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Violeta Parra según Zurita

Por Amelia Carvallo
Publicado en http://www.australtemuco.cl/ 1 de Octubre de 2017


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De riguroso luto, como acostumbra, el poeta Raúl Zurita llegó al Coloquio Internacional Violeta Parra, organizado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y la Fundación Violeta Parra, para ofrecer una conferencia sobre "la más entrañable y dolorosa de nuestras artistas". Zurita abrió su evocación con la voz de Violeta en una entrevista radial de 1960 en la radio de la Universidad de Concepción. En ella, Parra habla sobre "El gavilán" y la noción del mal que encarna.

Luego, Zurita hizo escuchar cantos quechua a la audiencia: "Mamá Rosario" y "Flor de cactus", equiparables según él a las canciones de Violeta Parra, porque son creaciones profundas del pueblo. Como buen poeta que ama la música, tarareó aquella melodía boliviana, "la más profunda del Universo". Después, hilvanó una serie de conceptos que comparte a continuación.


UN DATO PARCO
"Violeta Parra, en sus grandes momentos -que son todos-, excede lo que podemos entender por humano. Es una representación de las estaciones del año, del trueno, del viento, que son los elementos que incluyó en su canción "El gavilán", que está en la cumbre de una montaña acediando a esta pobre gallina que sufre todos los embates antes de llegar al final que la va a destruir. Entonces, finalmente es el mal el que prevalece. ¿Qué significará esa concepción? Lo identifica con el imperialismo, que es una metáfora de todo y al mismo tiempo es una metáfora de nada, es la metáfora de algo tan profundamente íntimo que en un momento dado se suicida. El suicidio de alguien que escribió 'Gracias a la vida' y que escribió 'Maldigo el alto cielo', es una parquedad, un dato parco que nos habla por un lado de un fracaso y por otro lado de una historia. El dato parco de su suicidio nos muestra que finalmente toda la vida, la existencia, es el preámbulo a un instante fatal, límite, que es el instante de la muerte. En cierto sentido, cuando alguien se suicida, cuando alguien se suspende de la existencia, está tornando una feroz  revancha contra el hecho mismo de la vida, frente al cual toda la obra de un ser humano se revela como el preámbulo de un instante que es el suicidio".

EL QUENISTA SUIZO
"La revelación que nos hace en 'Run se fue pal norte', donde Run Run es Gilbert Favre, el quenista suizo, es que realmente creo que Violeta se encuentra con otro destino con el que va a dialogar, es su exilio del amor y de un mundo que radicalmente desconocemos y con el cual su obra entra en un diálogo profundo, en un diálogo de muertes.  Ese mundo, la música profundamente andina, no es la de los llamados cantautores, con todo el cariño y el amor que les puedo tener. No es Silvio Rodríguez, no es 'El unicornio azul', sino que es una esencialidad de alguien que escribe las cosas más alucinantes, pero  que siempre fue concreta, siempre aludió a realidades tangibles. Cuando Run Run se sienta en una piedra y se pone a desvariar, 'que sí, que esto, que lo otro, que nunca, que además, que la vida es mentira, que la muerte es verdad'. Esa noción de la muerte, del fin, atraviesa toda su obra, su humor, su actitud frente a la vida, y solamente una persona que ha alcanzado ese grado de esencialidad puede escribir algo que se llame 'Gracias a la vida'  sabiendo que se va a matar. Creo que es el gesto más elocuente, dramático e iluminador de lo que es una vida entera, en todas sus contradicciones, en el abismo de su pasión. Este rechazo a la sobreinterpretación es porque la verdadera  poesía exige  un diálogo con la plenitud de nuestra experiencia".

ÍNTIMO Y COLECTIVO
"Se dice que la poesía es el más solitario de los oficios. Creo que es un error, creo que no hay nada más colectivo que la intimidad, creo que no hay nada más colectivo que la absoluta soledad. En la intimidad se cruza todo: la historia, las esperanzas, las pesadillas, los sueños, y los seres no difieren demasiado en lo que hacen cuando están a solas, los gestos de la soledad son más o menos similares. Violeta interpreta esa soledad abismal y profunda, que también es histórica; ya no somos mirados por Dios, como creía el viejo cristianismo, sino que somos mirados permanentemente por la historia, que nos atraviesa de lado a lado.

OLVIDOY MEMORIA
"Se habla mucho de la lucha contra el olvido y me parece totalmente justo, pero el problema no es tanto la memoria, el problema es que es imposible el olvido, cada uno de nosotros recuerda absolutamente todo. En el cuento de Borges -'Funes el memorioso'-, el protagonista recuerda a una rosa entrevista hace 40 años atrás y cómo el sol daba sobre las hojas a cierta hora de la mañana y la vida le es intolerable. Todos somos en cierto sentido Funes, todos nos acordamos de todo, el gran problema es qué hacemos con los recuerdos, cómo los organizamos, qué cauce les damos. Violeta nos hace presente ese estar absoluto en la intimidad de la existencia donde se revela su dimensión histórica y colectiva, más que en los actos públicos".

LENGUAJE Y SOLIDARIDAD
"¿Qué exige el lenguaje de Violeta? Exige la respuesta solidaria de la humanidad entera, que responde por la soledad de cada uno de los seres que vamos siendo. Necesitamos cada uno sentir la respuesta solidaria de la humanidad entera en nuestras vidas, en nuestra soledad, en nuestra intimidad".

UN DOMINGO EN EL CIELO
"Posiblemente el mal del que habla Violeta Parra tiene que ver con ese último segundo de su vida. Muchas veces me he preguntado cómo habrá sido el instante final de un suicida, o de alguien que perece en la tortura. No tenemos palabras para describir esos extremos del horror. Si ese instante final fue de plenitud, a pesar de estar sumido en los más profundos suplicios, si ese último segundo fue una imagen feliz, con la vida que te tocó... porque si no es así, no existe el Dios, lo que existe es el mal como categoría independiente de lo humano. Nadie nos ha preguntado si queríamos vivir, por eso el acto de mayor injusticia es morir en condiciones terribles e indignas. Si el último instante es de horror y  sufrimiento indecible, entonces la vida es un absurdo, no ha tenido ningún sentido y la vida humana se derrumba estrepitosamente. Sin embargo, el deseo de felicidad existe, está inscrito en lo mas imperecedero del sueño humano. Entonces, ¿cómo se soporta tanto horror? Escuchando la música más inquietante de Violeta, he llegado a creer que tal vez no seamos más que una raza de asesinos condenados, a pesar de todo, a construir el Paraíso, que no es algo tan abstracto. Es la mañana soleada, el juego del hijo destrozado, la casa reconstruida, la leche, el pan, la tibieza de la cama, el colchón intacto que asoma bajo los escombros. Ahí estaría también Violeta Parra resarcida de su propio dolor. ¿Quién puede responder por estas exigencias? En rigor no somos uno, somos todos y cada uno es responsable no solamente de las propias injusticias, errores y faltas, sino que somos, en cierto sentido, responsables de los crímenes de la humanidad entera. La obra de Violeta es un llamado a esa conciencia de lo humano, un llamado urgente y dramático. La respuesta está radical y absolutamente pendiente y algún día los seres humanos serán dignos del instante en el universo que les tocó vivir. Quizás  sea una fiesta, como la última canción que le cantó a su hermano Nicanor, 'Un domingo en el cielo' donde todos bailan con todos".



 

 

 

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