Proyecto Patrimonio - 2016 | index | Verónica Zondek     | Autores |
         
         
         
        
            
            
            
            
        
        
         
        Verónica Zondek. Nomeolvides: Flores para nombrar la  ignominia. 
          Santiago: LOM Ediciones, 2014. 100 pp.
        Por Claudia Arellano Hermosilla
        
          
         
        
          
        
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          Verónica Zondek con la publicación  de su último poemario Nomeolvides: Flores  para nombrar la ignominia,  continúa  una línea de reflexión que siempre ha estado presente en su poesía: el rescate  de la “memoria colectiva”,  agudizando el  ojo y la pluma para plasmar la existencia, como  la deshumanización del ser humano y sus consecuencias en la voz como indicio  del dolor. Cual  Memoriosa ecléctica[1], en  busca de los vestigios de la vida cotidiana, va poniendo en entredicho los  discursos oficiales sobre la historia y el poder. 
           Como ella misma me señaló, en una entrevista  realizada algunos años atrás[2]:  “Esta memoria está siempre enlazada con  los hechos de la actualidad, porque justamente si la memoria tiene un sentido,  es una seña para el presente […] creo que los acontecimientos tienen una  circularidad o espiralidad en la historia humana que siempre han caído al  olvido. Estas atrocidades, que se vuelven a repetir, siempre salen de algún  espacio, donde esas significaciones son tan validas en el pasado como en el  presente”. Hay un problema moral que  aqueja a Zondek, no sólo en este último poemario, sino en la mayoría de sus  libros como en La sombra tas el muro, El Hueso de la memoria, Instalaciones de la memoria, en los  cuales existe un tópico recurrente en Verónica que es el tema de la memoria  como trauma social.
          
                          Declaración  jurada 
              Parir  es trazar memoria.
              Mujer de digo y hago
              me enredo en esta madeja procreativa
            tirar/ o conservar lo que de mí puede nacer
              preguntan a secas/ dicen/
              opinan todos/ la curia
              y también
              el legislativo poder. (39)
            ¿Acaso fraguo memorias a destajo?
              ¿Acaso soy aquello que soñé ser?
              ¿Acaso sé lo que quiero?
              Si tengo y retengo
              y es mío lo andado
              y me las tengo tiesas porque soy dura de cabezas
              es acaso, insinúa Ud., un lujo mucho
              ¿borrar memorias que me alejan de mi, mí trucho? (40)
          
          Nomeolvides, se enmarca en lo que yo denomino “Poéticas del  abandono”, poéticas  basadas en una  expresión enunciativa del cuerpo-mujer, que está atravesada por elementos que  rescatan o rearticulan la representación de sectores postergados dentro de un  espacio que históricamente en Occidente, es representado por la Historia, la  Iglesia, el Estado y el Padre, en tanto autoridades en el recuento de  narrativas sobre el pasado y el consecuente rol que tales relatos poseen en la  fractura de identidades y memorias colectivas y de género.
           La poética del abandono, se presenta  en el texto de Zondek en varias direcciones, pero yo sólo me detendré en dos.  Por un lado, la estrecha relación con la soledad existencial producida por el  abandono del macho -el padre de la  criatura- repitiendo el mito fundacional latinoamericano; y por otro lado,  el abandono entendido como el sacrificio que  realiza la madre adolescente con el sentimiento de culpa y con la no  victimización del si misma.
          
              El abandono como mito fundacional Latinoamericano 
            Haciendo alusión al título  del libro, la ignominia aquí se  presenta como “el hijo de la chingada”, como diría Octavio Paz[3],  el engendro de la violación, del rapto o de  la burla (Paz, 1972: 31). Zondek, presenta al “macho” como el gran chingón, que  resume la agresividad, la impasividad, la invulnerabilidad, es decir todos los  atributos del macho: el poder y la fuerza, que se manifiesta  como capacidad de herir, rajar, aniquilar,  humillar, el macho es quien “Abre al mundo; y al abrirlo, lo desgarra” (Paz,  1972: 10). La autora va dando  cuenta de nuestra “memoria colectiva” del bastardo, del huacho latinoamericano,  de la madre abandonada, que constituye uno de los pilares en la construcción de  nuestra identidad nacional y latinoamericana.
          
                          No hay tu tía 
              mi gran entrá’ de macho
              de macho bien requete-macho
              y puta …
              te juro que tú me hará’ famoso
              que to’o se enterarán
              porque le’ contaré con pelo de detalle’.
            ¿Y sabí’ qué más?
            Si te poní bonda’osa
              hasta pue’o dejarte irte
              y si no querí
              igual
              porque soy el rey
              y la llevo reinita
              y soy lo que tú no podí ser (29)
          
          El poemario va develando esa actitud  del macho frente a la vida, pero también va develando  el curso de nuestra historia, el desarraigo,  el abandono y  la soledad. El poema  desnuda y revela esa llaga que escondemos: el sentimiento de orfandad.
          
                          La ví’a es sagrá’ 
              Cuando una está atrapá’
              atrapá’/ atrapá’
              y el mundo viene y te dice
              que la ví’a es sagrá’
              que no tení’ derecho’
              que no tení ni’una
              y que no
              que no nomá’
              entonces            dime qué
              ¿qué pue’e hacerle una?
              Porque te digo que no hay comuni’á
              ni centro e’ madre
              ni organización social
              ni ONG
              ni esta’o
              ni iglesia
              ni hogar
              ni familia
              ni amigo
              que pue’a estar aquí conmigo (22)
          
          La única alternativa para trascender  ese estado de exilio, es la muerte como viva conciencia de la soledad histórica  y personal. Zondek, intenta no repetir la historia del huacho, busca una nueva  identidad fundacional del hijo y de la madre. Situando a la mujer en otro  “locus”, fuera del mandato histórico impuesto, desarticulando los modelos  arcaicos heredados.
          
             ¿Y  si  testigo-guagua no quiero para mi, mí Mirar?
                 ¿para mi vergüenza 
               mi horror 
              embotellar?
              ¿Y
              si sobrevivir resulta en matar esta carne mía?
              ¿Acaso creen los lindos que están al acecho
              que sobre mí y mi    mí mía no manda mi pecho? (43)
          
          El Abandono de la culpa histórica.
            Zondek no se pueda liberar de la  historia violenta e impuesta que les ha tocado vivir a las mujeres. Ella hace  un cuestionamiento a la culpa histórica en la cual hemos sido fabricadas e  inventadas:
          
              ¿Y Yo?
              ¿Y qué me que’a ahora?:
              ¿El dolor al cual los patriarcas  
              [me destinaron?
              ¿El ensordecedor aroma rojo rojo 
              [rojo?
              ¿Mi espanto agridulce?
              ¿Este va
              cí
              o grande
              enorme/que me expande
              que me chupa/ que me deja en 
              [ablande?  (53)
          
          Cuando se abandona, aparece la  culpa, esa “culpa original”[4] en  la cual hemos sido creadas e inventadas. Si nos remitimos al  mito fundacional Judeo-Cristiano, el cual  señala que la mujer al comer la manzana fue castigada con el eterno sufrimiento,  cargando la culpabilidad de haber desobedecido. Lacan se mueve bajo esta misma  dirección, señalando “se es culpable de una sola cosa, haber cedido en el  propio deseo” (Lacan, 1973: 58).
           El proceso por el cual debemos  arremeter para tratar de soltar estos sentimientos culpógenos, quizás sea  necesario ser misántropa y experimentar con paciencia “el deseo de ser amada y no poder serlo” (Martín Gaite, 2002: 89).  Esta  libertad  por las que las mujeres han combatido, aun no  tiene nombre. Es una libertad  que  significa la lucha de lo femenino con lo femenino y la revuelta se debe jugar  al interior nuestro.
           Aquí  la poética del abandono de Zondek, también hace referencia al sacrificio  realizado por la adolescente del poemario, que funda una desobediencia sagrada. Podemos entender el sacrificio como  “una suerte de sobre-deseo, que hace que un sujeto esté dispuesto a  perderlo todo, para no perder lo esencial: honor e idéales y ganar para si o  para los otros, la posibilidad de una otra vida, de una vida en la amplitud”  (Doufourmantelle, 2007: 41). El sacrificio va trazando un espacio fuera del  sujeto(a), el cual supone el espacio público de una comunidad unida por  valores, leyes y de un mínimo de rituales que la componen. Entonces, todo  sacrificio es un “exilio fuera del  campo habitual de las vidas cotidianas por ir a cuestionar a los dioses”  (Doufourmantelle, 2007: 42).  Por tanto,  para una mujer la cuestión del sacrificio es un exilio doble. Fuera de la función maternal  -protectora-  fuera de ese destino, que podría liberarla o  liberar alguna cosa alrededor de ella. Porque pensar la femineidad sobre los  auspicios del sacrificio, es también pensar en la relación de la mujer al  trauma singular o colectivo, que por ese evento ella se revela. En este  sentido, el sacrificio es siempre un acto de desobediencia.
   
            En  este proceso, la mujer -sacrificante- debe liberar o abandonar la “culpa  original”, y para esto debe superar ese sentimiento sumido a una atracción  moral no enunciada.
          
            porque ¿por qué no pue’o  hacer lo que me le venga
              [en gana
              si el vientre es mío
                      es mío no má’? (71)
          
          La  representación simbólica que instala Zondek en estamujer sacrificada y sacrificante, es que ella transforma lo que la  esclaviza y lo transforma en la posibilidad de elegir su propia libertad, lo  que implica perderlo todo, hasta su vida misma, para no quedar reducida solo al  estado maternal, sexual o consumible. 
          
            Me mato y ya está
              soluciono dos en una
              y claro
              el titular
              lo que ’igan
              na’
              ni me miran.
              Sólo quiero salir de ésta
              y dormir con mi muñequita  mía
              y terminar con este frío  tan hela’o
              que me le va perforando el  alma calla’o.
            ¡Puta la sole’á’ que me  provoca!
              ¡Puta la sequeda’ en la  boca
              y el peso muerto y vivo que  me aloca! (90)
          
          Con esta imagen sacrificante de la mujer, la  obra de Zondek se enmarca dentro del denominado género heroico, desarticulando  la ética patriótica y trasladándola en voz de mujer, acentuando la trasgresión  hasta con el lenguaje. 
           Zondek,  está sin duda reinscribiendo el exceso y la diseminación, poniendo el dedo en  la llaga en la enunciación, que va desbordando el significado, que son los  caprichos del habla popular, poniendo el énfasis en la búsqueda del sentido, para llegar de esta manera a la  soberanía del cuerpo y a la libertad  de  decidir. 
          
            ¿Y…?
              A fin de cuenta’
              ¿vo’,                quién te creí que erí?
            Yo te voy a decírtelo
            el rey que se la pue’e
              el que me deja clavá’
              con la guata hinchá
              y  con criatura castrá.
              ¡Puta  que soy ahuevoná!
              ¡Puta  la huevá! (75, 76)
          
          Esta  voz coloquial que utiliza Verónica Zondek, emana de un distanciamiento del  lenguaje formal y de autoridad, que fue lo que hizo Gertrudis Gómez de  Avellaneda en Sab, el año 1841, quien  trata  la situación de los esclavos y  mujeres en la Cuba del siglo XIX, desde  la  marginalidad del lenguaje y de la autoridad como una exclusión, pero Zondek lo  siente como una liberación, ya que este lenguaje está preñado de posibilidades  lingüísticas, y le otorga la posibilidad de salir de la cárcel de la  enunciación formal, erudita y académica. Con esta nueva voz, Zondek  captura los aires polifónicos de una sociedad  que cada vez más se hace inestable frente a lo uniforme.
           En  este poemario, ser mujer y a la vez marginal, es otorgarle un golpe de ironía a  la estética: una trasgresión que hace que las mujeres compensen creativamente,  es decir, gracias a la desobediencia que  realiza la autora, se advierte precisamente la  arbitrariedad con la autoridad. 
          
           
          * * * 
          Notas
          
            
            
               [1] Ver más en:  Arellano, C.  y Riedemann, C. en el Libro Suralidad Antropología poética del Sur de  Chile. Puerto Varas/Valdivia:  Kultrun y Suralidad Ediciones, 2012
                [2] Entrevista  realizada en el Parque del Museo de Antropología, en la ciudad de Valdivia  el año 2011.
             
            
               [3] Todos los textos  en francés mencionados en esta reseña, son traducidos por mí.
             
            
               [4] La  culpa original, desde el discurso Judeo-Cristiano señala que  la mujer al comer la manzana fue castigada  con el sufrimiento eterno, cargando la culpabilidad de haber desobedecido. Pero  también, la mujer es culpable de haber introducido la sexualidad y el deseo,  además de ser causante de la separación entre Dios y los hombres. Este discurso  también se ve reflejado en los textos griegos, como el de Teogonía de Hesíodo  en la fabricación de Pandora, la madre de todas las mujeres que porta el  peligroso deseo. En estos textos, la mujer es la culpable de la pérdida  original: el abandono del ser humano en el mundo. Por consecuencia necesitada  de control y dominación.
             
           
           
           
          * * * 
          Bibliografía 
           - Arellano,  C. y Riedemann, C. 2012.  Suralidad. Antropología poética del Sur de  Chile. Puerto Varas/Valdivia:  Kultrun y Suralidad Ediciones.
            - Doufourmantelle, Anne. 2007. La Femme et le  sacrificie. D’Antigone à la femme d’à  côté. Editions Denoël: Paris 
            - Martin Gaite, Carmen. 2002. Cuadernos de todo. Barcelona: Ediciones Debate
            - Lacan,  Jacques. 1973.  Les  Quatre Concepts fondamentaux de la psychanalyse. Seuil: Paris 
            - Paz, Octavio. 1972. Le Laberynthe de la Solitude. Fayard: Paris