas
          (haz memoria): nunca les  desprendas los calcetines 
          (no hay que olvidarlo) y  sobretodo 
          cuando les hagas el  amor, acarícialos
          con dedo experto 
          como si fuesen    taza de porcelana 
          con evidente grieta,  aunque aún de borde dorado.
                                           Pero tampoco nos detengamos en  esto.
          Lo importante es que  sufren
          y eso los hace  sensitivos     al amor. 
              Puede que se vuelquen taciturnos
          y sus pupilas no  cintilen hacia afuera, 
          sino hacia dentro, como  tratando de alumbrarse solos
          hacia el fondo de sus  callejones,
          faro de ellos mismos
          intentando (con sus pies  en retroceso) ver 
          dónde se detuvieron de  más,
          dónde erraron el camino,  dónde 
          un apretón de piernas  los cegó un momento, 
          les obstruyó los  pulmones, los trastornó 
          y los puso a pensar en  otra cosa 
          que no fuera ellos.
        (Al contener la  respiración —la forma de respirar—
          el aire cambia; los  hechos: los actos). 
          Lo de la luz del faro es común cuando sucede;
          sin embargo no pasa de  ser la rojiza, 
          la ligera iluminación de  la rosa 
          en la punta de un  cigarro. 
        Si le cimbran las  paredes de los sueños, 
          si esto ocurre, sólo  recuéstalo 
          (que se estruje sobre la  cama).
          Retira sus lágrimas con  el revés de una mano
          cierra sus ojos,
          y antes de apagar la  luz, 
          bésalo. 
         
         
         
        Mónica  Suárez
          
            En  cajones cerrados 
        Los secretos construyen  laberintos oscuros:
          se alimentan de frases  nunca dichas,
          beben el aroma de la  inocencia.
          Los secretos levantan  cuartos y pasillos inesperados,
          ocultan las ventanas,
          se tragan la luz y la  tiñen de sombra.
          Los secretos nos abren  cajones en el cuerpo:
          cajones que cerramos  para poder vestirnos
          y salir a la calle sin  que nadie lo sepa.
         
        En la tela de esta noche
        Un  ángel oculto en la mirada juega.
          Es tu fantasma ebrio del  vino blanco 
          de la luna en el andén  de las sombras:
          tambaleante se recuesta  en la punta del ojo,
          lo oigo rasgar la tela  de la noche
          y mi sueño indefenso en  la penumbra, 
          no logra evadir el  cuchillo de luz 
          que lo desangra.
         
         
        Ángel Carlos Sánchez
          
            Bitácora de realidades V 
        Soñé que había ciclones
          inundando casas, campos,  las ciudades
          y que flotaban animales  río abajo;
          en las calles nadaban  cocodrilos
          mientras la gente  tiritaba
          en azoteas y en árboles,  llorando.
          Soñé también un  bombardeo
          desde aviones y tanques,  desde barcos
          que a miles de kilómetros  mostraban
          su poder tenebroso,  imperturbable,
          luciendo sin pudor una  bandera
          de estrellas sobre  barras blancas, rojas.
          Traté de frenar la  pesadilla
          pero a continuación  surgió ante mí
          un campo devastado por  matanzas
          y niños lentamente  agonizando
          de un hambre ósea,  ilógica, siniestra.
          Soñé a continuación con  un banquete
          donde hombres y mujeres  bien vestidos
          se mentían mutuamente  mientras urdían
          cómo obtener más oro,  cómo quedarse
          con las últimas tierras  comunales.
          Soñé que la selva era  talada
          y sus habitantes no  podían defenderse
          contra gigantescos  buldóceres,
          contra los empresarios  compradores de las leyes
          y se morían también de  enfermedades
          fulminantes y extrañas,  quizá nuevas.
          Apareció en mi sueño  brevemente
          la guerra de baja  intensidad
          que los paramilitares y  el ejército
          hacían en un lugar  llamado Chiapas.
          Soñé que estaba en un  país
          donde la gente sólo  hablaba repitiendo
          lo que veía en la tele  tarde a tarde
          a pesar de saber que le  mentían.
          Soñé que el mundo estaba  calentándose,
          que los polos se estaban  derritiendo,
          y que algunos arrecifes  habitados
          comenzaban a ahogarse  lentamente.
          Ya no quería soñar pero  seguía:
          ante mis ojos ocurrían  fraudes,
          asesinatos día a día más  violentos,
          represión en las  fábricas, minas, migración
          de la gente que buscaba  una salida
          hacia otra realidad,  dejando pueblos solos
          como espejismos viejos  que los días
          tal vez terminarán  borrando.
          No sé cómo evadir la  pesadilla,
          el sueño se ha alargado  tanto ya
          que dudo llegue por sí  misma la vigilia.
          Trataré de tomar un  sucedáneo:
          tal vez pueda despertar
          oyendo una canción de  moda
          o viendo una película  filmada 
          en un lugar que me  recuerda a Hollywood.
          Afortunadamente sé
          que se trata nada más
          de un sueño.
         
         
         
        Bárbara Oaxaca
          
            Baño de mujeres
        En el baño de mujeres
          se  dan cita las diosas que dan vida
          y  las que se rehúsan
          las  subversivas de la tradición
          las  habitantes día y noche de los templos
          las  diosas que habitan otras diosas
          aquellas  que aceptaron
          la  metáfora de una flor como su imagen
          las  navegantes de su ruta lunar
          en  la mar enrojecida
          las  que guardan en su bolso de mano
          el  vértice del cosmos
          entre  rizadores y peinetas
          y  juntas inundan de ritual
          ese  baño de mujeres
          completan  esa mitad con la otra en el espejo
          y  entero el universo así (por un instante)
          entornan  la mirada hacia el futuro
          trazan  con bilé su ruta colectiva
          desechan  o cultivan el instinto de hacer nido
          depositan  el miedo en el retrete
          o  lo hacen dios y hombre y se fecundan con él. 
          Humo  de cigarrillo 
          es  el incienso femenino.
         
        Lilith insurrecta
        Es lo mejor.
  ¿Quién soy yo, dulcísimo
          para pervertir la  sustancia de las cosas?
  ¿Quién en sus cabales 
          trastocaría el pulso  planetario
          la molécula
          el ordenado espasmo del  ventrículo
          las voces del taller?
          Abrir puertas
          desafiar a lo que nombra
          nombrarlo
          marchar contra natura.
  ¿Habría de ser yo
          simple mortal
          hija común de los  elementos?
          No soy
          ni mi oscuro dios  agazapado.
        Así está bien.
  ¿Para qué importunar al  demonio
          que me ha sido  concedido?
  ¿Para qué subvertir
          el rumbo de los vientos
          las caudas pluviales
          la correcta sucesión del  cielo y de la tierra?
  ¿Qué suerte de Lilith  insurrecta
          escupiría palabras  sucias a mi oído?
        ¿Qué es eso de llamar a  rebelión
          al cauteloso sustrato?
          La recóndita materia 
          la negritud así nomás  que ostentas
          llamar a conjuro la  locura
          la caligrafía de tus  pasos
          su trayectoria de aire  verde
          el azahar de tu  advenimiento
          tu osadía
          fluvial.
         
        Víctor M Muñoz
          
            Miss biblia
                                               Quien no conoce a dios, a cualquier  barbón se le hinca
                         . .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .     Sabiduría chilanga
        Cohabitaba  con una drogadicta:
          ella tenía la mente en  las alturas,
          línea directa con dios y  un celular que le dejó el diablo.
        Para leer la biblia         fumaba mariguana
          como alfombra mágica, el  humo la hacía volar
          sobre versículos
          que disparaban su  fiebre.
          Al regresar, ya era Eva,  Jezabel, la de Saba, 
          .. .. .. .. ..Magdalena,  o Salomé:
          siete mujeres diferentes  y una locura verdadera:
          concurso de Miss Biblia,
          sobre la alfombra roja  del Apocalipsis.
        Cada noche antes del  sexo
          teníamos que hacer una  mímica diferente:
          adquirir una oferta de  manzanas,
          apuñalar algún tirano,  subirse al camello 
          cubierto de joyas,  abrazarnos a la cruz,
          espiar a la vecina  duchándose, bailar 
              igual que un melón en la charola.
          Luego vino el día
              de esperarla en vano.
          Ella y todo su harén
          se fueron con un  rastafari barbado
          semejante al rey David
          (desde entonces lloro  con Las Mañanitas).
                                Nunca supe
          cuál de todas ellas era  la que posaba
          su mejilla sobre mi  pecho
          y temblando 
                          se le iba la voz 
              diciéndome:
              eres mi pista de aterrizaje
              eres mi pista de aterrizaje
              eres mi pista de aterrizaje.
         
        Satanás en el diván 
        Yo  hice
          que la madre y el hijo
          fornicaran analmente
                                                 y a su alrededor
                                     puse a travesear
                          a grandes ratas negras.
        Envié a padre e hija
          para copular embriagados
              en una carretera oscura
                                     y solitarias
                          tras de ellos
          las almas de los  malditos
          aullaban de lujuria
                          me presenté ante 
              el drogadicto encallecido,
          con mi sombrero y mi  abrigo negros
          y todavía oigo  entrechocar sus dientes.
        Hice brotar arbustos de  mariguana 
                                     en los solares
          de los pobres
          de espíritu desesperados
        repartí cocaína roja
          le di a probar mi pene a  una niñita.
        Deambulo por las casas  de los neuróticos 
              apago la fe del esclavizado
        cuido las espaldas de  los asesinos
              llevo carne fresca a los sádicos
          me hago sodomizar y  sodomizo
                          a las señoras ricachonas
                            les  empapo las manos
                            con  sangre de aborto.
        Soy la estrella  pestilente
          de los sueños del  psicópata
             la inmunodeficiencia es mi última sarna.
        Desde el principio de  los tiempos
                          he perdido
          a legiones innúmeras
                                     pero todavía lloro
                          lágrimas de turbia orina
          cuando alguien me  ignora. 
         
         
         
        José Miguel Lecumberri
        Un globo violeta  [no-poemas para un manicomio desierto]
        . .. .. . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. . .. “Stultum est timere quod vitare non potes” 
            . .. .. . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. . .. Publio Siro
          I.
        luz en-ojo del azar se  despoja mentira, quejosa amalgama mis huesos, hechiza marioneta el poema, funda  su anfiteatro salón de juegos para las mentiras del loco→la luz, dividida en  sangre ideó este lóbrego cielo, rapiña convertida tesoro [vacío] mi ruina está  marioneta, ángel que mis sueños crudos alimentan en mañanas tan huecas: qué sol  se muere de explicarnos tanto cadáver y un sapo, como una máscara ya silueta de  tediosa ansiedad (esta sagrada víbora anida rosas al cráneo insurrecto), me  chupa sangre el coño ya marchito verso, oscuro laberinto idea que esférica  matriz hiende pasos a mi ser←soy, menos que nadie laberinto donde una sombra  que llama hombre la idea.
         
         
        Dead  Man
        Yo  soy Nadie, el poema destruido por el peso de las palabras que no contiene,
          la  lluvia de luz que se diluye en la sangre dulcificada por el peyote,
          mi  nombre es Nadie y tu ausencia poco a poco ha tomado el lugar de mi cuerpo,
          ahí  donde el vacío se va pareciendo a la sonrisa triste de la princesa
          o  al silencio que el coyote recita en un prolongado aullido,
          mi  nombre es Nadie, el abismo deseado por los ángeles;
        el  bosque enrarecido por la promesa del invierno, despertando sus esqueletos de  papel
          hurgando  en la comisura del viento los murmullos de las ramas desnudas,
          el  frotamiento de unos senos contra la ciega visión de la noche,
        puedes  llamarme Nadie,
          el  que renta su sombra al diablo,
          el  que se enmascara con su propia calavera para exagerar la muerte
          o  sepultar la vida bajo lágrimas de fuego y flores de plomo.
        Yo  soy Nadie y el gélido beso del dragón me ha despertado el sueño
          mientras  el agua seca del olvido se bebió mi nombre;
          el  infierno utiliza tu inmaculada belleza como irresistible carnada
          como  el rastro de sangre que se convierte en el poema de la herida,
          viajas  con Nadie, la noche es el cuervo que le arrancó los ojos al amor,
          inserto  en tu cuerpo como el salmón en la violenta contracorriente,
          transitando  por ciertos órganos como una deliciosa enfermedad,
          yo  soy Nadie, el último y eterno latido de tu corazón.
        Caronte  me conduce por tus venas hasta el puente de espejos turbios,
          sus  palabras son nada y contienen la verdad como un cáliz vacío,
  —me  llamo Nadie—, le dije, y él respondió con la semilla de cristal en los sueños…
         
         
        Hugo Garduño
        Aquí abre sus turbios  ojos el día
        Se adelgaza
          la telaraña de la noche
          la ceniza negra se va  alejando.
          Aparece el blanco sucio
          de un despertar helado.
        Aquí abre sus turbios  ojos el día
              en una sábana decrépita.
                          
          Muerto que revive.
                                     
          Despacio despiertan
                          los andrajos dormidos.
        Surge a la luz la  atmósfera
              del color amarillento de colchones
                                     con excrecencias viejas 
                                     de  mil cópulas y orines.
                          Y el vaho de su gemir y aliento.
        Se yergue sobre el  cartón
              que indolente cobija
              a los siempre hambrientos;
                                                  de desgracia ebria y loca.
        Sobre el final de la  vida
          de los abandonados que  se consuelan
                          apenas con un mendrugo.
          Y otro ha sido su pan  fétido y de hiel
                                     que les ofrendó el destino.
        Sobre los cadáveres de  niños
              amamantados desde siempre
              con el agua de las alcantarillas.
                          Arrullados con la estridencia
              de  la miseria humana.
        Los locos lloran  lágrimas 
              de mundos imposibles.
                          Cada mañana amanecen
                          destrozados y vueltos ira;
                          contra el mundo real: estercolero.
        Pinta la ruleta
          el fondo del precipicio
          con su número maldito
          al que nadie apuesta.
    Y unos pocos sin querer lo ganan.
          Aquí abre sus turbios  ojos el día.
                                     Da luz lánguida
                                     al final del mundo
                          que es el otro cementerio
                                     que cada día despierta.
         
         
        La estación del desierto
        En la estación del desierto nada se canta
  únicamente la alfombra de polvo ardiente late.
          Las manos partidas de cuero calcinado, recuerdan, se queman,
          ya no se sacuden del aliento ardiente, aguardan,
          y ante el incendio total de la tarde el dolor comprimido se maravilla,
          deja de desangrar sus doradas sales: ahora aturdido mira.
          Pasan ágiles pasos de garzas que se vuelven salamandras impasibles,
          no descubren, no son, no se queman, viven para pasar.
          En la lejanía dejada atrás no hay claridad,
          sólo un sol monstruoso hecho de sol y polvo,
          aquí entendido, y también, en locura y orgasmo,
          aturdidor total, mole más que mundo proyectado.
          Mirada al azul  profundo para no  derretirse ni pedir nada,
          secas profundas escamas cubren la piel y la vida inaudita aquí
          cubre la mirada y todo toque, cómplices del aturdimiento para continuar.
          Las desmayadas, secas ramas, son ancianas suspicaces, sí, 
          una resignación, la calma, el horno estacionado no cambiará.
          En la estación del  desierto nada  hay bajo la tierra,
          y el horizonte es una pantalla, nebuloso espejismo, grata locura.
          El imán de fuego te atrapa, y pega la piel al suelo. Un lento morir,
          eso que nunca acaba es el desaparecer como papel.
          Los dedos se volverán espinas, los ojos de sol: dementes,
          beduino ermitaño con el sol ya pariente, con una cactácea casado.
          Mar como dijeron, pies en playa, náufrago semiahogado,
          Las olas de arena ardiente, bellas olas para aniquilar otra vida,
          aquí oxigeno no es, suave soplo, arde despacio, mata.
          Siempre hay certeza de otros mundos, mundos que se extraviaron.
          La estación dorada, es soberbia y serena, sólo es, sólo arde.
          Infinita y seca, espejismo aturdimiento, lento mata.
         
        
        
        Rocío García Rey
        Los héroes son analfabetas
        Junto al desastre
          junto al camino que  conduce a la ciudad
          amanece el exilio
          exilio de piedras y de  musgo
          exilio de tacto y de  sonido.
          Junto al desastre de la  ciudad 
          nadie sabe leer las  señas del olvido
          ni los signos de la  noche
          nadie puede descifrar la  luz verde 
          para cruzar la frontera  del espejo fragmento.
  “Los héroes son  analfabetas”
          pues tienden su deseo en  el asfalto mudo
          sin leer que detrás de  la ripia soledad
          está la noche abriendo  la puerta de los sentidos.
          Las heroínas de la  ciudad son olvidadas
          y vaciadas son sus  bolsas 
          en que cargan los  collares de lluvia y viento.
  “Los héroes son  analfabetas”
          Los héroes de la ciudad  cargan a cuestas
          las señas del silencio
          hasta volverse una masa  anónima e informe
          mientras en una estación  de metro
          aquella que pudo ser la  noche
          se pierde decorando su  rostro
          con los colores del  drama
          carmín trasnochado
          y un color que sofoca el  fuego
          de cada andén y cada  vida.
         
         
        Rubens
        Me olvidé de la poesía
          para llegar a tu cuerpo
          me olvidé de mi nombre
          sólo mi cuerpo de mujer Rubens
          los sentidos no me alcanzan
          pero me refugio toda yo  en tu mundo
          que apenas he mirado
          no me importa ya ser una Rubens trasnochada
          fuera de época mi piel
          pero yo me olvido de los  siglos 
          porque el tiempo está en  tu nombre
          fuego líquido  recorriendo por primera vez mis piernas
          pero yo me olvido de mi  historia
          para fundar el otro  tiempo
          con tu saliva y tu  noche.
          Mírame recorrer tus  playas con la dulzura de la anémona
          soy la mujer Rubens que ha dejado
          de convocar al deseo
          es el calor que recién  aparece 
          es tu nombre leído a  través de la añoranza
          soy la mujer Rubens
          mi cuerpo fuera de época  lo sé
          pero el deseo me obliga  a salir
          del cuadro y a fundar
          la plasticidad de los  sentidos.
         
         
        Marco Fonz
        Primer y único paso
             . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. . .Para Iván Oñate
        Te habla un muchacho de  sombra desde los confines de la muerte diurna:
        La vida, la vida:
            Fruto herido que se come a solas.
        Fruto-Tiempo con la  marca inconfundible del polvo dorado.
        Semejantes lunas  respiran la luz del sol y los internos reconocen su encierro.
          Tanta cosa ha pasado  desde el último respiro que ya le han salido canas a 
          la paciencia y se le han  caído dientes a la eternidad.
          Masticamos chimuelos la  risa que viene de atrás de un salón repleto de dudas.
  ¿Quién era el más  inteligente, la más bonita, el tonto, el gordo, el pobre, 
      el feo y el guapo? ¿Quién no existía para  después decir: Presente?
        El más nuevo jardín fue  destruido ayer por botas invisibles.
          Hemos visto con  desesperación que la música no salva a nadie.
          Hemos mordido el dulce  de la agonía en la condenada vida frente al muro.
          Y sabemos que el muro no  se está construyendo porque ya estaba ahí cuando llegamos.
        En qué pensaba cuando di  un paso al frente y dije: YO.
        Así por más metafísica  que exista en un chocolate 
          no podré endulzar mi boca  con el profundo velo del cacao mental y sabio.
        ¿Cómo entonces retocar  el accidente de las casualidades?
  ¿Cómo creerle al destino  si nos llega cuando no estamos ahí?
        De ese fruto que por  semillas y mordido se presenta: Hablo.
        Así a lo lejos podría  parecer un buen cachorro
                                                                         pero  así a lo lejos me muestra los dientes
          y entonces hago de su  ausencia mi adoración.
        Alguna vez oí decir a la  muerte: Pasamos más tiempo muertos que vivos.
         
        Nadie está listo para reclamar nada
          El aburrimiento ha  plantado su nido en mis calcetines
          ya no puedo caminar con  ellos
                esto es muy serio, no hay nada de  qué reír   
          y menos reír de esto:  CALCETINES TIESOS DE TEDIO.
          Veo el techo, hay  límites hasta para la mirada.
          Veo la puerta, desde  hace tiempo no puedo atravesar ninguna
          y el edificio tiembla  cada vez que Corea hace una prueba nuclear.
        Admiro a los surtidores  de veneno.
          Nunca tendré una  trastienda en la poesía y aún así espero que algo explote 
            frente a mí.
          Algo hay que hacer para  que hierva la sangre.
          Algo que mueva al hoyo  de su sitio.
          Algo que corte de un  tajo la última realidad.
          El aburrimiento ha hecho  de mí su figura preferida:
          Haz como humano, me  dice.
          Haz como poeta y sonríe,  me dice.
          Haz como si fueras  serio, formal y trabajador —Carcajada—CARCAJADA
          Y AHÍ VOY DE COLORES—  LLENO LOS CAPRICHOS DEL ABURRIMIENTO.
        Nada tengo que decir a  mi favor:
   sólo que hay una luna que serán dos 
   y viviremos al fin de la página.
         
         
        Esaú Corona
          
            3 (CASA)
        Podría decir sí 
          a los rumores humanos
          a los rumores morales
          a los rumores divinos
        o podría pastar en el  silencio del mundo
          macerar en mi boca su  materia
        pero anclo en dos rumbos  y mi cuerpo se desdobla:
        tengo mi barco 
          y mi antibarco
        Sería mejor saltar a ese  mar que me asecha
          arder en su hoguera  infinita
          mas
  ¿Para qué estos pies  entonces
          esta columna que me  yergue
          estas manos que abiertas  empuñan puntos suspensivos?
        Todo termina en un dolor  que sabe a sangre
          a intersticios 
          a ciudades quemadas
          PUTA SEMILLA      ¡!
          tu fruto máximo es un  grito
          ahogado en esta casa sin  ventanas.
        ¿En dónde sostendré mi  cabeza
          en dónde guardaré mi  lengua
          y mis manos
          que empuñan puntos  suspensivos?
          .
          .
          .
          Yo sé hacer nudos
          sé encender una lámpara
          sé colocarme en una  silla
        pero
          no sé lamer mis heridas
          NO SÉ MORDER AL INTRUSO
        erguido he de pastar en  el silencio.
         
        5
        TÚ siempre habías querido 
          embestir 
          armado con fusil
          un cine
          un banco
   un centro  comercial…
        Y sólo la idea de mí sin ti
          te amarró el paso.
        Yo también soy tú cárcel
          tu cordura
          tu línea recta
          tu recetario insabio.
        Yo fui quien te indujo a alinear tus ideas
          sobre una hoja en blanco
          de izquierda a derecha
          en orden descendente
          con principio medio y fin…
          CON
          SE
          CU
          TI
          VA
          MENTE
         
         
        Hortensia Carrasco
          
            IV
          Coloco mi cuerpo en la  ventana
          si pudiera roer alguno  de mis huesos
          para reconocer el animal 
              que me habita.
          Miro a la calle
          busco en el calzado de  tanta gente
          las poliomelíticas  pisadas
          que me arrojaron a este  encierro.
          El paso de la  muchedumbre 
              es inconveniente
          sus rostros se confunden 
              con jirones de odio.
          Sacudo mis pestañas 
              y un bosquejo de sombras
          tiembla sobre postes y  ladrillos.
          Quisiera desprender de  un parque
          el andar de unos niños  que lloran
          y correr hacia tumultos
          hacia bullicios 
          que hace mucho no me  abruman.
          Es tan gangoso el sonar  de la tarde
          tartamudean ramas de un  árbol 
          que se inclina ante la  lluvia.
          Empiezo a cansarme de  los ruidos
          que  se alían con toda el agua 
              de mi cuerpo
          cada  líquido tiene su cauce y su causa.
   
          El día insiste en ser  extraño
          como escalera molestada
          por  un golpe impertinente de zapatos
          como el destrozo 
              que queda en una red
          después de un asalto de  gaviotas.
          La  misma ventana sostiene mis brazos
          en  una casa lejos un abrazo se deforma
          y se forman alrededor de  mis ojos
          los trazos decadentes  del paisaje.
         
        V
        Me encierro como un  pájaro
          que guarda sus plumas
          para el día en que la  jaula 
              rompa sus huesos.
          Pájaro entumido 
          que pierde el horizonte
          y llama con canto húmedo 
              al árbol extrañado.
          Me encierro como los  ancianos
          que temen asomarse a la  calle
          y los descubra el frío
          o la violenta  precipitación del cielo.
          Me encierro como  aquellos
          que ahuyentan la  oscuridad
          con veladoras que les  consumen 
              la lengua.
          Me encierro como un  niño temeroso
          que huye de la furia de  su padre
          y después la madre  encuentra
          transformado en una  historia 
              de fantasmas.
          Me encierro como el sol
          decapitado por la noche
          o como la tarde  convertida
          en el último tajo de tal  mutilación.
   
         
         
        Andrés Cisneros de la Cruz
        Cántica para enfrentar la noche
        Hay que tener un arma  siempre bajo la almohada
  —nunca sabes en qué  momento llega la muerte.
          Limpiar el cuarto y  estar listo
          para ajustar cuentas por  la mañana.
        No hay que confiarse al  azar de las moscas
          a la selección natural  del insecto.
          Hay que ejercer la  arriesgada práctica, 
          el riguroso vuelco de  vivir
          seis veces diez, seis  veces diez, seis veces la noche,
          clavar profundo la uña, 
          el rotomartillo para  demoler la piedra, 
          fragmentar el cuarzo del  cráneo, 
          el Lumen (1 cd.sr = 1 lx·m2)  de la fosa común
          para descender así por  el fango 
          en la arena decantada  del agua bruta
  —licor para clarear el  aire frío del jardín:
          la psique, la palabra  antropomórfica
          que nos conduce al umbral  de la materia.
         . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. . .(Estribillo mutado)
           . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . .Hay  que tener un arma siempre bajo la almohada.
        Estereorradiar,
          acceder a la raíz (a la  fuente isotrópica)
          a la violenta oxidación  de la cabeza, 
          del cabello cenizo 
          tornado follaje rojo.
          Llevar agua que sofoque  el incendio
          ir empapados hasta el  tope 
          de pensamientos agua,  con cubetas desbordándose 
          de palabras que  domestiquen la lumbre
          para hacerla seguir el  Vals nocturno
          de los que deleitan su  carne al margen del día,
          y ven cómo se alumbra la  noche con el discurso de los astros.
          Ellos, desbaratan el  rompecabezas del destino para los Otros.
        Qué destino,
          qué maldita palabra  solar
          intentará preñarnos.
        No es el agua o la  muerte.
          Tampoco el tiempo; no  hay sombra confiable,
          mejor hay que estar  preparado, y tener siempre filoso
          el canto de un libro,  cubierto de níquel o cristal,
          transformarlo en un  foso, una cisterna 
          y mantenerse presto para  jalar del gatillo,
          alerta para expulsar un  océano 
          por el cilindro de la  mente. 
         . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. . .(A manera de coro o atmósfera)
           . . . .. . .. . . . . . . . .. . .. . . . .. .Hay  que tener un arma siempre bajo la almohada.
        Sobre todo, recuérdenlo
          traerla con forma de mar  o de botella,
          bazuca o cuchillo para  el desagravio;
          pero hay que tenerla  siempre, cristalina, oculta bajo la almohada.  
         
        Ejercicio para demostrar de diversas  formas la inexistencia de la locura
         . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. . .Uno no se ilumina  imaginando figuras de luz, 
             . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. . .sino haciendo consciente  la sombra. 
             . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . ..  . . . .. . .. . . . .. .. . . .. . . . .. . . . .. .. . .. . . ..Carl  Gustav Jung
          I
        E  infinitos son los ojos que delinean la esfera.
          Sus  párpados dan noche a la mirada, y la mirada apariencia de noche a las cosas. 
          Soy  más o menos loco, pensó Pessoa,
          y  el cuajo envolvió al iris, y se abrió la puerta ¾hacia el paisaje del miedo.
  ¿Alcanzar  a percibir lo anterior es dejar de lado 
          esta  calle con piedras cuadradas?:
          flechas  que avanzan arriba-abajo. Roturas en el pavimento. 
          De  qué admirable criptografía nació este vicio
          de  vivir en ciudades, de medir la vida en metros cuadros,
          meterla  en cubos de diez por diez, en la coladera que ahí enfrente 
          está  succionante: extractor de pensamientos que todo lo convierte en polvo.
        Así,
          el  hombre que (¿duerme? en la barra) estira su brazo
          y  me enrolla el puño, me saluda 
          y  un caracol forman nuestras manos (lapulehuali ¾dijo)
          es  un gesto de igualdad trata de explicarme
  ¿y  es igualdad lo que me enseña?
        entonces:
          es  mandala
          om  dice
        om naciente
        Estoy  ante el ventanal para ver lo que vive en penumbras antes del amanecer.
          Aunque  resulta, siempre es a mí a quien miran sedentario esos nómadas 
          que  caminan hacia la muerte.
        Pero  al final ellos entran y cogen asiento, trabajan. 
          Luego  se toman un descanso. Y salgo a caminar —hacia el domicilio. 
          Al  mismo punto del que ahora parto. Y trabajosamente aprendo 
          a  entender que un día no retornaré a este lugar. 
        Ese  mundo (no luz/ no tiempo/ no materia)
          que  vemos cuando dormimos, es la Casa  eterna de nuestro reposo.
          Lo  demás continúa infinito su camino. 
         
         
        * * *
         
         
        Adriana  Tafoya
          Poeta y Editora. Ciudad de México.1974. Libros  publicados: Animales Seniles (2005), Enroque de flanco indistinto (2006), Sangrías (2008), El matamoscas de Lesbia y otros poemas maliciosos (Ediciones Pasto  Verde, 2009 y segunda edición Bitácora 2010) y Diálogos con la maldad de un hombre bueno (Editorial Ultramarina  Cartonera, España, 2010). Obtuvo el segundo lugar en el Concurso Nacional de  Poesía El Laberinto (2004), el primer lugar en el I Slam de poesía organizado  por la Alianza Francesa (2007) y el tercer lugar en el Certamen Relámpago  Internacional de Poesía Bernardo Ruiz (2008). Fue conferencista en el Festival  Internacional de Ajedrez 2006, organizadora de los Miércoles Itinerantes de  Poesía (07/08/10) y creadora del Torneo de Poesía Adversario en el cuadriláterO  (07/08/09/10). Ha sido incluida en diversas antologías poéticas, entre ellas el Anuario de poesía 2007 (FCE, 2008) y Paisajes Interiores, anuario de poesía  2010 XVIII Encuentro Internacional de mujeres poetas en el País de las Nubes.  Es compiladora de 40 Barcos de Guerra,  Antología de Poesía (Coedición de 42 Editoriales Independientes, 2009). También  ha colaborado en suplementos y revistas de México, Argentina, Nicaragua y  España. Es editora de la revista y editorial VersodestierrO, y consejo  editorial de Metáfora, hoja de poesía
        Mónica Suárez 
          Ciudad de México,  1965. Ha  publicado el poemario Instrucciones para  buscar en la niebla, Verso Destierro, 2011. Es egresada de la Escuela de  Escritores de la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México) en 1998. Ha participado en  diversos Talleres y Cursos de Poesía y Creación literaria, así como también ha  impartido Talleres de Poesía, de Redacción y de Creación Literaria de manera independiente.  Desde 2004 pertenece al Taller de Poesía Cartago. Su poesía ha sido publicada  en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Desde 2005 participa en  diversos Encuentros de Escritores y Poetas. Ha obtenido los premios:  Segundo Lugar en el IX Concurso de Cuento y Poesía del Colegio de Ciencias y  Humanidades de la UNAM (1984). Segundo Lugar en el Concurso de Poesía de  Xochimilco y Tercer Lugar en el Concurso de Cuento de Xochimilco, 2004. Primer  Lugar en Poesía y Primer Lugar en Cuento en el Concurso interno de la Revista  Club-La Pluma del Ganso 2006.   Ha sido incluida en las antologías “100 Poetas del  Mundo”, Zamora, Michoacán. México. 2006. “Senderos de Dido”, del Taller de  Cartago, editado por la UNAM. 2007. “Mujeres Poetas de México  (1940-1965)”, 2008. Editorial Atemporia, México. “La mujer rota”.  Antología Poética, homenaje a Simone de Beauvoir en el centenario de su  natalicio, por Literalia Editores, 2008. “Antología Poesía y Vino –clásicos  y contemporáneos-“, por Victoria Romero Silva. Benett Producctions S.A de C.V.  León, Guanajuato. México. 2009. “40 Barcos de Guerra (Antología de Poesía y sus  Editoriales)”, por Edición Independiente. México. 2009.  
        Ángel  Carlos Sánchez 
          Nació  en Acapulco, Gro., en 1967. Básicamente poeta que ha incursionado también en la  narrativa y en la pintura. Entre sus poemarios publicados están Muriendo de amor por esa perra (Antinomia,  1999), Huecos necesarios (Fondo  Editorial Tierra Adentro, 2000), Luz  ultraviolenta (2001), Caminar el  miedo (Casa vieja, 2001), El paisaje  humano (La trucha güevona, 2006) y Sueños de bajo presupuesto (La  trucha y la tarántula, 2009). De narrativa tiene tres libros editados: Hidrofilia (Antinomia, 1997), Emboscada (Casa vieja, 2001) y 101 (Siento uno), publicado por  Editorial Ábrara en 2005. Textos suyos han sido traducidos al francés y al  inglés. Ha sido también, entre otras cosas, corrector de estilo, editor y  coordinador de talleres de poesía. Como artista plástico ha realizado algunas  exposiciones individuales y ha participado en varias colectivas. 
        Bárbara Oaxaca 
          Ciudad de México, 1972. Estudió Canto en la Escuela  Nacional de Música, de la UNAM. En 1999 gana el primer lugar del Primer  Concurso de Narrativa lanzado por la Universidad Obrera de México. Ha tomado  talleres de creación y apreciación poética con el poeta Oscar Wong y en el año  de 2004 se integra al Club de la Pluma del Ganso. En 2008 se integra al taller  de poesía del poeta uruguayo Saúl Ibargoyen. Poemas  suyos han aparecido en las revistas literarias Cuiria, Alterarte, Pluma del Ganso, Verso Destierro y Tinta Seca.  Ha sido publicada en los diarios La Prensa y  El Financiero, e incluida en las  antologías de poesía Mas vale sollozar afilando la navaja, de ediciones  Cuiria-Fridaura, en Musa de  musas. Poesía de mujeres desde la Ciudad de  México, de ediciones Literal, Los  mejores poemas mexicanos 2006, de editorial Joaquín Mortiz, con selección y  prólogo de Elsa Cross y Mario Bojórquez, y 40  Barcos de Guerra, Antología de Poesía y sus editoriales, edición  independiente. En 2001 grabó su primer material sonoro Niño Bonito,  siendo parte del dueto de blues Agua Revuelta en los estudios Subteraudio  Digital, donde participa como voz solista y en la letra de algunas de las  canciones que lo integran. En 2008 participa como cantante en la banda sonora  del documental Hasta el Final, del  director Rubén Montiel, exhibido en el festival de cortometraje Docs DF. En el  ámbito musical, además de su formación académica, ha sido integrante del Taller  de Blues  del compositor José Cruz. Ha  recibido influencias de la Nueva Canción Latinoamericana, del Movimiento  Rupestre de los años 80, del Jazz y de la Música Popular Mexicana, siempre  comprometiendo su quehacer artístico con las más sentidas causas de la sociedad  mexicana.
        Víctor M Muñoz
           Hidalgo, 1953. Poeta, editor, crítico literario y  compositor. Ha publicado el poemario Infierno blanco, Editorial Verso  Destierro, 2010, y el disco de poesía y música Azul, con apoyo de Radio Chapingo. Dueño de un temperamento poético  extraño, ha sido promotor cultural desde hace 35 años. Participó en el taller  de Leticia Herrera y realizó estudios de sociología en la UNAM. Fue incluido en  la antología 24 años, 24 poetas, del Chopo, 2005, 40 Barcos de Guerra, 2009, y  La poesía del encuentro (asamblea de lenguas en el bicentenario), Editorial  Floricanto/Ateneo Republicano de las Hespérides, 2011, entre otras. Obra suya  se encuentra publicada en periódicos y revistas de toda la República. Editó  tres periódicos de análisis: Barricada, La llamada, Acción Colectiva y  actualmente es editor de Metáfora hoja de poesía (1986-1992: primera época. A  partir de 2003, segunda época). Coeditó el libro Canción de cuna en el  infierno, de María Rivera Valdez (VO/Metáfora, 2006) y Ópera de la tempestad,  de Andrés Cisneros de la Cruz (VO/Metáfora, 2011). Es colaborador de RING  Semanario Deportivo de Poesía, y de la revista Verso Destierro. 
        José Miguel Lecumberri
           (Ciudad de México, 1982) estudió derecho en la Universidad  Nacional Autónoma de México. Ha publicado los libros Reflejos de la locura, El jardín de las nueces, Moncloe  Piscis, Delirium videns, Alter Satan, Corrupción de la gema de la cordura y recientemente Álgebra de la melancolía. A decir de  Carlos López, “en la poesía de José Miguel Lecumberri el oxímoron, la aporía,  la yuxtaposición son sólo recursos que marcan el ritmo, la música, el fraseo de  la metáfora precisa, contundente. La esencia de sus cantos —duros, sin  concesiones—, sin embargo, se halla en la riqueza de imágenes, en los destellos  que van directo a la inteligencia del lector, para provocar la implosión de los  sentidos. El poeta es concreto; sus poemas son desgarramiento, entraña, sangre. El jardín de las nueces es  la voz profunda de un poeta que deja la vida en cada poema. Su poética  resplandece con luz propia, rebelde; es una bocanada de aire fresco en en el  fragor de la lucha cotidiana, pero, también, flor negra en la plancha gris,  epitafio de todas las escatologías. Poesía necesaria, poesía para todos los  tiempos”. 
        Hugo  Garduño 
          Nació en la Ciudad de México, en 1968. Prosista  y ensayista. Ganó mención honorífica en el Concurso Nacional de Poesía El  Laberinto (2005). Ha sido incluido en las antologías poéticas 24 años, 24 poetas del Tianguis Cultural  del Chopo (2004), Descifrar el laberinto (El Laberinto, Verso Destierro, 2005), y en la antología de poesía y sus  editoriales 40 Barcos de Guerra (2009). También ha publicado en diversas revistas de poesía, como Metáfora: hoja de poesía, Naufragio, Volante de Pasajeros, Una  Theta, Bitácora (Centro Cultural  España y Faro de Oriente), Encuentos  Cercanos, Hétera, Deriva, Poetas en movimiento 2011 y VersodestierrO.  Su primer libro es Luz parda (2007),  editorial VersodestierrO, colección Las Cenizas del Quemado (ya agotado). Ha participado  en algunos encuentros nacionales.
        Rocío García Rey
          Nació en la Ciudad de México en 1971. Es licenciada en  Estudios Latinoamericanos y cursa actualmente  el tercer semestre de la  maestría en la misma especialidad. Escribe cuento y poesía y algunos de sus  trabajos han sido publicados en las revistas Fem, Sinápsis, Verso Destierro y el periódico de la FFyL. Se dedica a  la docencia e imparte talleres de literatura y escritura. Su primer libro es La  otra mujer zurda. 
        Marco  Fonz 
          Ciudad de México, 1965. Tiene estudios de filosofía en  la UNAM. Es egresado de la SOGEM.  Fue  becario en el Centro chiapaneco de escritores. En el 2002 obtuvo el premio de  poesía Rodolfo Figueroa. Tiene publicados 20 poemarios. Sus poemas han sido  traducidos al stotsil, italiano, inglés, portugués, catalán. Y han sido  antologados en el FCE, México, Italia, España, E.U.A., Perú, Ecuador. 
        Esaú Corona 
          Ciudad de México, 1983. Poeta y creador escénico. Es  autor del poemario Versus el Mar,  publicado por la editorial Verso Destierro. Fue ganador del segundo lugar del  Torneo de Poesía 2008, Adversario en el cuadrilátero. Fragmentos de su poemario El cuerpo y El tigre, aparecen en la  antología Moebius, Poetas nacidos en  los 80`s, publicada en el 2010.   Ha difundido su poesía también de manera oral,  participando en diferentes lecturas en voz alta, encuentros y festivales  poéticos. Como creador escénico ha trabajado con compañías como Teatro Sin  Paredes, Gitanos Teatro, Arte en Acción,   Punto de Resonancia, entre otras. Su trabajo en el teatro consiste  principalmente en la dirección de escena y el diseño escenográfico. Actualmente  dirige el Taller de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
        Hortensia Carrasco 
          Nació en Acatlán, Puebla en 1971. Estudió periodismo en la  UNAM. En 1999, obtuvo el Premio Interamericano de Poesía Navachiste Jóvenes  Creadores con el poemario Jaulas Ocultas.  En 2010 ganó el primer lugar en el Torneo de Poesía Adversario en el  cuadrilátero, organizado por la editorial Versodestierro. Sus poemas aparecen  en antologías como La mujer rota, de  ediciones Literalia, Musademusas,  proyecto Literal, Pájaro de Agua, de  editorial Praxis, Canto de sirenas,  de editorial Cascada de Palabras. Ha publicado los libros Jaulas Ocultas, Ciudad como  seca Hierba, Poemas del encierro y La Habitante.
        Andrés Cisneros de la Cruz
          Ciudad de México, 1979. Estudió Letras Hispánicas en  la UNAM y Comunicación Social en la UAM. Tiene cuatro poemarios publicados: Vitrina de últimas cenas (2007), No hay letras para escribir tu epitafio, Como la nieve que dejan los muertos (2009  y segunda edición, 2010) y Ópera de la  tempestad (Metáfora/VO, 2011). Segundo lugar en el Certamen Internacional  Relámpago de Poesía Bernardo Ruiz, 2008, mención honorífica en el Concurso  Nacional de Poesía El Laberinto, 2004, y en el Concurso Nacional de Poesía Jaime  Sabines, 1999. Y segundo lugar en Premio Nacional de Poesía Temática Tinta  Nueva 2011. Incluido en las antologías 24  años, 24 poetas, Descifrar el  laberinto (2005), La Mujer Rota (2008), Del silencio hacia la luz (2008), Antología del II Recital Chilango  Andaluz (2008 y 2009), en el Anuario  de Poesía 2007 (FCE, 2008), y Hacedores  de Palabras (2009). Es creador del Torneo de Poesía (Adversario en el  cuadriláterO) y de los Miércoles Itinerantes de Poesía. Ha impartido talleres  de poesía en el IPN y fue secretario de redacción en los periódicos El  Universal y El Independiente. Actualmente es editor de la revista y editorial  Versodestierro. También es coeditor de 40 Barcos de Guerra.