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Muestra poética
Verónica Morante Rossel (Lima, 1969)


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VERÓNICA MORANTE ROSSEL (Lima, 1969). Educadora, realizó estudios en el Instituto Pedagógico Nacional Monterrico. Se tituló como docente de Educación Secundaria, en la Especialidad de Lengua y Literatura, e inició su experiencia docente con campesinos(as) ronderos(as) de Bambamarca- Cajamarca. Fue directora de la I.E. Sagrado Corazón de Chorrillos, del 2000 al 2005, en donde actualmente labora. Ha sido antologada en doce selecciones literarias y tres ediciones de la Revista Peruana de Literatura “Palabra en Libertad” (Amantes del País Ediciones y Gaviota Azul EDITORES). Participó también en dos muestras de poesía de la Sociedad Peruana de Poetas así como en Todas las Voces y Sinfonía Lírica (Ediciones Vicio Perpetuo, Vicio Perfecto). Este año lo hace en la Edición N° 20 de la Revista Literaria y Cultura Ínsula Barataria, que reúne una muestra de poesía escrita por mujeres en los últimos 30 años.

ARTE POÉTICA

Primer turno:
entramos al juego con el cadáver exquisito.
Una vez revivido
clavar sin piedad el alfiler a una mariposa.
Consolarla y
ver su aleteo desesperado.
Ya prisionera, con cinismo,
consolarla otra vez
o a la inversa.

Segundo turno:
extenderla cuidadosamente.
Secar sus alas a los soles de la noche y
a las lunas de los días
recuperar el polvo tornasolado.
Sacudirlo de los dedos
imprimírselo
repasar sus miembros articulados
y observarla directo
a los ojos volados.

Tercer turno:
dejar testimonio escrito,
sin cerrar totalmente el puño
de la fabulosa aventura.
Elevarse en distintas direcciones
retornar al primer turno
y a otra mariposa.

 

 

CLAROSCURO

Hay días de noches claroscuras
o corpórea sin magia ni flores
No te atreves a espiar
el asalto de tu desnudez
expuesta a la sombra de lo certero
En cinegética detrás del telón
los comediantes despedazan su sórdido parlamento
visten nuevamente la piel del fauno
husmean, ultrajan y rasgan la tuya
Te cercan hacia el talud de dos zarpazos
Te despojan
e inhuman el rimero festivo
tanático.

 

 

Lucía de grande era niña,
cuando sus pies oscuros danzaban
temblaba la tierra
y se amarraba a su cintura.
“Niña, regálame tus juguetes”,  así decía.
Yo se los regalaba
para volver a su sonrisa de maíz
sobre enormes barcas de totora

Extendida la lliclla
envolvía sus tesoros:
carros desllantados
tambores desteñidos
ollitas sin comida
tacitas si asa
casas sin puerta
igual se reía.
Solo una vez su voz cruzó dos tempestades
“No, esas no, niña.  Esas no quiero.
¿Para qué pues muñeca partida?”

Rapidito anudaba la manta
contenta se iba,
yo me quedaba mirando las muñecas partidas.
Cuando las recuerdo
me descuelgo por tus trenzas
hasta el desembalse de tus mejillas
y ya sé por qué quiero devolverte tu risa de lago,
grande
niña.

 

 

¿Y si me quedo muda?

Solo me miras y ves si sigo siendo azul
en mi labio lejos del lago
convoca tercamente mi color
y repite: Pacífico, Pacífico, Pacífico,
niña del Pacífico
desoyendo algún borde gris de tu silencio

Ves si sigo siendo así
en la curvatura hacia la expansión o el reverso
o en la caja del espacio cuando regrese al mismo punto
muda
de mi respuesta azul

 

 

Mancha de tinta la línea escrita
sin tregua en el poema cortés
mudo mal versa
la laguna silenciada
las vértebras rotas del aire enrarecido
las fauces abiertas
tapiadas con miga seca y agua estancada
en el pecho roto del deseo
los centímetros de indignación
el luto contra natura.
Mancha de tinta la línea escrita
y versa
otra vez.

 

 

En la cornisa del pálpito suicida
ya no quiere ser corazón
vale más asirse al puño que golpea los latidos
cercenar sus partes
y esconderlos bajo la alfombra
por si algún día los necesita
Viento galeote
amaró los ecos
ancló la apnea
deshiló las redes
y se sumergió
a desflorar las sombras. 

 

 

CON LETRA muda
dices que dejo la evidencia
en vez del signo
recomiendas
que no me exponga
o a gritos me ofrezca
al sacrificio
En verso opuesto
yo dispongo
y abro las ventanas
en medio del frío
No sabes que el hálito
está en la simpleza de los azules
y sus tornasoles

 

 

NINGUNA PRIMAVERA detiene los otoños
Entonces volteó los espejos
los rompió para multiplicarse
El rastro para hallarte fue su sombra
anudada a la cinta del ombligo
y a la garganta de tu vacío
lleno de las manos rotas con que lo asfixiabas
desoyendo los ecos de tu propio grito
y a su pregunta:
¿cómo capturas a un ángel
en medio
del camino?

 

 

La dejaste al cuidado de una virgen,
y la salvó.
Le dejaste un retazo de piel
su nombre
la respuesta a todos los vientos
debajo de las piedras
algo para armar

 

 

A CUATRO VIENTOS y media tempestad
el cuerpo se despide
contradice su abundancia
llena vida
gira sobre su eje
rompe estaciones
en un nudo

 

 

CON LETRA muda
dejo la evidencia
en vez del signo
me expongo
o a gritos me ofrezco
al sacrificio
yo dispongo
y abro las ventanas
la simpleza


 

 

 

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Verónica Morante Rossel (Lima, 1969)