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Ahora No
Por Vicente Undurraga
Publicado en Culto de La Tercera, 23 de Enero de 2019
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“Antes sí / ahora no”. Es el poema más breve y sin embargo uno de los más significativos de Nicanor Parra. Podría decirse que ahí, en ese breve dueto, que en rigor es un artefacto, está contenida toda la visión de mundo, si la hubiere, de la antipoesía, ese sustrato trágico, el de la pérdida, sobre el que se erige toda una obra gruesa hecha de desesperanza y risa, de ironía y desapego articulados con sagacidad por una escritura axiomática, nunca arrebatada. Una escritura que, para existir, enfrió relaciones con la emoción, relaciones que sus mejores continuadores sabrían retomar (Bolaño, por ejemplo, e incluso Lihn, a su modo); la antipoesía, principalmente, optó por abrirle paso a la observación analítica, el comentario irónico, las máscaras.
Antes sí / ahora no: es una fórmula que puede aplicársele sin desajuste al estado al que llegan algún día todas las cuestiones importantes de la vida: la salud, la juventud, el sexo, la vitalidad, la voluntad, la fe, las fuerzas, las esperanzas, la existencia misma. Sólo el amor y la amistad tienen pleno sentido y perduran, pero incluso de ellos, salvo casos que son como luceros, podrá decirse, tarde o temprano, antes sí / ahora no. Es la esencia fatal de la vida, somos seres solos que vinimos a morir solos, hechos para la merma, para desprendernos de las partes y finalmente del todo porque nada seremos, ni cenizas ni polvo. La poesía de Parra asimiló esto tempranamente, hizo de tumbas y ataúdes su marca de agua y se tornó un modo de estar y pensar el mundo a distancia, un modo escéptico, fríamente calculado, crecientemente impersonal, una senda o fuga que varios aprovecharon para tomar atajo y seguir ruta propia.
Antes sí / ahora no: es raro que ya no exista Nicanor Parra, desaparecido hace un año como hace una semana lo hiciera Héctor Figueroa, poeta fuera de serie que murió a los 49 años tras agonizar de un cáncer en la Posta Central, dejando un único y maravilloso libro publicado, Intemperancia (Tácitas, 2007). No se parecen especialmente sus poesías, menos sus trayectorias, pero comparten, además del uso desenfadadamente coloquial del idioma, una hondura cómica especial. Es la tragedia que marcan, una risa más que es una risa menos. “La vida es larga y pesarosa / ¿para qué abrumarla con lloriqueos”, escribió Figueroa, y Parra: “Llore si le parece / yo por mi parte muero de risa”. Sabemos que toda risa terminará, pero reímos, y ahí estuvieron ellos. Celebro y honro a ambos poetas por la resignada belleza, la radiante lucidez y la melancolía sin aflicción que arrojaron sobre este mundo.