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Cartas y Manifiestos Novedades del "antipoeta y mago":
Vicente Huidobro tras la creación del creacionismo

Por Patricio Tapia
Revista de Libros. Domingo 14 de Febrero de 2010



La importancia e influjo de Huidobro en cuanto a sintonizar la poesía hispánica con la europea es indiscutible. La publicación de las cartas entre él y los españoles Guillermo de Torre, Gerardo Diego y Juan Larrea, más una edición de sus "manifiestos", así lo demuestran.


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 En 1925, cuando Vicente Huidobro ha comenzado a alternar sus estancias entre Santiago y Europa, Álvaro Yáñez, quien firma Juan Emar, le hace una entrevista en el diario "La Nación". Emar le pregunta sobre el futurismo. "No quiero hablar de esa imbecilidad", contesta el poeta. Luego le pregunta sobre qué hay de cierto de los triunfos sudamericanos en Europa. Respuesta: "¡Mentira! La opinión que hay en Europa sobre las artes y letras sudamericanas es que ellas se arrastran peniblemente tras las europeas. Por desgracia, esto es cierto; prueba de ello es que no se ha visto nunca a ningún sudamericano que haya sido iniciador de una nueva estética o teoría filosófica, ni que haya participado en algún movimiento europeo, cuando el movimiento se desarrollaba".

Creacionismo y España

Es tan típico de Huidobro el desdén insultante de lo que no le gusta como el autoelogio apenas disfrazado. Después de todo, el primer aporte hispanoamericano a la vanguardia internacional sería el suyo: el creacionismo. Con él intenta, en un lenguaje directo, liberado de toda carga retórica, emancipar el texto poético del mundo natural para crear algo completamente nuevo. Por eso desprecia la poesía española, por su ampulosidad. En la misma entrevista de Emar, Huidobro había indicado los principales valores poéticos europeos, mencionando, en lengua castellana, sólo a Juan Larrea y Gerardo Diego (lo mismo había hecho en 1923 en una revista francesa; cabe preguntarse por qué en otro epistolario de Huidobro -DIBAM-LOM, 1997-, en carta de 1924 a Salvador Reyes, sólo menciona a Larrea).

Gerardo Diego (1896-1987) y Juan Larrea (1895-1980) fueron los principales seguidores de Huidobro en España. Fueron sus amigos y mantuvieron una relación de varias décadas, sólo interrumpida por la muerte de Huidobro.

El hispanista Gabrielle Morelli publicó un epistolario amplio que para el trío Huidobro-Diego-Larrea comprende 140 cartas, de las cuales 122 son inéditas y que cubren desde 1920 hasta 1936 en el caso de Huidobro-Diego y desde 1922 hasta 1947 en el de Huidobro-Larrea. Además, se suman las cartas con Guillermo de Torre (1900-1971), fundamentalmente entre 1918 y 1920.

Cartas

En su novela-ensayo El movimiento V. P. (1921) Rafael Cansinos-Asséns critica al movimiento de vanguardia español. Casi con seguridad aparece aludido Huidobro, como "Renato"; también aparece caricaturizado Guillermo de Torre, como "el poeta más joven", hablando en un lenguaje poblado de neologismos y esdrújulas ("Es preciso crear el poema extranovidimensional..., el poema fílmico, simultáneo y cúbico"). Que Cansinos no andaba muy desencaminado, se desprende de la primera carta que De Torre le dirige a Huidobro, en 1918: le dice que le escribe porque sintió el deseo de "lanzar hacia sus confines algunas palabras de omnirrítmicas remembranzas y prismáticas inquietudes". De Torre, crítico, poeta, propugnador del ultraísmo, cuñado de Borges y editor. Admiró a Huidobro, pero las relaciones se tornarían más agrias cuando se mostró reacio a defender su pretensión de paternidad del creacionismo frente a Pierre Réverdy y además propuso como antecedente al uruguayo Herrera y Reissig. Huidobro reaccionó violentamente. Con todo, del epistolario aparece que De Torre recibe y agradece en 1940 un libro enviado por Huidobro.

El encuentro con Gerardo Diego y Juan Larrea se produce en Madrid en 1921, con ocasión de una conferencia de Huidobro. En ambos encuentra éste un receptáculo a sus teorías. A Diego le explica (carta de 28 de abril de 1920) el origen del creacionismo en 1916. A ambos les confía sus decepciones y sus "triunfos". Alguna vez se encuentran: estuvieron los tres en Sables d'Olonne, en septiembre de 1924, guardando los mejores recuerdos.

Mas allá de las trayectorias literarias de los corresponsales y sus opciones teóricas, hay una amistad. Se cuentan lo que les pasa. En este punto, Huidobro destaca, pues fue un hombre de carácter impetuoso, que tuvo una vida llena de peripecias -su participación en la Guerra Civil Española, su trabajo como corresponsal durante la Segunda Guerra- y escándalos, digna de un folletín o novela romántica, en la que no faltaron trifulcas, feroces polémicas (como la que mantuvo con Neruda) y enamoramientos, como el escandaloso de la casi adolescente Ximena Amunátegui, a quien en 1928 rapta para marchar a París. Su prontuario anecdótico es amplio (el robo del teléfono de Hitler, la farsa de su secuestro en París, el gusto por batirse a duelo, su fallida candidatura presidencial en 1925, entre muchas otras). Mucho de esto aparece al trasluz en estas cartas.

Distancias

Los amigos siguen siempre en contacto, se mandan poemas -Larrea envía a Huidobro "Longchamps" en 1922, sólo recogido en libro en 1970- y libros. En este punto, se producen ya distancias. Diego desplegó una obra amplia, atraído simultánea o sucesivamente por el clasicismo formal y los experimentos vanguardistas, por lo que envía Versos humanos (1925) con mucha tardanza y todo tipo de cautelas a Huidobro. Larrea anuncia Orbe (inédito hasta 1990) en que nace su parte mística y que impacienta a Huidobro, quien recibe fríamente su libro Rendición de espíritu (1943).

Pero una carta final de Manuela García-Huidobro, hija del poeta, de 1959, borra todas las distancias: "Desde el fondo de mi infancia surgen tres jóvenes amigos que se querían extraordinariamente, y así los veré siempre".

 Manifiestos y poética

El manifiesto literario es un género que surge del encuentro de otros dos de antigua data: las declaraciones o exhortaciones políticas y las preceptivas estilísticas o "artes poéticas". Los manifiestos literarios aparecen, como ha estudiado Mary Ann Caws, en el siglo XIX y evolucionan lentamente desde el simbolismo hasta las primeras vanguardias, cuando encuentran su momento de mayor prosperidad. Casi cada movimiento (futurismo, surrealismo, etc.) tiene uno o más. Y tales textos programáticos no faltaron en las vanguardias latino o hispanoamericanas (recopilados en libros de Nelson Osorio, Jorge Schwartz y Hugo Verani).

En el caso de Huidobro, de manera episódica, publicó una serie de "manifiestos": desde "Non serviam" de 1914, al que seguiría su libro de poemas El espejo de agua (1916), que inaugura el creacionismo. Allí está su poema "Arte poética", donde se lee: "Por qué cantáis la rosa ¡oh, Poetas! / Hacedla florecer en el poema" y que concluye con su célebre formulación: "El poeta es un pequeño Dios", noción que, según expone en su ensayo-manifiesto "La creación pura" (1921), se la habría sugerido un viejo poeta aimara. También cita la frase en Vientos contrarios (1926), agregando: "Se trata, pues, de condensar el caos en diminutos planetas de emoción".

Huidobro siempre mostró rechazo por el futurismo y luego criticó el automatismo surrealista, proclamando la lucidez creacionista. Así, publica en París Manifiestos (1925), como réplica a los surrealistas. La edición de Manifiestos por Editorial Mago (2009), contempla, con traducciones dispersas y nuevas, los 9 manifiestos de ese libro, agregando textos anteriores -si bien no está su "Prefacio" al libro Adán (1916)-, como son "Arte Poética" (sin indicar su origen) y los ensayos del libro Pasando y pasando (1914) "El futurismo" y "El arte del sugerimiento" -bueno hubiera sido cuidar más la edición de Mago, donde se lee "surgimiento" en el título e índice y en todo el texto "surgimento"-, más textos posteriores, como "Total" (1932) y "Estética" (1935), permitiendo ver este conjunto de textos programáticos, si bien ya lo había hecho la extraordinaria edición (mucho menos accesible y mucho más costosa) de la Obra poética (ALLCA, 2003) de Huidobro, a cargo de Cedomil Goic, que incluye los manifiestos y los artículos de poética de Huidobro, aunque no todos traducidos de sus originales franceses.

Gabrielle Morelli: Huidobro como paladín de su fe

Primer traductor en Italia de Vicente Huidobro, el hispanista italiano Gabrielle Morelli, profesor de Literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Bérgamo, ha tenido una especial dedicación a la literatura de los años de las vanguardias y de la Generación del 27 española, ocupándose, entre otros, de Aleixandre, García Lorca, Huidobro, Gerardo Diego, Neruda.

Dentro de su amplia actividad, ha destacado por su admirable labor en la edición de epistolarios -iniciada con Historia y recepción de la "Antología" poética de Gerardo Diego (Pre-Textos, 1997)- y de textos. Uno de sus libros más recientes es la edición y prólogo de una generosa antología del poeta "creacionista" español y amigo de Huidobro, Juan Larrea (1895-1980): Poesía y revelación (Colección Obra Fundamental, Fundación Banco Santander, 2009). Respecto de Huidobro, prepara la edición de la novela-filme Cagliostro (con material inédito) para editorial Cátedra.

En Chile ha estado varias veces (trabajando en sus investigaciones, como jurado del Premio José Donoso) y piensa no dejar pasar demasiado tiempo antes de volver.

- Una de sus actividades fundamentales ha sido la edición de epistolarios. ¿Por qué cree que las cartas son importantes para el estudio de la literatura?
- La correspondencia constituye un documento axial y nos permite reconstruir desde dentro -es decir, a través de las relaciones personales y los intercambios de opiniones cruzados entre escritores- datos, obras, materiales, juicios, etc. que iluminan tanto la historia particular de un autor como la historia colectiva de la vida intelectual de la época.

-¿Cuál fue la importancia de Huidobro en las llamadas vanguardias: cuánto de influencia real, cuánto de egolatría o cuánto de ambas?
-La importancia de Huidobro fue determinante sobre todo en el ámbito de la joven vanguardia española de los años veinte, y creo que fue tan importante como la ejercida por Rubén Darío al comienzo del siglo XX. No se puede comprender la renovación del lenguaje poético del Grupo del 27 en España sin la presencia de Huidobro. Yo encuentro su imagen creacionista en casi toda la producción poética de ese grupo. Con el arribo del poeta chileno a Madrid llegaron las últimas tendencias literarias europeas; y él mismo asumía la representación de una nueva estética, el creacionismo. Su discípulo Diego declara que, directamente o a través de Larrea y él, algo de lo mejor de Fernando Villalón, Alberti, Neruda, García Lorca procede de fuente huidobriana. Distinta faceta ofrece el protagonismo visceral de Huidobro, que lo lleva a enfrentarse contra cualquier persona que lo desafía o se atreve a no reconocer la paternidad de su nuevo credo.

-¿Por qué cree que Huidobro tenía una gran facilidad, casi una vocación, para pelearse con otros escritores, pero también para la reconciliación?
-Huidobro fue siempre un niño y se vio a sí mismo como un paladín de su fe y originalidad que identificaba con su poesía. Su actitud beligerante es más de carácter teórico que personal; sus acometidas surgen de ideas y van en contra de ideas que se diferencian de sus credos. Con el paso del tiempo, la vicisitudes de la vida (atormentada fue la de Huidobro), la crisis de las ideologías y de los ideales, permiten al hombre la recuperación de su estado de inocencia y nobleza, que así era el poeta, generoso y fiel hacia los antiguos enemigos con los cuales compartía la extraordinaria aventura de la creación y la poesía.

-¿Está ya zanjada la cuestión de si Huidobro "creó" el creacionismo?
-Sobre todo queda asignado a Vicente Huidobro, a su apostolado y a su activismo teórico y poético la difusión del nuevo verbo, aunque, en realidad, hubo una coincidencia y analogía espiritual, como con el pasar del tiempo reconoció el propio Huidobro, con las ideas expresadas y profesadas por el rival Pierre Reverdy, que según el poeta chileno era un poeta eminentemente dramático mientras él se sentía "un poeta puramente lírico".

-¿Cuál cree usted que es la razón de la distancia, tras ser un fiel seguidor, que tomó Larrea de Huidobro?
-Larrea fue seguidor y admirador de Huidobro, a quien conoció por primera vez en Madrid, en 1921. La amistad y la estimación recíproca fue ejemplar. Y esta relación de profunda amistad personal cimentada en el mismo ideal poético dura hasta una evolución distinta en el pensamiento de Larrea, que disminuye su interés por la poesía en favor de una visión místico-mesiánica, opuesta a la filosofía laica del mundo ostentada por Huidobro. Los separan para siempre un distinto legado: de la supremacía del espíritu para Larrea, del de la inteligencia para Huidobro.



 



 

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