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La estrategia de las polillas

Por Vicente Undurraga
Publicado en La Tercera, 19 de Marzo de 2019


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Desde hace años me envío casi todas las noches infalibles correos recordatorios (hasta tres o cuatro) que en el asunto dicen REC. Son memos, apuntes, a veces una o dos palabras, un cacho que deberé atender al día siguiente, manteniendo hasta entonces como No Leído el correo. No hay agenda ni outlock que suplan su eficiencia.

¿Serán los tiempos, que obligan a hacer tantas cosas que uno teme olvidarlas? ¿Estrés, ansiedad? Procrastinación neurótica, más bien. Si antes te tenías que memorizar los teléfonos, el presente te exige hacerlo con decenas de inmediateces y claves que repites o varías en algunos sitios sí y en otros no, y todo termina por confundirse, convirtiéndose uno en maestro recuperador de contraseñas y en remitente de autocorreos.  

Si pongo en el buscador del mail “REC” me encuentro con una especie de autobiografía balbuceada, un perfil hecho de indicios e ideas fijas, con harto patetismo y lleno de cuestiones que, a pesar de tantos RECS, siguen ahí, al incierto cobijo de lo pendiente. ¿Será una forma de subsistencia? Quizás. Para escribir estas columnas también me mando RECS: “gente que dice holi”, “asesino mendocino pide ser juzgado como gato”, “¿qué fue del PPD?”, “CELEBRAR los 70 años de Eduardo Gatti (Neil Young comparado con Alberto Plaza)” o, ayer mismo, “ordinariez y bajeza del locutor Gonzalo de la Carrera”.

Uno de los RECS más recurrentes este año tiene que ver con las polillas, el último de los cuales transcribo textual: “polillas de mierda –me comieron polera azul nueva/ contar eso y compararlas con derecha x fagocitadora y gris/ Hacer cruces”. Lo leo y noto una mala disposición hacia el oficialismo, una obcecación, una voluntad de sorna anterior a tal o cual hecho risible o enervante (que no faltan, es cierto). ¿Para qué tanta mala onda con la derecha, me pregunto, si al frente no hay ni orilla? Debe ser porque ese sector en su conjunto se me aparece como una zona no de confort sino de papel confort. Se entenderá lo que quiero decir. No sé qué soy, pero sí lo que no soy ni seré: derechista. Sin embargo, no le tengo tanto aprecio a mis convicciones como para no bandolear un poco en materia de opiniones: podría elogiar (aunque me desligo de su pasado parlamentario) el actuar de la intendenta Karla Rubilar para la marcha de las mujeres. Con sensatez y astucia republicana no la reprimió sino que la celebró, evitándole al Presidente cuestionamientos que le habrían salido más caros que el Freshen Up de Paul McCartney. ¡Rubilar a Educación! Es un cambio que se impone.  

En el ámbito de las ideas, la derecha también tiene lo suyo, contrario al cliché reinante. Daniel Mansuy, por ejemplo, que hizo una crítica al precandidato de la ultraderecha más lúcida que cualquier bravata progre: “Kast atiza fantasmas que, una vez que se despiertan, son muy difíciles de manejar. Si hoy defiende el toque de queda para menores y la militarización de La Araucanía, ¿qué tendrá que seguir haciendo después?”. La amenaza de las polillas puede graficar bien cuán atinada es la inquietud anti-kast: empiezan a comerse la ropa de a poco, una cosa casi anecdótica que se vuelve preocupante, aunque se logra convivir con ella, con rabia en las mañanas y a revistazos en las noches, hasta que de repente no queda ni una prenda íntegra; agujereado todo el dress code, ya no hay Raid ni rama de quillay que valga.

Cunden los políticos de derecha así, polillas que no son blancas palomas, que empiezan hablando cabezas de pescado con vuelo ligero hasta agujerear por completo tejidos morales y sociales, talando las libertades modernas con igual descaro que las selvas amazónicas. Salta a la vista que es el caso de Bolsonaro. No es un presidente, es un peligro. Qué barbaridades dirá si pisa La Moneda en su visita. Mejor que Cristián Larroulet le organice un cóctel en Chacarillas. Ese sí que sería REC.

Una reflexión final. Me pregunto si no serán las polillas mutantes e insaciables de hoy otra señal climática que no estamos viendo, un presagio y a la vez una evidencia de esas que el ministro de medioambiente francés invocó hace medio año al renunciar: “No comprendo que estemos asistiendo a la gestación de una tragedia muy bien anunciada con tanta indiferencia. El planeta se está convirtiendo en un sauna… y nos estamos dejando la piel en reanimar un modelo económico mercantilista que es la causa de estos desastres”.



 

 

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La estrategia de las polillas
Por Vicente Undurraga
Publicado en La Tercera, 19 de Marzo de 2019