
        "Moridor" de   Willy Gómez Migliaro
        Por Paolo Astorga 
        
        Moridor (Pakarina Ediciones, 2010) del  poeta Willy Gómez Migliaro (Lima,  1968) se nos presenta de manera concreta como un testimonio del diario  transitar por lo cotidiano que se desarrolla desde un afianzamiento del discurso  centrado en el individuo para luego alcanzar horizontes que se matizan en una  incipiente colectividad en un intento por lograr un lenguaje totalizador. 
        Por lo general la poesía de Willy Gómez se presenta con una gran carga  reflexiva. Primero parte de los objetos y sujetos de la cotidianidad, para  luego profundizar en base a éstos y estructurar su discurso. Este discurso es  sin duda la descripción del ser humano en su interminable búsqueda existencial  “Siento que mi sobrevivencia empuja un jardín oscuro” hasta las muchas veces  utópica búsqueda de una identidad entendida como constante reformulación y  acción sincrética del ser que resiste los días y sus oquedades “Entro y salgo  por entre barrotes de celdas con el diario de las mañanas, / de mi lecho al  prado ennegrecido, pero nunca más allá”. 
        Esa imposibilidad de trascender, más allá de crear angustia al poeta, produce  un anhelo por querer aglutinar las imágenes de la vida. El transcurrir temporal  y su lento y funesto devenir crean la soledad, la barbarie, el odio, la  destrucción de la belleza por su mismo y contradictorio reflejo: “Nuestra  sociedad moderna ha diseñado también su destrucción, / su estrella de aplausos  como respuestas ante la muerte.”
        Quien lee Moridor se da con la sorpresa de un lenguaje depurado que se  acerca a lo confesional. La recurrencia a temas en base a las relaciones  humanas en concretas  acciones que el día  a día nos hace experimentar, hacen del poeta una máquina de la observación, la  interacción y la crítica, y es Moridor un ser que se desgasta en estos niveles  de aprehensión de la realidad para mostrarnos su belleza que absorbe el mundo y  sus placeres.
        Quizá el principal tema en el que Willy se expresa de mejor manera es  en lo que respecta a esa imposibilidad del ser humano por comunicarse. La incomunicación  es en este libro la pieza fundamental para observar la frustración del hombre  que no puede domar ni el lenguaje mismo que de alguna manera mientras lo va  configurando en un todo, lo impaciencia, mutila y destruye. Prueba de ello es  el poema Querido W., donde el autor  se debate entre esa escritura que linda con lo neobarroco, lo abstracto, lo  retorcido, y la mera expresión de la palabra desde la descripción de la  barbarie.
        Este libro lucha de manera frontal con el olvido. El olvido es  silencio, nulidad y vacío. Lo baldío como en Eliot es aquí más que mero  significado o simbolismo. Es una constante interpretación de nuestras  experiencias, un encontrarnos con lo desagradable y la vez hermoso de los días.  Es aceptación, expiación y catarsis de nuestro ser ante lo “moderno”, un todo sostenido por la precariedad de las  palabras.
        En suma Moridor, plantea la  utilización de la poesía como un espacio para la comunicación, un espacio para  reflexionar sobre nuestras frustraciones e imposibilidades, pues somos lenguaje  a través de los tiempos y como Moridor,  intentamos, utópicamente o no, rediseñarnos y ser experiencia día tras día.