FRENTE A UN
HOMBRE ARMADO |
Por Adriana Valdés
En revista Mensaje, Nº 300, julio
1981
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Mauricio Wacquez (1939) es
un narrador chileno radicado desde hace unos diez años en España. Allá
publicó en 1975 su novela Paréntesis (Barral Editores); antes, en
Chile, varios libros, entre ellos Excesos (1971).
Su obra anterior evocaba eficazmente una
atmósfera angustiosa, en que las experiencias de la juventud y la niñez
eran laberintos de recuerdos y olvidos cargados de un sentido inminente
y ominoso; en que las relaciones entre las personas estaban marcadas por
el deseo imposible y los juegos del desencuentro. Su libro rcién
aparecido -Frente a un hombre armado (Cacerías de 1848),
publicado por Bruguera, en Barcelona- parece ser la más ambiciosa y la
más lograda de sus narraciones. Está ambientada en Francia a mediados
del siglo pasado; desde la perspectiva de Chile, resulata interesante
verla en relación con lo que publican aquí otros escritores de su
generación.
Es una novela con
un protagonista joven; narra un tránsito, la ruptura respecto de un
estado anterior; como en otras de ese tema, la experiencia erótica es
determinante. Pero no cabe pensar que la novela corresponda al esquema
de un camino hacia la "madurez", la "autenticidad", etc. La experiencia
del libro es la de una situación en que ese tipo de
expresiones carecen de sentido; se pierde junto con "el dominio del
conjunto de la realidad", cuando se ha dado "la abolición de aquello
para lo cual estaba en el mundo" Juan de Warni, el protagonista. Como
para Bataille, es el erotismo, en esta novela, "lo que replantea al ser
dentro de la conciencia", y lo hace en forma total, hasta el mareo que
producen los dibujos de Escher en que lo cóncavo pasa a ser convexo y
viceversa, trastocando la visión de los espacios. En la metáfora central
del libro, la de la caza, se produce el vértigo de la inversión
completa. El mundo estructurado se vuelve a revés; el cazador es la
víctima, y el mundo de la víctima no es el mismo, sino el reverso del
mundo, el cambio de signo de todas las cosas. La inversión sexual
aparece como la transgresión básica, no ya un código moral, sino a los
fundamentos de cualquier código, porque afecta los gestos básicos
mediante los cuales el individuo se relaciona con el mundo; como si la
moral aprendida se basara sobre todo en esa primera convención. Rota
ésta , no parece quedar sino una inacabable cadena de trasformaciones en
la que todo es posible, y en que "lo único que se hlla en el fondo del
corazón humano es el impulso a perseverar como ser vivo".
La novela tiene en primera instancia la
forma de un peregrinaje hacia el rcuerdo de esa experiencia, la que
determinó el inicio de la serie de transformaciones del protagonista, el
reconocimiento de no ser sino una sucesión de máscaras. Pero,
finalmente, la historia aparentemente cargada de recuerdos excede el
ámbito de las memorias, contradice los límites del personaje (el tiempo
y el lugar se cargan de imposibilidades históricas y geográficas) y se
hace patente otra cosa, el juego de inventarse para postergar la muerte:
la invención del recuerdo posible abre otro espacio imaginario, y en él
la muerte puede ser vicaria, como la experiencia; un espacio que se
cierra con el libro y con la muerte de otro, del personaje, finalmente
la víctima propiciatoria con que el narrador y el lector engañan su
propia muerte.
Este conjunto de
temas no es nuevo. Está en una corriente muy importante de la actual
expresión artística, y corresponde a una situación contemporánea
imposible de eludir, como no sea para la literatura escapista; sus
manifestaciones en la poesía y en la plástica ya se han dado en Chile.
Entre los narradores, quizás sólo Donoso (en El Obsceno Pájaro..
y Casa de Campo) haya logrado novelas -trabajos de imaginación-
que den cuenta de esa zona de significados. El libro de Mauricio Wacquez
cala en ella con una agudeza que puede resultar chocante, con un
apasionamiento que logra momentos de lucidez deslumbradora. La escritura
es el vehículo que le sirve para adentrarse where angels fear to
tread ("donde no se atreven a pisar los ángeles")
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