Proyecto Patrimonio - 2019 | index | Verónica Zondek | Cristóbal Gaete | Autores |

 











Correcciones al infinito en la poesía de Verónica Zondek
Ojo de Agua. Lumen. 212 págs.

Por Cristóbal Gaete
Publicado en http://www.australtemuco.cl/ 21 de Abril de 2019


.. .. .. .. ..

Toda la naturaleza se hace presente en la literatura de Verónica Zondek. "Ojo de Agua" (Lumen), compila títulos como "Fuego frío", "El hueso de la memoria", o "Vagido" (que a su vez está dividido en "Partos y "Post parto").

Hace dos años recibió el Premio a la Trayectoria Poética de la Fundación Neruda, por lo particular de su obra, como por la labor de rescate de las cartas de Gabriela Mistral, sin contar sus traducciones. A Anne Carson, por ejemplo, la tradujo y hasta leyó en español en paralelo en un recital poético el año pasado. Hizo un trabajo adelantado al versionar en español a Derek Walcott, Anne Sexton y, últimamente, a Emily Dickinson.

Pero Verónica Zondek tiene una obra que destaca por sí sola. Así se explica que se una a la colección de poesía de Lumen, que ha ido recuperando y ordenando obras importantes de la poesía chilena.

La aparición de "Ojo de agua" permite la lectura retroactiva de la obra de Verónica Zondek (1953). Retroactiva, porque las primeras cien páginas son exclusivamente de poemas del siglo XXI, de sus últimos libros, y progresivamente vuelve hacia atrás, hacia libros imposibles de conseguir. Como lo publicado en los ochenta, tras haber comenzado su vida intelectual lejos de Chile, licenciándose en Historia del Arte por la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Hoy Zondek vive en Valdivia.

"Yo llegué de vuelta a Chile a fines del 84, y traía dos libros que tenía ganas de publicar. Había que autoeditarse, no tenía otra posibilidad. Era difícil, porque era preciso tener dinero, preocuparse de la distribución, entregarlos de mano en mano. Todo era así, pero había una comunidad de escritores que fui conociendo poco a poco. La mayoría se movía en la SECH o en otros colectivos, y las publicaciones eran muy precarias. Salvo un par de editoriales, el material circulaba mayormente de voz en voz y en pequeñas revistas. No se podía sino ser silencioso y solidario", cuenta Zondek.

Escribió en La Castaña, en La Gota Pura, en La Bicicleta, en Palabra de mujer. Había muchas revistas. En esa comunidad de escritores y lectores conoció al poeta Raúl Zurita y a la escritora Diamela Eltit. También se relacionó con el poeta Mauricio Redolés, con Pía Barros, Elvira Hernández (que era su "amiga del alma") Soledad Fariña, Antonio Gil, Eugenia Brito, Eugenia Echeverría, Naín Nómez Tomás Harris, y Stella Díaz Varín. Eso al comienzo. Después, el abanico se abrió. Con Gonzalo Rojas se conocieron al azar. "En Buenos Aires yo dormía en una pieza que me prestaba mi editor Argentino, Víctor Redondo, de Último Reino. Era un camarote y la cama de arriba estaba llena de cajas con libros, no sé cómo no se desfondó. Y ahí estaba 'Vagido'. Gonzalo Rojas pasó por Argentina y se quedó a dormir, en la misma pieza, y era intruso, entonces se puso a hojear, y después me llamó del aeropuerto al llegar a Chile para comentarme el libro. Así comenzó la amistad, una cosa extraordinaria", relata la poeta. Años después, Gonzalo Rojas insistió en presentar 'Vagido', cuando el padre de Zondek se estaba muriendo. "Y yo me negaba porque el libro habla de nacimientos de todo tipo. Yo tenía esa cosa de la yeta. Pero me convenció y llegó con un pergamino gigante con una letra de cuerpo veinte, ponte tú, porque no quería ponerse los anteojos. Y mi papá vivió tres meses más, no se murió esa noche como yo pensaba", relata.


LIBROS DE CARTÓN

Una escritora colombiana, que participó en el encuentro de mujeres que Zondek organizó en 1987, la invitó a publicar su poesía en una especie de cartonera. Los libros estaban hechos con cartón grueso, roneo, estampado con grabado el nombre del libro y amarrado por un cordel.

"Le pasé lo que tenía de 'Vagido' y lo seguí corrigiendo porque nunca me dijeron que lo habían publicado. Cuando estuve en Colombia, en el Festival de Poesía de Medellín, se me acerca una chica joven y me dice que tiene un libro mío, 'Vagido'. Le digo que nunca lo vi, que nunca me avisaron y que no tengo ningún ejemplar. Me envío el suyo. Salió un año antes que en Argentina, y son algo distintos porque seguí corrigiendo", relata la poeta.

¿Entonces esta antología también está corregida o dejó los libros cómo estaban?
— En general sí, dejé las cosas casi igual, salvo "Peregrina de mí" (1993). Cuando Vicente (Undurraga, director del sello Lumen) me dijo que iba íntegro, tuve una especie de pánico porque yo no lo había leído hace más de 20 años, estaba fuera de mi cabeza completamente. Entonces lo leí y no pude evitar meterle un poco de mano. No cambié el libro, pero está retocado.


LEER Y ESCRIBIR

Hay hartos poemas que tienen que ver con lecturas, especialmente de autoras.
— Sobre todo en "Por gracia de hombre" (2008).

¿Cuál es su relación entre lectura y creación poética?
— Yo soy de las que piensa que la única manera de aprender a escribir es leyendo, de hecho hago talleres de lectura. Para mí la experiencia tiene que ver con la vida y la lectura, y en esas lecturas uno va encontrado reverberaciones de lo propio, pero escritas y reescritas de otra manera. Van ampliando tu forma de conocer el mundo y de conectarte con las cosas. Los escritores que aparecen en ese libro son aquellos con los que conversé sobre el horror y el dolor de la condición humana.

¿Son los mismos que sigue leyendo?
— No podría decir que son los mismos autores que estoy leyendo ahora, porque soy totalmente ecléctica para leer. Algunos los sigo leyendo siempre. Creo que se establece un diálogo cuando uno lee, estén vivos o muertos los autores. Pasan a ser parte de los conversadores habituales con los que intercambio palabras y pensamientos. La escritura y la lectura dejan su impronta y permiten navegar por mares callados propios o ajenos hasta dar con el lenguaje y la música que te permiten hablar. Se produce una frontera por donde uno va o viene y que enriquece lo propio y da nuevas señas para navegar.

¿Qué le pasó a Usted trabajando con el horror?
— Yo estuve trabajando mucho en ese libro. Quedo material afuera, me enfermé porque trabajar en los limites de ese trauma que un ser humano le infringe a otro es cosa muy seria.

¿Cuánto tiempo le toma terminar un libro?
— Entre cuatro y ocho años, a veces más. No me molesta el tiempo en ese sentido, porque para mí la escritura de cada libro tiene su tiempo, que no es igual al del otro. No responde a ninguna regla establecida. Está listo cuando yo pienso que ese libro está terminado. La parte que a mí apasiona es en gran medida la de la corrección y composición. Una cosa es la escritura primera y luego es lo que yo hago con eso.

El oficio.
— Sí, aunque yo sé que hay gente a la que le sale a la primera, pero tienen otra estructura mental que tiene que ver con cómo uno lleva a cabo lo que está haciendo. Yo voy pensando mientras escribo. No soy una persona que piensa al voleo. Una vez escrito puedo ver la página y mi goce está ahí entre esas palabras escritas y lo suelto cuando yo no puedo más y se me hace objeto concreto, no moldeable.

Esa comunidad de lectores que señalaba al principio, ¿aún existe?
— En parte, pero hay una cosa más competitiva y una visibilidad inmediata ahora. El mundo de la escritura se ve en las pantallas, que están conectadas en cualquier lado y eso no existía antes. Soy del tiempo de las matrices, las planchas de lata o papel para imprimir. El modo de vivir la literatura es otro.

Ha sido una gran promotora de la Mistral. ¿Por qué?
— Yo tenía en mi cabeza a una Mistral petrificada, esa que nos habían metido dentro, y saber que ella hablaba como hablaba, fue una cosa extraordinaria. Fue una especie de shock descubrir la inconmensurable profundidad y maestría de sus palabras y la sensibilidad para con lo humano y el mundo. Lo abrazó todo: América, educación, niños, objetos. Es tremenda en el uso de la ironía, realmente es chistosa. Leí recién una carta que le escribe a su biógrafo, lo sube y lo baja, es filuda. Lo mismo sucede en su discurso al ministro cuando termina sus cursos en el Paraninfo de Montevideo.

¿Cómo era la figura que le habían mostrado de Gabriela Mistral?
— Una figura de mujer amargada adusta, profesora. Ella es todo lo contrario: inteligente, aguda, orgullosa, leal, penetrante, luchadora, lúdica, estudiosa, irónica y amante de la vida y la muerte.



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2019
A Página Principal
| A Archivo Verónica Zondek | A Archivo Cristóbal Gaete | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Correcciones al infinito en la poesía de Verónica Zondek
Ojo de Agua. Lumen. 212 págs.
Por Cristóbal Gaete
Publicado en http://www.australtemuco.cl/ 21 de Abril de 2019